(Pasado...)
Hoy al igual que otros días, he querido gritar a los cuatro vientos mi mierda de vida pero, hoy al igual que esos días, no lo he hecho.
De nuevo el jefe increpó sobre mi apariencia, diciendo que no daba buena imagen al establecimiento dado que estaba marcado en mi ceja y pómulo creyendo que me la paso en peleas. Sin poder reprochar nada por ser el jefe, una vez terminó su aviso salí por la puerta de empleados a fumar un cigarrillo.
- ¿Hasta cuándo piensas seguir así?- me giré hacia esa voz, se trataba de Petra, mi compañera de trabajo y amiga.
- ¿Así cómo? - quise mantenerme ignorante cosa que le molesto.
- No te hagas el idiota, ¿no te das cuenta? Estas arruinando tu vida a su lado. - soltó afligida. Tenía razón.
Ella más o menos sabe de mi relación con Zeke, le cuento así por encima, pero ella fue testigo una vez de lo ocurrido.
Iba con Petra para acompañarla a su casa, ya que salimos demasiado tarde y no la iba a dejar sola por ahí. Todo el camino sentía que nos seguían, no sé si ella sí la verdad, pero no le quise decir nada, todo el trayecto hablábamos de cosas divertidas que nos pasaban con los clientes, chismes y cosas así. Hasta que llegamos a su portal y me despedí de ella con dos besos, algo normal.
- Cabron, hijo de puta - de pronto me cogieron del hombro con mucha fuerza. - Con que trabajando. -Su puño estaba tardando en darme.
Petra asustada no sabía que hacer y empezó a gritar mi nombre y por ayuda.- ¿Desde cuándo te gusta meterla?. - Me tenía agarrado del cuello y al estar medio aturdido apenas podía hacer nada para defenderme. - Nadie, escúchame bien, nadie excepto yo. ¿Me oyes? -apretaba más fuerte.
- ¡Basta!¡Para!¡Vas a matarlo! -Petra se tiró hacia él ganándose un empujón, pero gracias a ello me soltó.
-Hablemos en casa. - mi voz apenas se podía oír, me dolía incluso. -Ella solo es una compañera de trabajo, solo eso.
Zeke se quedó callado, siempre es así, primero da y después pregunta y detrás de ello vienen las excusas con su falso perdón.
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Cicatrices. (Ereri)
FanfictionLa forma en la que me decía que me quería, bien sea con la mano abierta o el puño cerrado, sus formas de demostrar que soy suyo, palabras que duelen más que puñales. Todo tiene su límite. *AU Ereri*