A Snow Tale [Victuuri]

Epílogo

Mas cuando una vida pasa, nace otra.

—¿Otra vez aquí, Yuri?

—La esperanza es lo último que muere, señor.

El viejo sacudió la cabeza, acercándose otra vez hacia las hermosas florecillas que crecían en aquel lugar que acechaba constantemente los recuerdos de Yuri. Unas flores de un misterioso color celeste, que le recordaba constantemente ese fatídico día que Viktor había desaparecido. Y curiosamente desde ese día, llovió como nunca en la semana, como si el cielo llorara junto a él la pérdida de la persona que amaba. Cuando la lluvia cesó, pudo volver al mismo lugar donde su hermoso muchacho había desaparecido, encontrándose con aquellos botoncitos de flor que, a diferencia de las cosechas y otras plantas que se habían destruido con la lluvia, comenzaban a nacer.

Cuando se abrieron tras un par de días más sin lluvia, las flores mostraban un peculiar color celeste y crema, los colores favoritos de Viktor, había dicho Yuri al verlos. A partir de ese día, la esperanza crecía en él y no paró de cuidar las flores con un fervor que solamente se atribuiría a un loco o como dirían los ancianos padres de Viktor, a una persona enamorada.

Y la esperanza creció mucho más el día que se daban los atisbos de la primera nevada. Los árboles lucían vacíos y el color verde se había ido pero las flores lucían más orgullosas que nunca, asemejándose de tal manera su color ahora que parecían bellas e incólumes flores de hielo.

Entonces la primera nevada cayó sobre el pueblo, anunciando la llegada del invierno.

Y las flores resplandecían como cristales.

Yuri salió rumbo al bosque y sin saber cómo sucedió, llegó a cierto paraje desconocido, donde, tras unos árboles que permanecían frondosos aún a pesar de la nevada, encontró la entrada a un lago que nunca antes había visto.

Se maravilló ante lo que veía, sentándose a la orilla para ver como el rocío bañaba las plantas, el lago permanecía calmo aún sin congelarse y el lugar resplandecía mágicamente.

Y en medio de su ensoñación por el nuevo lugar, fue donde lo vio.

Podría reconocerlo donde fuera porque su imagen nunca se iría en toda su vida.

Viktor estaba en el otro extremo de lago, jugando en la orilla y salpicando con leves gotitas su cabello platinado que ahora lucía aún más largo, una diadema de cristal en su cabeza y su rostro más pálido pero tan hermoso como sólo él podía serlo.

Yuri se quedó sin habla ante tal visión maravillosa y sólo pudo susurrar el nombre de la persona que amaba sin poder hacer algo más. Pero fue el grito silencioso de su corazón enamorado que sonó más fuerte que su propia voz lo que hizo que el príncipe Viktor levantara la mirada y diera cuenta de su presencia.

Ni siquiera el tiempo determinó cuánto fue que ambos se miraron el uno al otro desde cada extremo del lago.

Una brillante lágrima rodó por su mejilla pálida.

Yuri dio un paso pero Viktor negó al instante, pidiéndole en silenciosa súplica que no se moviera. Y en cuanto parpadeó, Viktor estaba a su lado, con lágrimas cayendo brillantes cual diamantes por su rostro. Nuevamente se acercó y no se contuvo esta vez, su corazón se lo pedía a gritos cuando tomó el rostro de Viktor y plantó un suave beso sobre sus labios rosados, sus manos sobre la fría piel, sintiendo que aquel momento era real y Viktor estaba allí, en sus brazos.

Aquel momento duró eternamente en su memoria pues cuando abrió los ojos, se encontró con los de Viktor que reflejaban lo mismo que su corazón se esmeraba por decir: el amor en su estado más puro.

Entonces Viktor sonrió, tomando la mano cálida de Yuri y posándola en la parte izquierda de su pecho.

Y Yuri sintió los latidos de un corazón.

Un corazón que ya no era de más de hielo.

Un corazón humano que ahora latía, vivía y respondía con el mismo sentimiento.

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¡Gracias por acompañarme en esta pequeña historia!

Como vi que algunas cosillas quedaron sueltas o son misterios sin resolver(?), haré un apartado especial respondiendo las preguntas que se les ocurra sobre esta historia.

Déjenlas por aquí en un comentario <3   ---->

Bye bye, chu~

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