Decimo tercer escrito

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•Se recomienda leer con la canción de multimedia, grax•

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"31 de septiembre de 1920"

En momentos así me doy cuenta de lo rápido que puede cambiar todo. De cómo puedes estar en la cima del mundo para luego terminar rodando cuesta abajo.

Fueron dos días increíbles. Mierda, hicimos el amor bajo la luna, en nuestro espacio. Disfrutando de las horas que pasaban, disfrutando del aire helado en nuestros cuerpos calientes, de la luz de la luna iluminando la íntima escena y cada orgasmo al que él llegó llamándome esposo.

Al día siguiente, nos levantamos y lo primero que hicimos fue marcar nuestro lugar especial con nuestra marca personal. Después de eso, continuamos con nuestro día esperando a reencontrarnos al caer la noche. Y así fue, lo lleve a mi tienda, nos recostamos en la cama y hablamos por horas y horas de nuestras vida juntos, de nuestros planes para el futuro, del nombre que le pondremos al perro y quien se encargaría de llevar a nuestros hijos a la escuela.

Estábamos juntos, felices y casados. Sus ojos brillaban y mi rostro dolía de tanto sonreír. Aún se sentía como mágico cuando desperté al día siguiente, sintiendo su respiración en mi cuello y su familiar mano apoyada en mi pecho.

Habías estado todo tan bien, ¡Mierda! Había encontrado una nueva inspiración para ganar esta guerra. Pero todo se arruino cuando escuche la sirena y los cañones prendieron fuego, anunciando la batalla.

Corrí afuera, el sol aún no salía y toda mi tropa ya estaba lista para pelear.

"¡Señor!, el enemigo penetro en nuestro terreno por el lado izquierdo del campo. Es la tropa del norte" me anunció el soldado Connery, hablando sobre el bullicio.

"Que alguien lleve a los enfermeros y demás personal a la base detras de los árboles, protejan las armas y resguarden las bombas. Que nadie cruce el medio del campo, es solo otra batalla más, podremos hacerlo" ordene mientras volvía a mi tienda a obtener todo lo necesario y salir al ataque.

Fue todo un caos, un infierno total. Disparos volando de norte a sur, los pólvora se metía entre mis fosas nasales con cada respiro que daba. Las manos me temblaban debido a la fuerza de las armas y la luz del día aún se veía muy lejos. Las potencia de los cañones hacía vibrar la tierra bajo mis pies y los gritos de mis compañeros tapaban mis oídos de forma sofocante y lo único en mi mente era poner a todos a salvo.

Fueron horas y horas de jugar entre la vida y la muere. Fueron horas de ardua batalla sin ningún tipo de tregua ni descanso.

Dispare las veces que fueron necesarias para evitar desperdicia balas, tome la vida de varios hombres esa noche y salve la vida de otros. Así continuó hasta casi el amanecer, cuando el enemigo dio la orden de retirada. Mis treinta y ocho hombres y yo acabamos molidos, heridos y magullados. Pero valió la pena si ni uno perdió la vida.

Nos reuní a todos en el campo para decir unas palabras cuando sentí unos brazos rodearme por detrás. Rápidamente me giré y me encontré con el rostro de mi amado.

"¿Señorito?" se supone que debería estar en la base. "¿Qué está haciendo aquí? No debería, no hasta que se haga revisión de terreno y nos aseguremos que no hay peligro".

"No podía dejarlo solo" me miró a los ojos. Su mirada estaba cristalizas y su rostro estaba pálido.

"Señorito, ¿está bien?" Le pregunté alarmandome pensando en que podría estar herido.

"Te amo Harry, dije que te amaría hasta el fin de mis días y lo hice"

"No, no, no..." Lo agarre de la cintura. "¿De qué está habla...?" Baje mis manos por sus costado y note la tibia y liquida sensación de la derrota. Temo al mirar hacia abajo, pero lo hice y una mancha color carmín adornaba mi mano y parte gran parte de su uniforme.

"Señorito..." Susurre comenzando a entrar en pánico sintiendo cómo se desvanecía en mis brazos. Mire a mis hombres y grite. "¡Traigan ayuda, busquen al Doctor Horan! ¡Rápido!" Me volví hacia el rostro mientras apoyaba su cabeA en mi regazo."Louis, escúcheme. Dígame qué hacer, por favor, no me haga esto, no cierre los ojos" gotas de agua salada habían comenzado a nublar mi vista mientras que de sus ojos aún abiertos brotaban lágrimas y lágrimas.

"Sargento" hablo con la voz débil y rota. "Amor, fue lo mejor que me pudo haber pasado. Le entregué mi amor, mi cuerpo y mi alma y nunca me arrepentiré". la sonrisa nunca se borro de su rostro.

"No, Louis. Esto no terminara así, tenemos una historia juntos, no acabe lo que recién comienza, por favor. No le prohíba a la luna dejar de ser testigo de nuestro amor" junte nuestras frentes mientas agarraba su mano, mis ojos lloraban dejando caer tibias lágrimas que aterrizaban es su rostro. "Lo amo, lo amo. Jure pasar mis días a su lado como su esposo y compañero, ¿recuerda? Hasta que ya no quiera ver el cielo de un nuevo día" acaricie su rostro sin dejar de mirarlo a los ojos. "Sin usted mis días serán oscuros y el cielo ya no será el inicio de un nuevo día sino el recordatoria de que ya no estará en mi vida".

"Con u-usted aprendí lo que es amar. Lo ame y lo amare por siempre, s-señor" con una de sus frías y temblorosas manos acaricio mi rostro suavemente. "Usted, Sargento Styles, fue mucho mejor que una cita en un restaurante caro" soltó una pequeña la risa sirviéndose la nariz. "Lo fue todo. F-fue todo mis momentos felices y mis lágrimas de e-emoción. Fue lo que s-siempre desee y lo que por fin encontré. F-fue el amor de mi vida, Harry Styles y siempre lo tendré en mi corazón".

Y con esa despedida cerró sus ojos, privándome de mi océano personal y bajo la palma de mi mano, el ritmo de su corazón se detuvo para dejar un vacío enorme.

Lloré lloré y lloré hasta que mis ojos se secaron, lloré hasta que mi garganta se irritó por tantos gritos desgarradores, lloré hasta que ya no tuve fuerzas para continuar.

El no lo merecía, era una persona muy bella y noble, hermosa por dentro y por fuera. El lo merecía todo, el merecía el mundo en sus manos, merecía la felicidad máxima y nada de tristeza. El merecía una muérete digna y no en este montón de mierda.

Fue una cruel pasada del destino dejarlo morir en mis brazos.

Ahora, estoy muerto en vida, esa es la verdad. La luz de mis ojos ha desaparecido y el oxígeno de mis pulmones nunca se sintió tan pesado. Mi tripulación me mira y sabe que no estoy bien y es que Louis Tomlinson se metió en mi alma y me arrebató la vida, lo que era mi vida se fue y ya no volverá.

Ya no quedan ganas de continuar y creo que por una vez en mi vida, renunciaré. Renunciaré a todo y a todos, renunciaré a la vida, renunciaré a la muerte. Renunciaré al paraíso y renunciaré al infierno.

Renunciaré a todo.

«love in times of war» l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora