III

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El primer día que Viktor paseaba en el pueblo, el día mismo que el carnaval llegó, conoció a Natalya.

Viktor, aún sorprendido por todo lo que observaba, no se percató cuando chocó por sorpresa con una persona. Natalya, al ser golpeada accidentalmente, se giró para encarar al insolente que había osado tocarla pero se encontró con la mirada apenada y confundida de un muchacho que nunca antes había visto.

Ella, sorprendida y muda por la belleza andrógina del muchacho al cuál veía por vez primera, olvidó el percance y quedó encantada por él, presentándose inmediatamente. Viktor, aún tímido por el encuentro, le sonrió brevemente, indicándole de dónde provenía, señalando a lo lejos la isba de sus padres. Natalya comprendió todo al instante, el joven vivía algo lejos del pueblo y por eso nunca lo había visto. Sentía que tener la amistad de alguien tan hermoso como lo era Viktor podría beneficiarla de alguna manera así que corrió presurosa a presentarlo a todos sus amigos.

Todos quedaron encantados con la belleza de Viktor y lo invitaron inmediatamente a bailar. El joven, quién había superado su timidez inicial, se puso a bailar al son de las melodías que llenaban de alegría su cuerpo, sintiéndose de una manera que nunca antes se sintió, lleno de vitalidad y regocijo.

Pero su vida cambiaría en cuanto escucharía una melodía entre todo el ruido de la multitud. Era un sonido dulce y misterioso a la vez. Guiado por aquello, se dirigió hacia donde provenía. Un grupo de muchachos rodeaba al autor de la melodía y en cuanto se abrió paso, fue cuando lo conoció.

Era un muchacho del pueblo que tocaba una flauta, la música poseía un tono único que le encantó a Viktor. Ese muchacho, terminó la canción que interpretaba, recibiendo el aplauso de todos los concurrentes. Al levantar su mirada y agradecer al público, sus ojos coincidieron con los de Viktor.

El joven no lo pensó dos veces y guiado por una misteriosa valentía, se acercó a Viktor y le extendió su mano, invitándole a bailar.

Viktor aceptó inmediatamente.



Aquel muchacho se llamaba Yuri.



--**--


Yuri era un joven delgado, de cabello oscuro, gentil, amable y con una sonrisa que hacía suspirar a muchas doncellas y jóvenes del pueblo. Yuri era pastor porque le encantaba la tranquilidad que sólo los amplios campos podían darle. A la vez, era muy bueno tocando la flauta y tenía el sueño de convertirse en músico y viajar algún día a tierras lejanas.

Pero todo quedó atrás cuando conoció a Viktor.

Desde aquel baile, Yuri no dejó de visitar al muchacho del que podía decir, se había enamorado completamente.

Pronto se convirtieron en inseparables.


Yuri invitaba a pasear a Viktor mientras cuidaba las ovejas y las noches se hacían cortas cuando ambos caminaban juntos por las inmensas praderas. El joven solía hacer que Viktor riese a menudo, contándole historias y leyendas antiguas que había escuchado de sus abuelos; tocaba la flauta y llenaba la noche con dulces melodías que pronto sólo una persona le inspiraba a tocar; su corazón se llenaba de calidez y amor cada que veía la hermosa sonrisa en el rostro de Viktor.


Una noche de paseo, sus sentimientos hacia el joven le sobrepasaron y depositó un tierno beso sobre los labios de Viktor. Apenas un roce, como tocar los pétalos de una flor delicada.


En cuanto se separaron, Viktor sólo le sonrió.


Pero no hubo más respuesta.


Y tampoco podría esperar alguna porque Yuri no sabía que el corazón de Viktor, permanecía inmutable a ese pequeño beso que tenía mucho significado.



--**--


Siempre que los jóvenes salían a pasear y cantar, Yuri corría a la casa de Viktor, tocaba en la ventana y le decía: — Viktor, ven y únete a la danza. —

Una vez que Viktor se presentaba, nunca se apartaba de su lado.

Y fue precisamente ese día lleno de bailes que Mijail llegó a la aldea mientras las doncellas y jóvenes festejaban en la calle. Una pequeña expedición para traerle más regalos a su amante, su favorita, quien gobernaba su corazón. Pronto se unió a Natalya en la danza e hizo reír a todos pues era un gran bailarín, nunca le faltaban los aplausos.


Entonces, sucedió.

Fue la primera vez que Mijail vio a Viktor.


Lo vio bailando junto a Yuri, sonriente y feliz mientras su cuerpo, grácil y menudo, se movía al compás de la música. Ese mismo instante, su corazón se rindió bajo el encanto de lo que veía y Viktor le gustó.

¡Era tan pálido y demasiado bonito! ¿Cómo es que nunca lo había visto?

Pero volteó su vista por unos segundos, encontrándose con su amante que lo miraba confundida.

A partir de entonces, Natalya le pareció demasiado oscura y demasiado pesada; estaba enceguecido por la belleza de Viktor. Pronto la encontró desagradable. No pasó mucho tiempo y las peleas y escenas estallaron entre ellos, fue entonces que Mijail dejó de verla.

Natalya estaba desolada, pero ¿qué podía hacer? ¡Uno no puede por favor o por la fuerza revivir el pasado!

Su dolido corazón se negaba a aceptar que Mijail la había dejado y lloraba por varios días en los brazos de Viktor, encontrando paz en su silencio y tranquilidad en su mirada. Sólo quería que el comerciante regresara a sus brazos y volver a tener la vida de lujos que este le daba. Ella estaba enceguecida por la ambición y no pararía hasta saber el motivo por el cual el joven la había dejado sin saber que los rumores vuelan tan rápido como las malas noticias, prestos a hacer daño a lo que quizás alguna vez habría sido, una amistad para Viktor.

A  Snow Tale [Victuuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora