Sus ojos estaban grises. Un gris muy claro. El no quería hacerlo, el no quería matarlo.
Casi todo había acabado, pero aún así quedaba un gran vacío. Un vacío que nadie podría llenar. Habían personas tratando de levantarse con el último aliento que quedaba en ellos. Como había pasado?. Como era que el cuerpo de Catalina estaba sin vida?. Tantos amigos y ninguno pudo salvarla. Fue ahí y solo ahí que entendí que nadie puede salvar a nadie, solo podemos intentar proteger a quienes nos rodean, habrá veces que lograras protegerlos pero otras veces te quedará aceptar que no pudiste y ya no estarán. Vivimos en un proceso de recuperación constantemente porque no hemos sanado. Nos atormentan las muertes de seres queridos, de personas que no pudimos salvar y nos matamos poco a poco preguntándonos como pudo pasar. Siempre las heridas estarán abiertas porque no somos capaces de encontrar una manera de sanar. Siempre estaremos vivos pero muriendo. Las penas siguen a los vivos por que los muertos las provocaron.
Pasaron dos semanas y todo parecía tranquilo. Pero los ojos de Nickolas decían lo contrario. El no dormía, y apenas comía. Pocas veces Amber salía de su habitación y cuando lo hacía me evadía. Catalina era como el medio del bien y el mal, era el control de dos mundos. El humano y el sobrenatural. Miller tomó a los Sivit como de el, así que ya tienen un nuevo líder. Axel, Brus, Jay y Ryan se desaparecen en las noches cazando. No los vemos desde entonces. Solo dos semanas, solo dos y parece que ya hemos muerto.
Busque a Nickolas en su habitación la cual estaba destrozada por completo, pero el no estaba. Respire profundo sintiendo un nudo en mi garganta. Así estaba su corazón. Así el se sentía. Cerré la puerta y camine al jardín trasero sabiendo que ahí lo encontraría. Había silencio en los pasillos y el jardín estaba vacío a excepción de Nicko. Quien se encontraba frente a la lapida de su amada Catalina. Lucia muerto en vida, traía unos pantalones rasgados y una camisa en la cual el cabía dos veces.
—Dónde estaba cuando pasó? —preguntó sin girarse para mirarme.
—Estabas dónde tenías que estar — contesté.
—Yo tenía que salvarla —decía en un tono culpable.
—No es tu culpa Nickolas —respondí consiente de que esta conversación me llevaría a dónde siempre acabo. En el llanto, la culpabilidad y el desespero.
—Es mi culpa por no haberla amado más, por no decirle que ella era la mujer que siempre quise, por no perdonarla ni pedirle perdón, por no comprarle un nuevo perrito y por no haberla besado una última vez —. Esa fue la gota que derramó el vaso. Mis lágrimas pronto se hacían presentes y el pecho comenzaba a quemar.
—Nadie tiene la culpa Nickolas, nadie puede salvar a nadie. Si no hubiera sido ella, hubiera sido Axel y estaríamos viviendo el mismo dolor. Nadie puede salvar a nadie —. Las lágrimas en los ojos de Nickolas ya se habían secado de tanto llorar.
—Hizo lo correcto verdad? —preguntó mirando la lapida.
—Hizo lo correcto —contesté. No porque quisiera que ella muriera, no porque prefiera la vida de Axel antes que la de ella. Si no porque ahí demostró ser como nosotros lo que siempre reprochó por ser humana, ahí demostró lo que somos nosotros, una familia que da su vida por ella una de las grandes virtudes de Axel.
—Una reunión familiar a la que no estaba invitado? —preguntó una voz gruesa. Desde ese día Nickolas y Miller no se veían. Miller se acerco y abrazo a Nicko con fuerza.
—Es muy duro para nosotros —dije refiriéndome a su comentario.
—Para mi también lo es —contestó. Quedamos en silencio un par de segundos, pero Nickolas carraspeo.