Capítulo 2; Bajo mira

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Si hay algo que a Hermione le consterna más que no tener conocimiento, ya sea de cualquier cosa, es sentirse indefensa. Su alto intelecto y la exclusión social que sufrió desde pequeña claramente habían dejado rastros en su personalidad, no solo como la niña que le encantaba saber todo lo que ocurría a su alrededor sino como la mujer madura e independiente a la cual ella aspiraba a ser. Tenia bien definida sus prioridades (no Ron, aquí no entras tú) y sabia hacía donde iba su vida: ella quería trabajar en el ministerio, ayudar a actualizar al mundo mágico de sus arcaicas reglas y roles sociales, quería evolucionarlo y mantener su esencia a la vez, ella podía hacerlo, podía todo lo que se proponía, ya lo dejó claro varias veces; las mejores notas, una de las mentes mas brillantes de su generación, convencer a Harry de crear el ED y no demostrar que la sangre y los orígenes eran una excusa, incluso superar su miedo a las alturas cuando tuvo que volar en escoba para salvar su vida. Ella lo había logrado; respeto, admiración, una identidad y todo se lo arrebato Tom Riddle.

El bastardo de Tom Riddle.

¿Quién era Voldemort para ella? Solo una mascara para ocultar la insatisfacción de su propio ser - una desventaja muy notable para sus ojos, una que si o si le sacaría provecho en algún momento- y un personaje. Un papel de persona, un fanatismo hecho realidad, un efecto ilusorio de un niño maltratado por la sociedad muggle que creó producto de el rencor y el resentimiento, algo que se hizo tan fuerte que fue el salvavidas que lo mantuvo con vida, aferrándose a ello hasta ser completamente absorbido. Eso es Voldemort para ella; una interpretación obsesiva.

Y esa maldita interpretación era la responsable de que se sintiera pequeña, la niña excluida nuevamente que no sabia que hacer.

En momentos como aquellos simplemente quería estar en la Ratonera y apretarse en su rincón o lanzarle miles de rayos al cerdo que quiere intentar violarla.

Definitivamente disfrutaría masacrar el cuerpo de el desgraciado Lucius Malfoy, enterrarle una lanza en el tímpano y ver como se retuerce por la falta de aire de sus pulmones.

¡Basta Hermione, esos pensamientos no son de Dios!

Eso casi la hizo reir, sino fuera porque el muy maldito casi la agarra.

Jura que fue precavida, las palabras de Draco Malfoy se instalaron en su mente y no tuvieron la intensión de irse. Nunca había querido agradecer a Malfoy por lo que salia de su boca -claro, ella sabe que fue planificado, ayudarla para luego no sufrir las consecuencias, él chico es astuto-, gracias a su advertencia a donde sea que iba estaba en alerta máxima, desde esquivar empujones y evitar a Ronald su vida se hizo un poco mas sencilla. Incluso sacar su trasero de la vista periférica del patriarca Malfoy, pero al igual que su hijo él es astuto.Vino en un momento del día en el cual no suele estar presente, uno en el que justamente todos los elfos domesticos estaban preparando un gran banquete para el Lord. En ese momento atacó.

Las reglas que impuso Voldemort para los esclavos del castillo eran simples:

- Seguir las ordenes de su amo.

- No faltarle el respeto a ningún sangre pura o superior (mestizos con reconocimiento ante el Lord).

- No salir sin la orden de su amo a menos que sea para cumplir sus labores diarias.

- Ser invisibles.

-Nunca olvidar que le pertenecen y le responden solo a una familia y al rey dela comunidad mágica.

Normas básicas que aseguran que no molesten y no se organicen.

Todo lo demás fuera de eso no estaba especificado. Los tratos sexuales a los esclavos no era algo que le interesara a Voldemort, por lo que no gastaría su preciado tiempo en escribir una ridícula regla en su referencia.

La verdad de los sangre suciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora