La Pecera

2 1 0
                                    

¿Por qué nos aferramos tanto a alguien o algo? Veo a la gente sufrir desamores, cartas desesperadas, descargos en redes sociales, llamados a la madrugada, llantos antes de dormir, y me pregunto, ¿Por qué?

Pareciera que sufrir tiene ese sabor agridulce que nos hace girar siempre alrededor de lo que nos hace mal. Cuesta dejar, cuesta cortar y cuesta salir de ese círculo, donde uno recuerda los buenos momentos, donde uno piensa en las proyecciones a futuro que había planeado, es como si no pudiéramos pisar de vuelta el acelerador. 

Uno de repente se encuentra atrapado en pensamientos negativos que taladran la cabeza especificando que supuestamente nunca encontraremos a alguien igual, porque lo único que hacen los químicos del amor es idealizar, y ahí es cuando estamos perdidos.
Los finales siempre traen nuevos comienzos, pero nadie habla sobre lo que pasa en el medio, nadie habla sobre el sufrimiento post corte, esa sensación de no poder seguir, los días de melancolía guardados en nuestra burbuja de recuerdos que lo único que hacen es hundirnos más en aquello que es irrecuperable. 

La vida nos presenta desafíos, nos pone piedras en el camino para que logremos entender que lo más importante es uno mismo, quererse, y no por ser egoísta o egocéntrico, sino porque más allá de compartir la vida con alguien más, pase lo que pase siempre estaremos solos. Cuerpo y mente. 

Las personas son distintas, no podemos proyectar nuestras inseguridades en ellos y pretender que todo tenga un balance porque todos somos un mundo aparte. 

Veo peleas sin razón, control, palabras hirientes, veo gente sufriendo ansiedad por las redes sociales, porque convengamos que estas provocan cambios de humor, ya que la dopamina, el mensajero químico del sistema nervioso central, ese que se encarga del bienestar se encuentra en un caos al ver cosas que molestan.

¿Alguno se acuerda cómo era la vida antes de las redes sociales? No quiero decir que era más sana, pero de lo que sí estoy segura es que éramos más libres, no pensábamos tanto, actuábamos por inercia o por acción y reacción, ahora, en este mundo nuevo y tecnológico encontramos un paralelo, donde las indirectas, la vida social, y las falsedades que pretendemos ser pasan primero por el mundo virtual. No, no estoy en contra de la tecnología, creo que es lo mejor que pudo pasarnos, simplemente pienso que le estamos dando un uso incorrecto en lo que a esto respecta, ya que cuando estamos en el medio de una situación sentimental conflictiva con nosotros mismos o con alguien más, estas producen recompensas emocionales que muchas veces no queremos.

La solución más acertada sería intentar buscar otras cosas para hacer antes de sumergirnos en la vida social virtual después de terminar una relación, porque no ayuda, porque muchas veces nos hace mostrar un rostro que no somos y terminamos arruinando lo que ya estaba previamente terminado. 

Es normal sufrir después de separarse, uno necesita tiempo. El tiempo bien invertido soluciona cualquier problema amoroso. Hay que reencontrarse con uno mismo, tratar de separar la cabeza del corazón y empezar a pensar qué es lo que uno quiere, cuál es el bienestar, quiénes son los que verdaderamente valen la pena. Uno debe sanar después del duelo, uno necesita volver a estar entero para poder retomar las riendas. No es fácil, hay que llegar al fondo para subir a la superficie, después de todo, todos nadamos en la misma pecera, y siempre va a haber otros peces.  

Mis VeintitantosWhere stories live. Discover now