Especial - El Príncipe de la Nieve

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Este es un capítulo especial para comprender mejor la historia :)


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Viktor era el único hijo de la hermosa Primavera y del viejo Invierno.

Viktor vivió durante 15 felices años con sus padres en su reino, llevando el título de "Príncipe de la Nieve". Su cabello largo y plateado, su tez pálida, sus labios rojos que completaban la hermosura digna de un príncipe, eran facciones de tal belleza que sólo podían ser envidiadas por el mismo rey Sol; ese rey que estaba atento a los movimientos y jugadas de aquel pequeño que crecía saludable, radiante y lleno de vida en la inmensidad de su reino.

Ese mismo rey Sol que poco a poco, estaba enamorándose de aquel príncipe de piel galatea, al cual observaba de lejos en sus andadas y al cual enviaba regalos extravagantes propios de su reino durante cada año sin falta hasta que el príncipe cumplió los quince años. Viktor se divertía con cada regalo pero ninguno de éstos le duraba mucho, los regalos sucumbían ante la inmensa magia y poder del reino helado de los padres del príncipe.

Sin embargo, el rey Sol no sabía de un pequeño detalle: Viktor no conocía ese sentimiento llamado "amor". Así como era el Príncipe de la Nieve, era así como había nacido, bajo aquel terrible encantamiento del cual ni sus padres podían liberarlo: su corazón estaba congelado y ajeno a ese tipo de sentimientos.


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De vez en cuando, a través de la ventana mágica que poseían sus padres para observar el mundo humano, Viktor solía contemplar parejas danzantes alrededor de una infinita llama, que según sus padres se llamaba "fuego" y proveía de calor al mundo cuando el frío llegaba. Viktor sabía que los humanos eran seres especiales y distintos, ellos no soportaban el frío por mucho tiempo o morían. Eran seres delicados pero eso era lo que los hacía únicos. A Viktor le causaban mucha curiosidad pero nada más crecía en su helado corazón aparte de este sentimiento y una cierta tristeza en él, al contemplar cada vez más seguido, a una pareja de ancianos que envejecía día a día, lamentándose por no haber tenido ningún hijo.



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Más tarde, al inicio de un invierno, al encontrarse sus padres, discutían sobre el destino del Príncipe de la Nieve. Primavera quería que su hijo fuese libre de hacer lo que deseara pero Invierno, sabía secretamente los planes y sentimientos del rey Sol a su hijo y temía. Temía que tratara de robar a su Príncipe en cuanto pudiera, pero en su inútil intento por enamorarlo, el calor que el rey emanaba, mataría de una forma dolorosa a su Príncipe. Era un amor imposible pero sabía que el rey Sol pese a todo, intentaría algo, era demasiado obstinado y terco. Tenía que idear algún plan que protegiese a Viktor del caprichoso plan que el rey Sol quería para él; además de saber del destino irrefutable de su hijo desde que nació: su corazón estaba congelado y no podía llenarse de la calidez conocida cuando una persona ama a otra.


Viktor nunca podría sentir "amor" hacia otra persona.


Tras muchas discusiones, una mañana, miraban por la ventana mágica al mundo humano. Y pudieron escuchar los pedidos de una anciana pareja que nunca había tenido hijos y deseaban fervientemente tener uno. Invierno y Primavera se miraron, silenciosamente, tomaron una decisión.

Aquel día, Viktor dormitaba en los campos helados cercanos al castillo de sus padres. Sus labios rojos entreabiertos al respirar y su expresión pacífica, hicieron que su madre ahogara un sollozo mientras lo miraba. Iba a extrañar mucho la compañía de su hijo pero era la única manera de evitarle una muerte segura.

Con sus artes mágicas, Invierno y Primavera lograron que el cuerpo dormido de Viktor tomara la forma de un muñeco de nieve; y a medida que los ancianos que habían pedido por un hijo, esculpían un muñeco de nieve en el mundo humano, la nieve que formaba el otrora cuerpo del Príncipe Viktor en el reino de sus padres, desaparecía lentamente, tomando su propia forma en el mundo humano.

Invierno y Primavera solamente observaban como el muñeco de nieve, una vez terminado, tenía la figura perfecta de su hijo. Con un leve soplo enviado por Invierno desde su reino, la figura cobró vida y Viktor despertó de su sueño, moviéndose y quitándose lentamente la nieve que le cubría.


El Príncipe de la Nieve era ahora un muchacho vivo, radiante y hermoso, frente a los leñadores que lo miraban atónitos.


Ambos observaron nostálgicos a su hijo, ahora convertido en humano, partir hacia la casa de los leñadores. Sabían que protegerían a su hijo del rey Sol por el momento pero en cuánto éste se enterara, su ira sería infinita al encontrar al Príncipe en un reino al cual le era prohibido su acceso por una antigua maldición que cargaba. Era por aquel motivo, su decisión de enviar a su hijo al mundo humano, lejos de la magia y todo aquello que lo relacionara.

Lo que no podían evitar, sin embargo, era que su hijo fuera poseedor de una belleza sobrenatural y que su corazón, aún permaneciera congelado e inmune a cierto sentimiento.

Invierno solamente estaba feliz con tenerlo a salvo del rey Sol sin pensar en las consecuencias para su hijo; Primavera temía el resultado de haberlo enviado a aquel reino, conocía a los humanos más que su esposo y sabía que debía estar al pendiente de su hijo mientras crecía en el mundo humano.


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No pasaron muchos días y el rey Sol, al tratar de observar silenciosamente los movimientos de Viktor en el reino de sus padres como le era costumbre, no lo encontró. Atemorizado de que algo le hubiera pasado a su príncipe, lo buscó incesantemente hasta el último recodo del reino de Primavera e Invierno sin encontrarlo. Temió lo peor y supo que sus planes de raptar al Príncipe nunca podrían llevarse a cabo. Enceguecido en su temor, pidió ayuda a sus sirvientes para buscar al Príncipe en todos los reinos a los que pudieran ir. El rey Sol sabía que, de los padres del Príncipe, nunca podría obtener la información sobre el paradero del muchacho pues aunque quería mucho a Primavera y era una pariente suya, se odiaban a muerte con su esposo Invierno por rencillas y guerras pasadas.


No pasó mucho tiempo y uno de sus sirvientes, le indicó que había encontrado al Príncipe. El rey Sol sintió alivio. Un alivio efímero al enterarse del lugar donde se encontraba la persona que amaba: ¡El reino de los humanos! ¡El reino al cual tenía prohibido acercarse más que sólo para brindar su calor infinito a una distancia igual de infinita!


Sintió que mil espinas llenaban su ser y un odio inmenso creció hacia Invierno. Estaba seguro que este era su plan para alejar a su hijo favorito de él, enviándolo a donde no pudiera alcanzarlo.

Así como del amor al odio hay una línea delgada, los sentimientos del rey Sol para el Príncipe de la Nieve cruzaron aquella línea. Enfurecido, sabía que si Viktor no podría ser suyo, no sería de nadie más y haría todo lo que estuviera a su alcance para que así fuera.

El rey Sol era conocedor que Viktor tenía más de su padre que de su madre, por lo que era probable que no fuese inmune al calor que emanaba y que debía brindar a los humanos; el rey sonrió para sí mismo porque aprovecharía aquello de todas las maneras que le fuese posible.


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Esta parte ayudará a comprender mejor el desarrollo de la historia. 

No olviden que es un pequeño cuento de capítulos cortos.

Si algo no quedó claro, déjenmelo saber en un comentario.

¡Gracias por leer! ^^ 

A  Snow Tale [Victuuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora