Primer escrito

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•Antes de que empiecen con la lectura, me gustaría aclarar que yo no sé nada de la guerra, todo lo que escribí los saque enteramente de mi imaginación. Solamente se me dio la idea y la hice. Gracias por la atención, prosigan•

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Caminaba por el campo, la hierba y flores secas crujían bajo mis pies y la brisa de otoño acariciaba mis mejillas. El sol estaba oculto tras las nubes y mi cuerpo se estremeció por el nimio frío que atravesó la tela de mi suéter.

Frío y nublado eran signos de un buen día para mi.

Caminaba sobre campo abierto. Metros y metros de terreno muerto, pero con una voz tan viva al mismo tiempo. Este es uno de mis sitios favoritos, tan tranquilo y pacífico, con tantas historia que contar y todas aquellas memorias guardadas bajo estas tierras. Mi madre siempre me habló sobre este lugar, en donde actualmente se encuentra nuestra casa de campo. Lugar en donde muchos soldados perdieron la vida y muchos héroes fueron recordados.

A veces, si cierro los ojos, casi puedo oler la pólvora de las armas y puedo imaginarme el disparo de los cañones. La piel se me eriza al imaginar las tantas victoria de los uniformados, pero también la tristeza por los soldados caídos.

Me acerqué a la unas rocas acumuladas en un extremo del extenso bosque que se elevaba a un costado del prado. Recuerdo que mi madre me comentó que los soldados de la guerra civil se atrincheraban usando las grandes rocas que caían desde las colinas debido a los derrumbes que la lluvia provocaba. Se rodeaban con ellas y cavaban hoyos en la tierra para no ser vistos.

Tomé asiento en una de las altas rocas y respiré profundamente el aire limpio y fresco. Al mirar el cielo, por un instante pude ver cómo las nubes le daban paso al sol por unos momentos, momentos en los que un brillo desconocido llego a mis ojos. Bajé mi mirada para observar entre medio las rocas aquel brillo cegador. Descendí con cuidado de no resbalar y quite la tierra que me obstruía la vista del objeto. Parecía una especie de libro o quizás un cuaderno. Lo tome entre mis manos y me volví para sentarme en las rocas, otra vez. Al ojearlo mejor, pude verificar que efectivamente, era un cuaderno, tapizado en cuero marrón y desgastado debido al incierto tiempo que pasó enterrado entre las piedras.

Al abrir la tapa, en medio de la primera plana, se podía leer "Harry Styles, Sargento Mayor- Guerra civil de 1916-" - con bastante dificultad, por cierto, debido al desgaste de la tinta-.

Arrugando mi entrecejo continúe husmeando y al dar una ojeada rápida, pude ver que todas las páginas escritas, estaban escritas a mano, por tinta y pluma.

Comencé leyendo el primer escrito.

"22 de Agosto de 1920"

El día veintidós de agosto del año mil novecientos dieciséis, el General de la Brigada de la fuerza Inglesa golpeo a nuestra puerta para dar el aviso de reclutamiento militar. Mi padre estaba enfermo y las mujeres no estaban permitidas en la milicia, así que el único capas de trabajar para nuestra patria, era yo. Un joven de dieciocho años recién cumplidos, siendo reclutado para la guerra.
Ese mismo día, fui sacado de mi hogar y alejado de mis seres queridos para enfrentarme a la realidad de nuestro país.

El día de hoy, cuatro años después, logre un ascenso de rango bastante extenso, dejando de ser un simple soldado para convertirme en Sargento Mayor, teniendo en mi poder una pequeña tropa, que por fortuna, no ha tenido el disgusto de afrontar soldados caídos en mi cargo, aún..."

Todo estaba cobrando un maravilloso sentido, este diario era una especie que bitácora que debió pertenecerle al sargento Styles -Las memorias de un soldado en mis manos- Sin perder más tiempo, retome mi lectura mientras el sol era ocultado por las nubes nuevamente.

"... Han sido años bastante duros. Mi empeño físico no fue el mejor sino hasta después de nueve meses que pase en el campo de batalla. No tengo noticias de mi familia desde que fui ascendido, hace casi dos años. La última carta que recibí, me notificaba la muerte de mi padre, el cáncer por fin había detenido su corazón. No lloré, por más que hubiera querido, los días y noches entre fuego y metralla han logrado endurecer mi temperamento. Pero sí me preocupé bastante. Ahora, sin un hombre en casa- sin importar lo enfermo que estaba- nadie podría cuidar de mi madre y de mi hermana, la pequeña solo tenía diez años.

Hasta el día de hoy sigo esperando alguna señal de vida de su parte, mientras imagino que ella deben esperar lo mismo de mi. Ojalá sea pronto."

«love in times of war» l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora