Mis Veintitantos

Se acabó el amor

Hace tiempo veníamos despidiéndonos, todavía nos costaba cortar ese último abrazo. Ese donde los perfumes se entrelazaban y los recuerdos se unían creando una película muda, porque así estábamos, en silencio.

Ese último momento fue una descarga al corazón, todavía siento tus ojos en mis ojos. Me clavaste tan fuerte la mirada que recordé el flechazo que tuve la primera vez que te ví. Éramos muy jóvenes.

No quise despedirme sin besarte me parecía extraño después de todo este tiempo, pero al hacerlo nuestros labios no se encontraron, fue raro, totalmente desconectados. Claramente la decisión era la correcta. Había que terminar.

Decidí partir sin mirar atrás porque todavía tenía ganas de abrazarte con el corazón, porque aún lo tenía en la mano.

Camine dos horas bajo la lluvia pensándote, solo por costumbre, para que no se borre tu imagen de mi cabeza.

Cada gota que caía y recorría mi cabeza hasta llegar a mi columna vertebral, se asemejaba a las caricias que solíamos hacernos. Me dolió pero intenté no llorar, cerré los ojos, prendí un cigarrillo que terminó mojado, sabia que era más fuerte que eso.

Mientras caminaba miré mis pies empapados y pensé en cómo solíamos ser, escuché risas y frases hechas entre besos. Sacudí mi cabeza y aceleré el paso, no quise perder la fuerza, sabes que mi cabeza siempre iba a mil.

Me quedé con lo bueno, con tus formas y tu aroma. Hoy no quiero verte más pero ya nos cruzaremos en sueños. Buen viaje. Gracias por soltarme.