Viaje al centro del laberinto

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El siguiente texto, el cual se estima que está incompleto, fue encontrado en el espacio exterior, dentro de una cápsula, por la tripulación del Ovis-327. Se desconoce su paradero, así como su autenticidad.
* * *

Desde este punto se aprecian las torres de titanio, en cada cúpula se rumora que vive una musa, pero nadie ha logrado verlas. Se cuenta que desde la quinta guerra, los dioses las llevaron ahí para protegerlas de los hombres. "Ya no es la misma humanidad", se dijo, aunque la historia cuestiona dichas palabras. Llevo dos días hospedado en este extraño lugar. El aquí y el ahora están pausados: el tiempo es una roca que quiere volverse un sendero.

En este punto me interno en el laberinto y pienso si la poesía le será devuelta a la humanidad. Y aquí me pregunto, no sólo si es necesario que la poesía vuelva, sino qué es la poesía. Una pregunta que requiere de cierto esfuerzo, se puede encontrar una respuesta larga, minuciosa; también una respuesta breve, abstracta: ambas opciones son válidas, cada quien decide si responde con una chispa o con un relámpago.

Según la definición que encontré en los documentos intracósmicos (el equivalente a lo que se conoció como internet), la poesía es un género literario considerado como una manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en prosa. Me gustaría tener la definición de algunos poetas de la antigua época sobre la poesía, así como de poetas del último tiempo, pero todo lo que escribieron fue incinerado durante la guerra, y los poetas de hoy nunca dirán que lo son, eso les costaría la cárcel; incluso, la muerte. Sin embargo, me aventuraré con algunas palabras acerca de este tema, al fin y al cabo, no corro ningún peligro: estoy solo, aislado de los hombres.

Me parece que la poesía es una musa de mil cabezas, y de cada boca brotan diferentes definiciones: es emoción petrificada, es una colección de instantes, es un monumento a la vida, es un reclamo a lo que nos disgusta, es un saludo al yo, tú, él, es un abrazo al nosotros, ustedes y ellos, es una comunión universal, es el unicornio y el rinoceronte, el ave y el pez, el calabozo y el rascacielos, la nave y el androide, es el péndulo que oscila entre el ayer y el mañana, la poesía somos tú y yo, todos y ninguno, la poesía es la tinta y la palabra, el aliento y el silencio. La poesía, sencillamente, es. También, si se quiere, se puede decir que la poesía es un círculo con ángulos, un tiempo sin horas, una estridencia sublime; la poesía es algo que está y no se ve, y cada quien la aprecia de diferente forma.

Seré sincero, quisiera encontrar una definición breve, precisa, pero entre más la busco más me pierdo en la respuesta. Además, no es el objetivo de este documento.

Avanzo por el laberinto, sus pasillos se estrechan, luego se abren, se alzan, se oscurecen, se aclaran; es un vértigo para los sentidos, pero nada es verdad, este tipo de truculencias se ocuparon hace años para seleccionar a los mejores soldados: la única diferencia es que ellos no sabían lo que pasaba y yo sí: esa diferencia lo es todo.

Me detengo un momento y aprecio figuras y garabatos en sus paredes, intento interpretarlos pero sólo me responde el silencio, entiendo todo pero no puedo explicar nada: es otro idioma, es otro tiempo pero la poesía es la misma. Ahora me parece que la poesía es un desfile de voces a través de la eternidad: avanza, frena, acelera, se dobla, se alza, se reinventa.

El tiempo sigue detenido pero ya emite los primeros signos de movimiento, es un sendero que quiere serpentear. Debo apresurarme, debo llegar al centro, debo seguir el rugido: así reza la profecía, ahí donde la bestia ruge, ahí está el nuevo portal. Esta profecía se escribió en la era de los poetas, la era anterior fue la de los sacerdotes, ellos profetizaban en aquel tiempo, pero fueron exterminados por el Régimen, y todo sus documentos también fueron incinerados.

En este punto me pregunto si de verdad funcionará abrir el portal, ¿habrá una mejor humanidad con tal acto? A veces pienso que la vida es un reloj que, en vez de marcar la horas, marca las épocas, y se haga lo que se haga siempre se cumple el ciclo repetitivo. Por ello no me queda claro si abrir el portal será inútil, o hacerlo es parte del plan universal.

Se preguntarán qué tiene que ver la poesía con todo esto. Como dije antes, los poetas anteriores fueron perseguidos, capturados y exterminados por el Régimen. Y los poetas de hoy están escondidos. La causa: la poesía sensibiliza al pueblo y eso frena la manipulación. No obstante, el Régimen desconoce que la poesía no necesariamente es la que se escribe y se lee, la poesía es todo y a la vez es nada, no necesita de palabras, no necesita de poetas; la poesía está en todos lados pero sólo algunos la captan. La poesía no consta sólo de palabras bonitas, de adornos y sentimientos bellos; la poesía puede ser una serpiente venenosa, una arpía sin escrúpulos o un endemoniado ruiseñor, y en ninguna variante perderá lo poético. La poesía no siempre deleita, también duele, hiere y a veces no cicatriza. La poesía se siente, se vibra, y los poetas le ponen palabras, hacen malabares con el idioma, moldean la idea, esculpen el significado, y, normalmente, se percatan que la poesía no está en los versos, sino en el abismo blanco, ahí donde reina lo implícito, ahí donde todos los poetas son el mismo poeta, ahí donde el laberinto se vuelve pirámide.

Una amenaza general se expande. La única forma de solucionar este mal es vencer a la bestia, y eso, como consecuencia, provocará el retorno del Gran Poeta, que no será una persona, sino toda una generación. Serán quienes canten las epopeyas de los nuevos tiempos, aquellas que serán el puente entre lo que fue, es y será. Ellos serán conocidos como los poetas de la transición.

Sé que también se preguntarán porque me importa tanto, es simple, porque soy poeta.

Cuando la bestia sea derrotada, la energía estallará en miles de partículas, las cuales son la semilla original de un poema, y cada una ya está designada para un poeta en particular. Los cuadernos antiguos explican que las partículas entran por la coronilla y descienden al plexo solar: en ese momento es cuando estalla la idea. Pero de nada sirve tanta explicación si no se lleva a cabo el plan. Debo ingresar al centro del laberinto, ahí el poema que todavía no se escribe ya tiene su primer colmillo.

Avanzo, el rugido es más intenso, me estoy acercando a la bestia y debo concentrarme; en su interior se ocultan las intenciones más crueles, las vibraciones más bajas, los deseos más obscenos. Todo empezó cuando se escuchaban los cantos desde la cueva de las mártires: emitían cantos a los dioses para recibir sus dádivas, pero ellas creían que no eran escuchadas, pues cuando las mártires callaban, sólo se oían las estridencias de la guerra. Entonces, las deidades, enfurecidas por la creencia de aquellas mujeres, las fusionaron en una misma criatura: la bestia; en ella pululan el dolor, el miedo y la impotencia que sintieron las mártires, en esa bestia que la humanidad ha fortalecido a través de los milenios, esa bestia que no tiene forma, esa bestia que es energía en compulsivo movimiento. Y la única manera de transmutarla es liberando el cubo original, pero allí está todo el problema. Para llegar al cubo hay que exterminar a la bestia, ese Cancerbero de nuestro tiempo. Y eso, para un solo hombre, es imposible. Sé que mis probabilidades de morir son enormes, pero creo en la humanidad de la época antigua. También creo que el destino se puede cambiar. Por ello, antes de intentar una osadía como enfrentar a la bestia, arrojaré este documento al espacio exterior, a través de un gusano de tiempo. Si esto llega a ustedes, humanos del pasado, significa que aún se puede evitar este terrible futuro: nunca permitan que el Régimen se fortalezca, mucho menos que la poesía muera...

Claroscuro (Poesía) de J. MozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora