¿Un tsundere?

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El sol se levantaba con gracia por el cielo, en una dulce armonía con el viento que daba contra los árboles de cerezo, haciendo a estos llover sus pétalos que decoraban el lugar. Muchos ya se e contraban de pie, cada uno siguiendo su camino ya sea al trabajo o a la escuela, como era el caso de Ayano Aishi, y la persona de la cual estaba enamorada, Taro Yamada.

Ambos caminaban tranquilamente hacia él instituto, el joven Taro acompañado por su mejor y más antiguo amigo, Osano Najimi, a quien conocía desde que eran niños. Ayano, no muy lejos de ellos, caminaba a solas con su mirada puesta en los dos amigos.

—Ah... Ya basta, Osano —se quejó el pelinegro—. No se acabará el mundo porque me retrasé un poco —agregó desanimado mientras una de sus manos masajeaba su nuca.

—¡¿Que no es para tanto?! —cuestionó enfadado Osano—. Faltan 10 minutos para que cierren los portones —indicó haciendo un puchero.

—Exacto, faltan 10 minutos, hay tiempo y solo nos queda una cuadra para llegar —desvió su vista hacia su amigo un momento—. ¿Podrías calmarte?

—¡No! ¡No puedo! —negó abruptamente—. ¡Me gusta llegar temprano al instituto! Y no puedo hacerlo por esperarte.

—Yo no te pedí que me esperaras, sabes que siempre me retraso ¿Por que lo hiciste?

Taro cuestionó confundido a su amigo, el cual de inmediato se sorprendió con la pregunta, lo tomo desprevenido.

—Por que... —se quedó en silencio, no sabía que decir, haciendo que desviará la mirada avergonzado—. ¡Eso no importa ahora! ¡Solo apresurate de una vez!

Osano apresuró su paso, dejando a atrás al pelinegro que aún confundido corrió para alcanzarlo, mientras murmuraba quejas por la difícil actitud de su amigo.

La silencio pelinegra que los había estado siguiendo entró detrás de ellos, escuchando a sus espaldas como los portones del instituto se cerraban.

—Un tsundere... —murmuró para si misma, meditando lo que había escuchado entre los amigos—. Adorables, pero también muy fastidiosos. Será fácil deshacerse de él. 

La mañana transcurrió con la misma normalidad de siempre, todos los alumnos recibiendo sus respectivas clases hasta que terminó la jornada matutina y llegaba la hora del almuerzo. Los alumnos se movían por la escuela buscando un lugar para estar, algunos se quedaban en el comedor, otros preferían la frescura del patio y unos pocos la calma de la azotea.

Patio de la fuente, 12:07 PM.

Junto a Osano, Taro se encontraba sentado en uno de los bancos del patio de la fuente. El pelirrojo sostenía en sus manos dos bentos, de los cuales le entrego uno al pelinegro.

—¿Que es esto, Osano?

—Un bento, idiota —respondió con total obviedad, a la vez que abría el suyo para comenzar a comer.

—Oh, claro, pero... ¿Por qué? —le miró, notablemente confundido.

—Me sobró comida mientras hacia mi bento esta mañana, así que prepare uno extra para ti —aclaró con tranquilidad.

—Oh, excelente. Muchas gracias, Osano.

Agradeció con entusiasmo, abriendo rápidamente el bento para comenzar a comer junto a su amigo, mientras continuaban hablando, a lo lejos, Ayano los observaba atentamente, fastidiandose de inmediato con la cercanía de ambos.

—Tsk... Se lo gana con comida, debo hacer algo ¿Pero que?

Se encontraba sentado en una de las bancas cercanas, distraída por su pensamientos, cuando se puso de pie no notó como alguien se acercaba casi corriendo desde la puerta hasta que chocaron, haciendo caer a ambos.

—Ah, lo siento —dijo rápidamente quien la había derribado. 

—No te preocupes —respondió de inmediato Ayano mientras intentaba levantarse, pero sus pies se habían enredado con los del desconocido. 

—Agh, que fastidio —el chico se quejó.

Apartó sus pies y se levantó, acomodo su uniforme rápidamente y estiró su mano hacia Ayano, quien la tomo para ponerse de pie con más facilidad.

—Debes ser más cuidadosa —soltó de golpe, mirando incómoda a la chica.

—Si, lo lamento, supongo...

Ayano respondió por reflejo, pudieron ahora prestar atención a quien la había derribado. Era un chico alto de cabello violeta y unos del mismo color, con su postura mostraba algo de arrogancia y altivez.

El chico solo bufó ante la rápida respuesta y siguió con su camino. Ayano rodó la mirada desinteresada y busco a Taro, pero este ya se había ido durante el pequeño percance de la chica.

—No puede ser, los perdí.

Estaba por continuar su búsqueda fuera del patio, pero el timbre sonó, obligándola a regresar a clases.

Salón de clases 2-1, 2:37 PM.

—Ah... Ya quiero salir de aquí —pensó con cansancio Ayano.

La chica no tenía especial interés en sus estudios, por lo que normalmente durante las clases solo cumplía con lo debido.

Mientras su mirada paseaba por el salón, por el rabillo del ojo vio como su querido Senpai pasaba por el pasillo, llamando de inmediato su atención. Una extraña sensación despertó en su interior, así que levantó su mano para llamar la atención de su profesora.

—¿Que sucede, Aishi? —preguntó rápidamente la mujer.

—¿Puedo ir al baño, sensei?

—Si, pero vuelve lo antes posible —sentenció antes de regresar su vista a la pizarra para continuar con la clase.

Ayano asintió obedientemente a las palabras de su maestra y salió del salón. Su mirada vago a ambos lados buscando a Taro, al encontrarlo a lo lejos comenzó a seguir hasta que esté entró al club de cocina.

Confundida se acercó para poder asomarse por la puerta del club, encontrarse con Taro que tomaba asiento en el comedor del lugar, con diversos postres servidos y colocados delicadamente en la mesa listos para ser degustados.

No recordaba que su Senpai fuera parte del club de cocina o que conociera a alguien que sí, por lo que no entendía que hacía en ese lugar. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando sintió una mano posarse suavemente en su hombro, girándose de inmediato.

—Disculpa ¿Puedo ayudarte? —cuestionó el chico con un dulce tono. 

—No, solo pasaba por aquí.

—Perfecto —dijo con entusiasmo—. Entonces podrías ayudarme.

—¡No, espera! —se negó de inmediato.

La protesta fue inútil, el chico había tomado la mano de Ayano llevándola consigo hasta el interior del club para llevarla hasta el comedor donde la hizo sentarse al lado de Taro, poniéndola nerviosa de inmediato.

—Por favor, prueben los postres y díganme que opinan de ellos —pidió con gentileza el castaño—. Por cierto, soy Amao Odayaka —agregó mientras miraba a Ayano.

—Me gustaría saber por qué haríamos esto —exclamó Taro, curioso.

—Los platillos que más gusten, serán los que se preparen para el festival por el aniversario del instituto, por ello pido la opinión de algunos estudiantes —explicó Amao—. Espero les gusten.

Luego de sus palabras, miro a ambos con una sonrisa, esperando a estos comenzarán a probar la comida. Ambos pelinegros se miraron de reojo un segundo antes de tomar los cubiertos y comenzar a degustar los platillos.

La mirada del castaño se iluminó con los comentarios de cada uno, sus platillos eran exquisitos y sin duda serían un éxito durante el festival.

Fuera de lo común [Ayano Aishi x Male Rivals] (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora