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- Este es el momento en donde le ponemos un nombre... ¿No? - lo miró a los ojos, divertida. Él le devolvió la mirada y la besó. Luego se volteó hacia la bebé para pensar.

- Pues... Tiene tus ojos, rosa. Y mi pelo, rojo... ¿Algún aporte? - se volvió hacia ella totalmente seco de ideas.

Ambos miraron a la bebé, parecía una bolita blanca. Se acercaron aún más pero aún así las ideas no le llegaban.

- Espero que ahora no me hagas escenas de celos, es NUESTRA bebé, tendrás que compartirla. Además de que ya no soy sólo tuya, soy SU madre.

Se rió en su cara y le mostró la lengua. Más que nada para molestarlo, pero no se daba cuenta que sólo lo divertía más.

- Tú eres mía y te callas, ella también es mía. - Dijo con una mirada cómplice.

La elevó en sus brazos y aterrizó en la cama, se posicionó sobre ella e hizo un recorrido de besos desde su boca hasta su cuello. Jugó con sus dientes (la mordía delicadamente como modo de juego.) mientras la rubia se revolcaba de la risa bajo su cuerpo.
Yui miró a su bebé, en una cuna. Al lado de su cama.

- ¡Ya sé! - se levantó de repente y chocó su cabeza. - Auch.

Ayato le dió un beso en la zona afectada y la abrazó. - Por distraída.
Se rió y la colocó sobre él.

- Mía.
- ¿Qué? - la miró desconcertado.
- Su nombre, Mía. Es bonito ¿No? - miró a la bebé con ternura y volvió a él.
- ¡Perfecto! - los ojos le brillaron.
- Lo sabía, mis ideas siempre son geniales. - La rubia hizo un ademán y se halagó a sí misma, con orgullo.
Él la miró entretenido - Te volviste engreída, te estoy contagiando.- la besó.

- ¿Qué? Es la verdad.
Rió y le devolvió el beso.

- Podré hacerle bromas con su nombre. Ojalá se convierta en una feminista agresiva que lucha contra la vista masculina de "la mujer como objeto". Será más divertido. - miró sobre él y lo imaginó. Ambos rieron.

La bebé rió. Ambos se asombraron y corrieron a verla. Estaba sonriendo mientras se babeaba la ropa.
De la nada se oyó un ruido extraño.

- Te toca. Cámbiale el pañal.
Dijo la rubia y desapareció en un segundo.
El pelirrojo puso cara de desesperación y disgusto. Pero siguió las órdenes y como pudo le cambió el pañal.
- A veces extraño que sea sumisa. Era más fácil vivir.
Suspiró y cargó al bebé mientras sonreía.

- Apuesto a que se le cae la bebé.

- Apuesto a que se defeca y le mancha la ropa.

Laito y Subaru observaban por una puerta entre abierta a Ayato, quien acunaba al bebé en sus brazos.

- Apuesto a que no pasa nada.-
Yui saltó sobre ellos y los asustó.
- JAJAJAJA. Tontos. Él es un buen padre.- Se carcajeó en sus caras y su mirada de amor se posó en su esposo.

Ellos suspiraron y admitieron su derrota. Era cierto, había madurado.

Ayato le sonreía a la bebé y le cantaba una canción de cuna. Se veía feliz, muy feliz.

Yui se dirigió a él saltando en pequeños pasos y luego lo abrazó por los hombros. ¿Quién lo diría? Al final fueron felices.

Y todo el dolor y el odio, nunca más volvería a sus vidas.
La felicidad es tan incierta... Tan misteriosa, tan espontánea.
Y cuando menos te lo esperas, aparece y te cambia la vida.

Ayato dejó de acunar a la bebé y la dejó en su cuna, estaba dormida. Tomó de la mano a Yui y bajaron las escaleras juntos.

- Quiero mostrarte algo. - dijo él.

Ambos se dirigieron en silencio a otra habitación. Abrió la puerta y se encontró en un lugar conocido.

- ¿Qué hacemos aquí?
Dijo Yui mirando el lugar con melancolía.

- Esta es la habitación de mi madre, seguro la reconoces.
Se formó un silencio incómodo.

- Quería decirte que... Gracias. No puedo explicar cómo, pero... Me salvaste. - La abrazó.

- No me dejes, nunca. - respiró hondo. - A veces siento que no te merezco, que te hice tanto daño, te humillé tanto. Pero lo único que quiero, ahora mismo, y por siempre, es estar a tu lado. Me haces feliz, muy. Demasiado. Y... Prefiero ser egoísta al tenerte, que desear morir porque no estás junto a mí. Y yo...- miró por fuera de la ventana y volvió su vista a ella, a sus ojos. - Gracias. Por todo.

A Yui se le nublaron los ojos, empezó a llorar desconsolada y se cubrió el rostro con las manos. Ayato acarició su cabello y la mimó un rato entre sus brazos.
Cuando se mejoró habló.

- ¿Por qué me dices esto ahora? - Se quitó las manos de la cara y lo vio directo a los ojos.

- Porque si vamos a formar una familia juntos quiero que lo sepas. Quiero que sepas que te amo más que a mí mismo. Que ésa bebé que estamos cuidando, es otra razón por la que te amo. Que no pienso dejar que nadie te haga daño. Y que si algún día lo dudas, volveré a demostrartelo mil, no, millones de veces. Que te amo, más que a los takoyakis.

Ambos se rieron, y besaron arduamente.

- ¿Dónde escondías tu lado romántico apasionado?

- No le digas a nadie de esto. - le dijo avergonzado.

- ¡Claro que lo voy a decir! ¡Por todos lados! Que tengo al mejor, al mejor padre, esposo y amor de mi vida. Que lo tengo todo. - le sonrió totalmente enamorada.

A Ayato le brillaron los ojos, "el mejor". ¿Era felicidad? ¿Lo logró?
Y en ése momento se dió cuenta, que no necesitaba nada más que amor, nada más que amor para ser el mejor. Y que lo único que antes habría necesitado era amor. Su madre no se lo dió.

Pero ahora era el mejor, sólo por ser él. Sin exigirse demás, sin esforzarse tanto. Era el mejor, pero ahora no le importaba. Porque ya era tarde, y aunque estaba feliz, supo que ser el mejor no lo era todo.

Y ahora lo tenía todo. ¿Qué más podía pedir?

¿ADIVINEN A QUIÉN LE BORRARON LA MITAD DEL CAPÍTULO OTRA VEZ?
No puedo ser tan mala leche. Estoy re enojada, cjau.
Encima les dejo este capítulo pedorro, uy, hoy no es mi día.
Perdón, igual los quiero un montón <3

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⏰ Última actualización: Dec 19, 2017 ⏰

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White Blood ||Diabolik Lovers|| - Segunda Temporada -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora