Nada es lo que parece

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-          Muy bien, el siguiente en la lista es Behm.- lee la morena, para luego mirar a sus amigos mientras guarda el papel.

-          Entonces los chicos se encargarán de él, ¿verdad?- comenta Catalina, quien estaba sentada entre Yuna y Alba, frente a ellas tres estaban Miguel y Francisco, todos en una de las mesas de la librería.

-          ¿Crees que le debería decir a Marie todo esto? – murmura el rubio, quien no le presta atención a la de ojos dorados, pues conversaba con su compañero.

-          Creo que sí, quizás panique un rato, pero se le pasará.- le responde él, en un susurro.

-          ¡Fran! – gritan entonces las tres chicas, sacando a ambos muchachos de su conversación.

-          Perdón, perdón, ¿qué decían? – pregunta el de ojos azules, mirándolas.

-          Tú y Miguel irán a donde Adolph.- explica Cata, algo fastidiada.

-          Bueno, bueno, ya. ¿Dónde creen que esté? – duda uno de los mencionados.

-          En la cancha de básquet, él siempre está ahí.- responde rápido Alba, revisando su lista de notas, pero cuando sube la mirada, se encuentra con unos cuatro pares de ojos mirándola con curiosidad.- ¿Qué? ¡Es parte del equipo de básquet del colegio, cualquiera que sabe algo de esta academia debería saberlo!

-          Ya, ¿quién lo puso en la lista? – comenta Catalina, con una sonrisa de oreja a oreja.

-          Alba.- responden los otros tres, haciendo que la mencionada se sonrojara.

-          Ya, silencien, tienen trabajo que hacer ¿no? Fuera, fuera.- Ross, se gira y sale del lugar, avergonzada, a lo que todos atinan a reír y cada uno hace lo indicado.

Los muchachos se dirigen al coliseo, donde encuentran a su siguiente objetivo, era Adolph Behm, metro ochenta, rubio, ojos verdes, típico alemán. Estaba practicando algunos tiros, por suerte, estaba solo. Los dos chicos murmuraron algo, y con cautela cerraron las puertas con seguro, así nadie entraría a interrumpir su show. Se acercaron al muchacho y tras este lanzar la pelota, Miguel la toma al vuelo, sin dejar que este enceste.

-          ¡Oye, estoy usándola! – se queja Adolph, frunciendo el ceño y acercándose al muchacho de ojos negros, quien se la lanza a Francisco.

-          ¡Vamos Behm, hay que divertirnos! – grita el rubio, atrapándola cuando su amigo se la lanza.

-          Pasado mañana tengo partido, no puedo jugar con ustedes ahora.- responde el chico, comenzando a molestarse, no tenía mucha paciencia que digamos.

-          ¡Atrápala entonces! – esta vez la pelota vuela sobre la cabeza de Adolph, Miguel la atrapa tras dar un bote.

El alemán comienza a fastidiarse, viendo el plan de sus compañeros de curso. Rápido, corre hacia el de cabello negro, pero antes de llegar, este la vuelve a lanzar hacia su amigo rubio. Así comienzan a hacerse pases, evitando en todo momento que Adolph toque la pelota, haciéndolo enojar cada vez más. Hasta que se harta y da un salto más alto de lo común, cogiendo la pelota en pleno vuelo. Pero la cosa no termina ahí, pues los dos chicos se lanzan a por ella, corriendo hacia el rubio más alto, sin embargo, antes de que así sea, un enorme lobo de pelaje dorado se encuentra en su sitio, gruñendo hacia los dos muchachos.

-          Alba no se equivocó al decir que era uno de los nuestros.- dice Miguel, sonriendo de oreja a oreja, ya no corriendo hacia el canino, en cambio, ahora le daba espacio.

Mi Totem Soy YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora