Después de la cena, Harry fue su auto a recoger mi equipaje y lo espere, sentada en la cama que ahora, me parecía enorme. Su habitación también estaba bien decorada, me esperaba que fuese un desastre pero ahora me daba cuenta de que no conocía ni la mitad de lo que realmente era él.
—¿Por qué trajiste tantas cosas? –me preguntó entrando a la habitación con mis maletas en ambas manos—
—Solo traje lo necesario –sonreí—
—¿Lo necesario? –rió— Parece que empacaste toda tu habitación…
Rodé los ojos y Harry no tardó demasiado en dibujar esa media sonrisa en su rostro. Me preguntaba si lo hacía para molestarme o quizás, le gustaba tener una sonrisa siempre.
—¿Puedo darme una ducha? –lo mire a los ojos—
—¿Yo podría acompañarte? –sonrió—
—Hablo enserio, Harry
—Yo también –se acercó a mí, demasiado para ser honesta—
—En ese caso –ladee la cabeza— No, no puedes ducharte conmigo
Harry se rio negando con la cabeza. Entre mis cosas busqué mi ropa de dormir y luego él me entrego un par de toallas. Me dijo que algún día yo suplicaría porque tomáramos una ducha juntos y eso solo logró enfurecerme.
—Una ducha Harry, solo quiero tomar una ducha en paz… ¡Sin ti!
Finalmente se rindió y me dejo salir de su habitación. Sabía dónde se encontraba el baño, Harry se había encargado de que nunca lo olvidase. Una vez allí, cerré la puerta recostando mi espalda en esta. Por milésima vez me pregunte: ¿Qué estoy haciendo?
Encendí la ducha y la lluvia artificial comenzó a calentar. Con las manos temblando, por alguna razón y no quería creer que Harry Styles era el culpable, logré quitar todas mis prendas de ropa hasta quedar completamente desnuda.
Sentí el agua caliente recorrer mi espalda, sonreí y por primera vez en el día me sentí bien. Harry no era mi único problema, no. Pensé que quizás mi madre se había vuelto loca buscándome pero entonces, ¿Por qué no tenía ni un solo mensaje de texto en mi celular? Pensé que mis amigas me preguntarían como me encontraba pero no había ni una sola llamada perdida y lo descifré. Supe que si desaparecería, a nadie le importaría.
—Preciosa –tocó a la puerta— ¿Todo va bien?
—Sí Harry –dije abriendo los ojos—
—¿Puedo pasar?
—¡No!
Negué con la cabeza, sabiendo que no podría verme y desde afuera escuché su risa. Tomé el shampoo en mis manos, sentí su aroma y lo apliqué en mi cabello. Su aroma era… ¡Tan Harry! Luego de unos minutos, apagué el agua y busqué mi ropa.
Un pantalón de pijama rosa junto con una blusa gris de manga larga. Sequé mi cabello con una toalla, me cepille los dientes y me decidí por salir con unas pantuflas de conejos, esperaba que Harry se riera toda la noche de mi aspecto.
—Por fin, ¡Has tardado años! –exageró—
—Claro que no –le dije caminando hacía su habitación—
—Fátima –me llamo riendo— Luces hermosa
—¿Estás usando tu sarcasmo conmigo? –me detuve—
—No, preciosa. En realidad me gusta como luces
Aunque estaba dándole la espalda, podía sentir su sonrisa. Continué caminando mientras peinaba mi cabello. Me mire en el espejo de su habitación, pase una mano por mi rostro y mordí mi labio inferior. Lo que vi, no fue lo que esperaba y no me agradó para nada.