Desde que comencé a vivir con Natalia todo iba mucho mejor, mi mamá había muerto y ya no tenía a nadie más que a mi padre y el ahora me había corrido de su casa...mi familia era Natalia y nada más. Ella me ayudo a no estar sola y yo solo hice lo mismo por ella y desde ese momento nos hicimos inseparables.
Llegamos a un acuerdo, como ahora yo iba a vivir con ella, repartimos los gastos a la mitad, yo trabajaba y estudiaba al igual que ella y entre las dos nos apoyábamos, para mi era lo justo y acepte con facilidad.
Yo, por mi parte tengo unos ojos color café grandes, mi cabello es negro, largo y algo quebradizo, no soy muy alta mido un metro cincuenta y ocho se supone que tengo estatura promedio; y mi complexión es delgada, trabajo en un bar de mesera por las noches, ya que como estudio por las mañanas se me hace imposible tener un trabajo en la tarde o algo parecido, mi carrera es algo cara y ahora que no tenía el apoyo económico de mi padre yo tengo que arreglármelas sola para poder pagar las mensualidades que no eran nada baratas.
Eran casi las ocho de la noche cuando llegue al bar, la música fuerte me recibió como todas las noches y no pude evitar sonreír, en tan poco tiempo aquel lugar se había convertido como un estresante pero significativo hogar.
Adentro ya había gente bailando y bebiendo, y sin esperar me abrí pasó entre la gente y caminé hacia la barra donde estaba Marc.
—Hola—lo salude y él me sonrió rápidamente.
—Hasta que llegas mujer, me estoy volviendo loco con tanta gente.
—¿Mucha gente?— pregunte sonriendo y el solo afirmó.
Rápido tomé mi mandil y mi libreta para comenzar a pasar por las mesas y empezar a levantar sus pedidos...y así pasaban los días trabajando, atendiendo persona por persona y recibiendo propinas, a veces buenas y otras no tan buenas, pero como siempre decía...algo es algo y peor es nada.
Esa noche había visto a un chico con unos ojos que me encantaron desde el primer momento que choqué con ellos, pero yo solo estaba ahí para servir tragos, no para conocer personas.
En ese momento los chicos que estaban junto con él me llamaron y salí detrás de la barra y me acerqué a ellos rápidamente, no sin mirar mal a la chica que los acompañaba.
La música estaba demasiado alta y no pude evitar hacer una cara de irritación cuando pase justo a un lado de una bocina que por poco y me deja sorda.
—¿Si?— Pregunte cuando llegue a su mesa.
—Podrías traernos una jarra a cada uno de nosotros— el chico me sonrió pero yo no devolví la sonrisa, estaba muy cansada.
—De acuerdo— escribí y mire a los demás chicos pero nadie dijo nada, así que decidí volver a la barra cuando alguien más dijo algo.
—¿Estás enojada, pequeña?—busque con la mirada de quien provenía la voz, y era él.
—Eso es algo que a ti no te importa— respondí sin humor.
—Entonces avísale a tu cara, pequeña— y se echó a reír.
—Ya Pablo, compórtate— ahora hablo el tipo que me había llamado al principio. —Disculpa, nos podrías traer lo que te pedimos— y yo simplemente asentí.
Suspire y volví a la barra, eso era el colmo, no le había dado confianza y ya estaba poniéndome sobrenombres.
GENIAL.—¿Porque estás con esa cara?— pregunto Marc mientras servía un vodka.
—No es nada, solo que los tipos de esa mesa son insoportables ¿No?—dije refiriéndome a la mesa del tal "Pablo".
Empecé a servir el pedido, mientras bufaba.
—Vaya, Vaya—. Escuche una voz masculina y ronca tras de mí y supe rápidamente que era Pablo. —Creo que no le caí muy bien a la pequeña— Sonrió burlonamente y lo mire molesta.
Y tras haberme regalado una mirada brillosa con aquellos unos ojos cafés, volvió a su silla y siguió riendo.
¿Les ha pasado alguna vez que con solo ver algo ya saben que será su perdición? ¿No? Pues a mí si.
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Olvido
RomanceLe iba a dar la peor clase de venganza, lo iba a condenar a sentirse tan miserable como me sentía en ese mismo instante, le iba a dar el veneno de todo enamorado. El olvido.