Suegra

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Capítulo 23: Mother in law.

Hermione ya llevaba un buen rato despierta, pero todavía no había decidido si ir a la universidad ese día o no. La idea de quedarse observando toda la mañana a un Draco sumido en un profundo sueño era demasiado tentadora... y aunque aún era temprano, su lado más responsable no parecía muy dispuesto a dejar de recordarle que ya había perdido muchas clases aquella primera semana de "rebeldía". Aquella semana en la que decidió fugarse con un desconocido sin hacer demasiadas preguntas al respecto.

Una leve sonrisa elevó las comisuras de sus labios. Todavía no comprendía muy bien cómo había acabado ahí, en qué momento había decidido romper con todos sus esquemas y entregarse por completo a ese hombre en la primera noche... pero no se arrepentía de nada. A veces pensaba que tal vez con el tiempo iría entendiendo su manera de actuar entonces. Estaba claro que en su pasado cumpleaños había necesitado un estímulo que la hiciera sentir viva, su pequeño tatuaje improvisado había sido el resultado de la falta de emociones que la había acompañado desde que tenía uso de razón... Y sí, había elegido darle un vuelco a su vida el día de su cumpleaños por ser precisamente el inicio de un nuevo año en su vida, aunque habría sido cuestión de tiempo que terminara estallando de haber decidido quedarse en casa y seguir alargando su aburrida existencia un poco más.

Pero tal vez las cosas no hubieran salido igual a como eran en la actualidad, y eso la hacía estremecerse. Ya no podía imaginarse en otro lugar en el que él no estuviera. Las cosas no habían sido siempre perfectas, pero estaba segura de que se quedaría a enfrentar cualquier adversidad que pudiera hacerles frente. Ya no se iba a ningún lado.

Draco rodó un poco sobre sí mismo y quedó sobre un costado, frente a ella. Las sábanas se habían deslizado hacia abajo y habían dejado su torso desnudo a la vista. Hermione ladeó un poco la cabeza para mirarlo mejor, luego se mordió el labio en un acto reflejo. La noche anterior había sido... espléndida. La mejor de todas. Ella seguía llevando el conjunto de lencería rojo que Ginny le había regalado antes de la cena, aunque ahora una gran camiseta blanca ocultaba gran parte de su cuerpo. La había cogido del suelo y se la había puesto justo antes de dormirse, pero Draco no se había dignado a levantarse de la cama para vestirse. Creía recordar haberlo visto poniéndose la ropa interior antes de apagar la luz, pero estaba tan cansada que no podía afirmar que aquello fuera del todo cierto...

Podía sentir su sonrojo coloreándole la piel y un repentino ardor en sus mejillas. Ya había estado en esa situación antes, ya lo había visto dormir semidesnudo y había recorrido cada parte de su cuerpo con la mirada... pero se sentía extrañamente bien volver a hacerlo después de todo ese tiempo. Se sentía como la primera vez.

Y hablando de eso, él era su primera vez. Su primer tatuaje, su primera cerveza, su primera vuelta en moto... su primera relación. Ron no contaba, ahora podía verlo con claridad. Lo que había tenido con él no había sido ni la mitad de real de lo que Draco le había brindado en tan poco tiempo. Cariño, apoyo, felicidad. Sólo había aguantado tanto con su ex novio por el miedo a la soledad, por poder decir que había alguien al otro lado de la línea en sus días más bajos y solitarios... pero él ni siquiera respondía a sus llamadas cuando lo necesitaba. Siempre estaba demasiado ocupado siendo un capullo, no sólo con ella, sino también con otras chicas. Siempre había conocido sus infidelidades pero nunca se había decidido a darse valor a sí misma. Prefería seguir estando en una relación tóxica que no le aportaba nada a verse sola de verdad. Pero ella nunca le había querido, jamás había permitido que sobrepasara la línea que Draco había hecho trizas en la primera cita. Él había podido arrebatarle su dignidad, pero al menos ella había sido capaz de negarle su cuerpo. Y era obvio que él tampoco la quería, lo comprobó por la manera que tuvo de cortar con ella. Todos esos mensajes que luego llegaron a su teléfono sólo demostraron hasta qué punto podía llegar a ser un psicópata. Ni contigo ni sin ti. Sabía de sobra que hacía lo mismo con todas sus otras chicas. Las quería sólo para él. No era más que un estúpido.

Y volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora