Muchas veces imaginamos que nos va a pasar esto o aquello, planificamos, soñamos y engordamos tanto una idea que deja de ser real.
Tenemos la expectativa de que las cosas se van a dar de una forma evitando el hecho de que todas las personas somos y actuamos diferente.Y ¿por qué?, ¿por qué seguimos pretendiendo que las cosas sean como nosotros queremos, si somos conscientes de que la vida no es así?
Resulta que nuestras hipótesis basadas en sueños y anhelos no son más que eso; aspiraciones. Cosas que crea nuestra imaginación para protegernos de nuestros verdaderos pensamientos, esos que son más realistas, y muchas veces por miedo no queremos escuchar.
No está mal estudiar un panorama para evitar perderse, pero no está bien crear nuestro propio mapa si aún no conocemos el terreno.
Pensamos tanto, tanto, tanto que la cabeza termina jugandonos trucos o poniendonos trampas para ayudarnos a caer en la realidad que nos cuesta afrontar.
Muchas veces uno siente que encontró al indicado, otras veces uno siente que encontró su profesión ideal o la casa de sus sueños. Pero otras veces uno se da cuenta que no está conforme con nada de eso, porque ya de por sí, los humanos somos inconformistas. Vinimos a este mundo deseando, y ese deseo que tanto queremos saciar jamás va a estar completo. Eso mismo es lo que nos ayuda a motivarnos, y más allá de que a veces entremos en crisis, el inconformismo es el motor que nos alimenta a querer seguir queriendo más.
Dicen que el que quiere puede, pero a veces uno puede y no quiere, y otras más allá de querer y poder entran en juego otras cosas, como por ejemplo la vida misma, y con esto me refiero a las relaciones sentimentales, los trabajos que tomamos por desesperación o los problemas existenciales que surgen en nuestras cabezas a las cuatro de la mañana.
Los humanos somos personas cambiantes, nunca queremos lo mismo, nos gusta elegir, mutar y quedarnos donde nos sentimos cómodos.
La zona de confort es nuestra peor enemiga ya que nos frena de conseguir aquellos sueños alcanzables.
Las expectativas se conectan con la imaginación y allí es donde todo explota. Ya que nada es real, nada es posible, solo son conjeturas creadas en base a algo que desconocemos.
La expectativa solo es sana cuando uno aprende a manejar la ansiedad de querer todo ya. Cuando uno deja que las cosas fluyan, allí es cuando uno descubre que hay mucho más por conocer, mucho más por ver y mucho más por vivir.
La expectativa solo es sana cuando uno deja de juzgar al otro por sus acciones y comienza a ver las suyas desde otro plano. Cuando uno nota sus propias equivocaciones y puede admitir haber comedido un error, allí es cuando todo comienza a cobrar un poco más de sentido.
Siempre hay que recordar que todos somos diferentes, todos tenemos nuestros tiempos para ser, para actuar, para mostrarnos tal cual somos. Simplemente hay que dejar que fluya. Esa siempre es la respuesta, porque dentro de la calma se encuentran los mejores paisajes.
YOU ARE READING
Mis Veintitantos
RandomCuando los pensamientos queman y las conclusiones arden. Cuando las sensaciones tiemblan, la realidad mata y el tiempo se congela. Lo único que queda es salir a respirar, como si fuera la primera vez. Con amor, Loli Báez.