18. Visita Especial

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Alma despertó realmente muy relajada, al fin era viernes, no podía creer que esa noche fuese a tomar un avión solo para ver a Aaron «¿Qué había hecho ese hombre con ella? ¿Cómo le podía tanto si no lo conocía de nada?» Se preguntaba una vez más. En realidad, eran muchas las preguntas que se hacía, sus dudas eran enormes, pero todas ellas se esfumaban en el mismo instante en el que oía su ronca voz, para ella realmente era algo nuevo.

Salió de la cama y empezó a empacar ropa, zapatos, algo de su linda lencería sin estrenar, también un par de sexys batas de dormir y sus efectos personales, entre ellos los anticonceptivos que había empezado a tomar la semana anterior. Luego de que la doctora Adams se lo permitiera. Una vez que terminó se dio una ducha y se vistió para ir a trabajar. Los viernes podían asistir a la oficina en ropa casual, por lo que se decidió por unos vaqueros desgastados, una camiseta blanca con estampado azul, un blazer color fucsia. Combinó su atuendo con unas sandalias de tacón corrido y la cartera en tonos nude, recogió su cabello en una trenza de lado y se maquilló solo un poco como era su costumbre. Cuando estuvo lista, llevó su maleta hasta la puerta, revisó que estuviera todo en orden, le dejó agua y comida a Chuck y se despidió de él. Bajó hasta el estacionamiento, colocó la maleta en el portaequipaje del auto y enrumbó a la oficina. Al llegar, Debbie ya estaba en su lugar como era costumbre.

- Buenos días Señorita Alma.

- Buenos días Debbie, ¿Irina está en su oficina?

- La señorita Irina aún no ha llegado ¿Necesita algo? Le puedo decir a Jessi.

- No, no te preocupes, sólo necesito que me avises ni bien llegue ¿Qué tenemos para hoy?

- Sólo tenemos la entrega del informe del Conglomerado Latinoamericano a las doce.

- Bien, por favor Debbie después de esa hora no quiero llamadas, reuniones ni nada, todo déjalo para el martes.

- Está bien señorita Alma ¿Algo más?

- No Debbie, es todo. Gracias.

Entró a su oficina y se apresuró a revisar el informe del Conglomerado Latinoamericano, era uno de sus más grandes y fieles clientes, por lo que tenía que estar todo en perfectas condiciones.

Aaron llegó al trabajo y su cara debió ser de completa alegría, pues Dom no demoró en escrutar sus gestos y movimientos, detestaba que lo hiciera, pero él era uno de los mejores en ello.

- Ayer eras un completo desastre y hoy te ves radiante Miles ¿Qué hiciste anoche?

- ¿Me estás interrogando Green?

- Tómalo como quieras, pero a ti te pasa algo. Suéltalo de una vez Miles, igual me lo terminarás contando - Sonrió pues a ese hombre no se le pasaba nada.

- Invité a Alma a pasar el fin de semana conmigo - Vio cómo los ojos de su amigo se abrían y levantaba las cejas casi hasta el nacimiento del cabello.

- No puedo créelo Miles, esto va malditamente en serio.

- Vamos con calma Dom, somos solo... Amigos.

- Calma mis pelotas Aaron, inténtalo, no pierden nada - Negó con la cabeza sonriendo, tal vez le haría caso a ese loco.

- ¿Por qué no la llevas a almorzar a la casa? Maggie estará encantada de conocerla.

- No me parece mala idea, se lo comentaré a Alma. Pero, por favor no hablemos de trabajo delante de ella.

- Está bien, sabes que por mí no hay problema.

Media hora más tarde, mientras Alma seguía sumergida en sus reportes, sonó la extensión, era Debbie indicándole que Irina ya había llegado, le echó un último vistazo a los reportes que tenía en la mano y se dirigió a la oficina de Irina, necesitaba avisarle de su repentino viaje y pedirle un par de favores. Tocó la puerta de y su amiga le dio el pase.

- Buenos días Irina - Saludó.

- Buenos días Alma - Tenía que ser clara y directa.

- Te voy a contar algo y necesito saber si me puedes ayudar - Irina la analizó y enarcó sus cejas mostrando interés en lo que tenía que decir.

- Por la cara que traes, me imagino que es algo que tiene que ver con el maravilloso Aaron, así que soy toda oídos, dime para qué soy buena - Sonrió, su amiga la conocía bien.

- Sí, tiene que ver con Aaron... Me ha invitado a pasar el fin de semana con él... En Los Ángeles - La cara de Irina era de sorpresa total.

- ¿No te habrás negado, cierto? - Alma negó con la cabeza - Bien, en ese caso, dime para cuándo sería esa mini luna de miel.

- Para... hoy - Dijo levantando las cejas y su amiga puso los ojos como plato.

- Wao, eso sí que es rápido - Ella le mostró una sonrisa pícara - Sí que tiene urgencia por verte. Me parece increíble verte haciendo estas cosas Alma, pero está bien, disfrútalo, te lo mereces amiga.

- Gracias. Entonces ¿Me ayudarás? - Ella asintió - Bien, en ese caso, lo primero que te voy a pedir es que me lleves al aeropuerto en mi auto para que luego lo dejes en mi apartamento y lo segundo es saber si te puedes hacer cargo de Chuck mientras no estoy.

- Cuenta conmigo amiga, hago lo que sea con la única condición de que disfrutes tu fin de semana al lado del chico maravilla - Sonrió ante el apelativo que le había puesto su amiga a Aaron. Conversaron unas cuantas cosas más y luego volvió a su oficina.

La reunión salió mejor de lo que esperaba, los clientes se fueron contentos con los números que les mostraron y habían renovado el contrato con la empresa por un año más.

Eran cerca de las dos de la tarde, Irina pasó por su oficina, habían quedado en ir al salón a acicalarse un poco, manos, pies, depilación y una limpieza facial, como todas las semanas. Se despidieron de las asistentes y les dieron la tarde libre. Josh estaba en una reunión fuera de la empresa por eso no sabía nada de lo del viaje. Fueron por algo para almorzar y luego al salón, estar ahí siempre las relajaba, estaba un tanto lleno y demoraron un poco en atenderlas, pero no tenía problema de esperar porque estaban bien con la hora.

El día se pasaba mucho más lento de lo Aaron quería, el humor de su jefe no mejoraba, seguían sin novedades y quería terminar con eso ya. Chicco había tenido que viajar ese día por un tema personal y no volvería hasta el lunes. Entre él y Dom se encargaron de avanzar con el trabajo que tenían algo atrasado. Cuando se dio cuenta de la hora eran casi las cinco, cada vez faltaba menos para que llegara Alma, eso lo hacía sentir algo tenso, trató de relajarse y se metió nuevamente de lleno al trabajo.

Cuando Alma y su amiga salieron del salón ya era tiempo de ir al aeropuerto, subieron al auto de la castaña y se dirigieron hacia allá. Había un poco de tráfico y llegaron con el tiempo justo. Alma hizo los trámites en el counter y luego de esperar un rato, la llamaron para abordar. Se despidió de Irina que le decía que no se preocupe que ella se haría cargo de lo que le había pedido y que disfrute. Subió al avión y se lleno de ansiedad, pero esta vez no estaba segura si era por el bendito despegue, o porque faltaba menos de una hora para volver a ver a Aaron.

Al fin había acabado el eterno día, Aaron salió directo a su apartamento, por suerte esa mañana fue la señora que se encargaba de la limpieza, el lugar estaba impecable. Se dio una ducha apresurado y se vistió con un vaquero claro, una camisa gris y zapatos casuales. Tomó las llaves del auto y salió con dirección al aeropuerto. Se sentía un tanto nervioso, no lo iba a negar, lo que le pasaba con Alma, no le había pasado con nadie, ella era más que especial. Estacionó el auto y antes de bajar le envió un mensaje indicándole dónde se encontrarían, bajó del auto y se encaminó hasta allá. Llegó al lugar y a los pocos minutos la vio a lo lejos, intentaba ubicar el lugar donde se debían encontrar, sigilosamente llegó hasta ubicarse detrás de ella y acercó su cara al oído de la muchacha.

- ¿Se ha perdido señorita? - La vio tensarse y lentamente se giró con esa hermosa sonrisa que la caracterizaba.

- Buenas noches Señor Miles - Contestó amena.

- Buenas noches mariposa - La tomó por la cintura y ella lo abrazó por el cuello, quedando a escasos centímetros, lentamente fueron rozando sus labios para luego perderse en un cálido beso - Bienvenida a Los Angeles - Dijo sobre sus labios y ella asintió divertida. Sin soltar su cintura del todo, tomó el equipaje de la castaña y la condujo hasta está su auto.

- ¿Te parece bien si vamos a mi apartamento a dejar tu equipaje y te cambies para luego salir a cenar?

- De acuerdo

Media hora después llegaron a su apartamento, Rocky como era costumbre salió a darle la bienvenida, pero al ver a la desconocida, la empezó a olisquear por lo que ella se puso un poco nerviosa, pero al instante, el animal le lamió la mano en señal de que le agradaba su nueva amiga, al parecer le sucedió lo mismo que a Aaron la primera vez que la vio. Pasado el momento tenso con Rocky, le pidió a Alma que lo siguiera a la habitación, donde dejó la maleta y le ofreció el baño, supuso que luego del viaje era lo que más quería hacer. Ella asintió, y sacó algunos de sus efectos personales para poder darse una ducha.

- Estás en tu casa, tómate el tiempo que necesites - Ella lo miró confusa - Iré a darle una vuelta a Rocky mientras estás lista.

- Bien, gracias - Dijo ella, dando media vuelta e internándose en el baño de su habitación.

Al volver, Alma ya estaba lista, llevaba un lindo y sencillo vestido azul, con sandalias altas y una chaqueta de mezclilla que sin duda le quedaban demasiado bien. Bajaron al auto y se dirigieron al restaurante de comida italiana, luego la llevó a pasear por algunas de las principales atracciones turísticas de la ciudad. Alma quedó encantada con el pequeño city tour que él le hizo, por último, terminaron tomando unas copas y bailando en un bar del Sunset Strip hasta pasada la medianoche que fue cuando decidieron volver. El camino de regreso lo hicieron enfrascados en una amena conversación sobre sus aventuras en los bares cuando era joven.

Llegaron al apartamento y al cerrar la puerta la tomó por la cintura, ella le daba la espada, la pegó más a su cuerpo, recargó la barbilla en su hombro y se acercó a su oído.

- Hora de ir a la cama mariposa - Le susurró meloso y la sintió tensarse.

- Tienes razón - Dijo ella y se giró a mirarlo, él no la soltaba - Pero ir a la cama no significa dormir, porque le informo señor Miles que no tengo nada de sueño - Sonrió pícaro y la besó, mientras caminaban a la habitación.

Al llegar, ella decidió darse un baño. Le indicó dónde estaban las toallas y se perdió dentro. Aaron se cambió la ropa por unos boxers y un pantalón de algodón. Cuando vio que Alma salía del baño envuelta en una simple toalla, con las gotas de agua resbalando por su cuerpo, sintió enloquecer. Llegó en dos zancadas frente a ella y la besó, al principio suave, luego desesperado. Alma tomó su labio inferior entre sus dientes y lo jaló suavemente, eso lo hizo soltar un gruñido, ella sonrió complacida, entendía lo que eso significaba.

Él soltó sus labios y ella hizo un mohín a manera de reclamo, Aaron sonrió malicioso. La colocó de perfil frente a la puerta del closet que era de espejos, y se colocó detrás de ella, que lo miraba algo sonrojada por el reflejo. Hizo a un lado su cabello y le dio acceso a su cuello, el cual besó suavemente. Tomó la toalla que la cubría y empezó a secarle el cuerpo muy delicadamente, dejando un camino de besos húmedos por donde iba pasando, entreteniéndose en su trasero, apretando levemente los dientes en cada una de sus nalgas. Alma lo miraba extasiada por el espejo, mientas se retorcía de deseo e intentaba tocarlo, pero él no se lo permitía.

- No mariposa, esta vez lo haremos a mi modo, no me puedes tocar - Ella se quejó un poco mientras él sonreía satisfecho, pues estaba llevando a cabo una de las fantasías que había tenido.

La giró para tenerla frente a frente apoyándola en la pared, el contacto con el frío en su espalda la hizo gruñir. Aaron continuó con el trabajo de pasar la felpa por su cuerpo, deteniéndose unos minutos en sus pechos, mordisqueando y succionando sus ya erguidos pezones. Abandonó sus exquisitos montes y bajó a su vientre lamiendo su ombligo, se acuclilló frente a ella. Llamó su atención algo que no estaba antes ahí, era un tatuaje con muchos símbolos, no era momento para preguntarle por él, ya lo haría luego. Empezó a secar sus piernas de abajo hacia arriba separándolas un poco, al llegar a su entrepierna soltó la toalla y deslizó lentamente su mano hasta rozar con suavidad sus pliegues.

- ¡Ah! - Gimió Alma y de inmediato tapó su boca con la mano.

- Estás muy mojada por aquí mariposa - Dijo soltando el aliento cerca de su monte de venus y vio cómo arqueaba la espalda. Lentamente empezó a hacer círculos con el pulgar sobre su excitado clítoris. Alma se retorcía y trataba de tocarlo nuevamente - Eres una mariposa muy desobediente, voy a tener que seguir castigándote - Soltó él con su voz ronca, sin más hundió un dedo en su interior, eso la hizo tensarse y empezó a mover las caderas buscando su propia satisfacción.

- Dios, Aaron - Escucharla con la voz jadeante logró aumentar su excitación y agregó un dedo más a su interior. Ella gemía desesperada y él seguía marcando el ritmo con sus ágiles manos. No pasó mucho cuando sintió que sus dedos eran apresados en su interior, sabía que estaba cerca, entonces aceleró sus movimientos.

- ¡Aarooon! - Jadeó Alma tensándose de inmediato y echó su cabeza hacia atrás clavando las uñas en sus hombros, explotando en ese sin fin de sensaciones placenteras. Aaron retiró sus dedos y los llevó a su boca.

- Sabes delicioso, mariposa - Lo miró un poco aturdida aún. Él se levantó y la tomó por el rostro dándole un beso en los labios - Ahora, es mi turno mariposa - Ella asintió. La levantó en sus brazos y la depositó suavemente en la cama mientras él prácticamente se arrancaba la ropa. Se colocó sobre ella, llenándose de besos y caricias ardientes. Cuando la sintió lista nuevamente se arrastró para alcanzar uno de los preservativos que estaba en el cajón de la mesa de noche.

- No es necesario - Dijo ella jadeante y él la miró algo confundido - Empecé a tomar la píldora la semana pasada - Aaron asintió y se acercó nuevamente, sus manos viajaron a sus pechos apretándolos deseoso mientras sus bocas bailaban una danza desenfrenada, en cierto momento ella atrapó su labio inferior pero esta vez lo succionó de forma erótica, cosa que lo terminó de enloquecer haciéndole soltar un gruñido.

Desesperado tocó sus pliegues volviendo a sentir su humedad, tomó su miembro y lo colocó en su entrada, jugueteando un poco, ella se quejó, lo quería dentro, entonces la penetró lenta y tortuosamente. Alma se retorcía entre sus brazos, mientras le iba dando embistes llenos de gozo. Se envolvieron en el placentero compás de sus movimientos, hasta que sintieron que ya no podían más. Aaron giró un poco las caderas, para hacerla sentir más y ella apretó su miembro en su interior gimiendo desesperada, dio tres embestidas más y se dejaron caer en aquella deliciosa tortura.

Aaron salió de ella y se tumbó a su lado, haber estado en su interior sin nada de por medio le había resultado bastnte estimulante, la sensación fue... Magnífica. Ambos trataron de volver sus respiraciones a la normalidad, una vez que lo lograron, la acercó y la abrazó, ella tenía la cara sobre su pecho y repasaba sus dedos sobre el tatuaje que tenía a un costado de su torso, adoraba que hiciera eso, mientras él hacía círculos en su espalda. Sin saber cómo fueron cayendo profundos.

Alma de MariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora