Dóberman al rescate

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Era el fin de semana previo a clases, y los chicos paseaban por la ciudad. Estaban a unas cuantas cuadras del colegio, donde habían visto una buena tienda de música, vinilos, discos y algunos posters que querían comprar.

- Los vinilos están demasiado caros aquí, pudimos ir a otra tienda.- murmura Alba, mirando el precio de uno de los grandes discos que tenía entre sus manos.

- Sí, pero aquí están los mejores.- dice Cata, sonriéndole a su amiga, mientras busca entre los nuevos éxitos que habían salido.

- ¿Alguien conoce un atajo? Ya me duelen los pies, ¡llevamos caminando todo el día! - dice Yuna, algo fastidiada.

- Yo conozco un atajo.- dijo entonces uno de los clientes que se encontraba en ese momento en la tienda.- Está aquí cerca.

Todos se miran, y tras encogerse de hombros, deciden seguirlo, pues sabían que podría apañársela bien los nueve contra él en caso de que el tipo intente algo raro. Claro, que no se esperaban verse rodeados por otros diez hombres, todos armados, cuando entran al callejón por donde el hombre los guiaba.

- Al parecer nos esperaban.- murmura Adolph, mirando a los hombres que los rodeaban.

- Y estaban bien preparados.- susurra Nicolás, molesto.

- ¿Ahora qué hacemos? - duda Yuna, asustada, temblaba ligeramente, ella, Marie y Manuel estaban ocultos dentro del círculo que los chicos habían creado cuando se vieron rodeados.

- ¿Correr? - responde Marie, dudando que hacer realmente, ella no estaba hecha para esa clase de situaciones.

- Ustedes corren, nosotros los detendremos de momento.- dice Miguel, bajo, para que solo entre ellos se escucharan. No tenían mucho tiempo.

Y cuando los tres se disponían a correr, un fuerte ladrido los distrajo a todos, incluyendo a los hombres armados, pues tras este se escuchó el alarido de uno de los tipos al ser mordido por el doberman que había parecido en la boca del callejón.

- ¡Corran! - gritó Francisco, al tiempo que cambiaba de forma a la de un coyote, aprovechando la distracción de los atacantes, todos se dispusieron a hacer lo mismo.

Ya cuando en su lugar no habían animales, la balanza se volteó, favoreciendo a los Cambiantes, quienes poco a poco, hicieron caer a los atacantes anónimos. Todos miraron al doberman, quien con un movimiento de la cabeza, les indicó que lo siguieran. Tras mirarse un momento, dubitativos, atinan a hacerle caso, y entre todos lo siguen, incluyendo a Manuel, Marie y Yuna, quienes se habían ocultado tras un contenedor de basura, la japonesa en forma de búho, temblando aún de la impresión, se encontraba en brazos de la enamorada de Francisco.

Siguieron al perro por callejones alejados de la gente, hasta llegar a lo que parecía una entrada a un sótano, el canino bajó por las escaleras sin mirar atrás, pronto seguido por los demás. Una vez dentro se encontraron en lo que parecía una gran cancha de básquet, pero no tenía las líneas indicadoras de lugares de tiro y demás cosas. Ahí se encontraron con alguien que no esperaban ver hasta el inicio de clases... el director.

- Buenas tardes muchachos, se siguen al señor Rogers podrán llegar a las duchas, ahí verán casilleros con sus nombres, donde hay algo de ropa para que puedan vestirse.- dice el hombre, era alto, de piel morena y cabello ya lleno de canas, usaba lentes y tras estos habían un par de ojos negros. Usaba un traje negro de trabajo, algo con lo que se le vería normalmente en la escuela.

Los chicos lo miraron sin atender muy bien, más que nada por la sorpresa al ver al director en ese lugar, y mirarlos como si fuera cosa de todos los días que animales tan distintos anden juntos como mejores amigos, además del hecho que no habían atacado a nadie, como lo dictaba la naturaleza. Por último, al escuchar nuevamente un ladrido, esta vez exasperado, atinaron a seguir al canino, que había sido identificado como el conserje del colegio, Mike Rogers.

Habían dos baños de duchas y casilleros, para hombres y mujeres, Marie y Manuel esperaron en la gran cancha, algo confundidos mientras los demás se vestían. Para cuando salieron todos, había pasado cuarenta y cinco minutos, casi.

- Director, ¿me puede explicar que sucede aquí? - dudó entonces Yuna.

- ¿Por qué esas personas nos atacaron y se veían totalmente acostumbrados a nuestras formas animales? - preguntó Catalina después, sin dejar que el mayor llegue a responder la anterior pregunta.

- ¿Y por qué usted no se ve para nada sorprendido? - inquirió Alba, en esa ocasión, tan confundida como los demás.

- A ver muchachos, déjenme explicarles.- dijo el director, levantando ligeramente las manos, para evitar que lo interrumpan. - Hace muchos años, yo y otros profesores creamos esta institución para buscar a quienes son iguales a nosotros, cambiantes, como ustedes también.

- Verán que no son los únicos que buscan gente como nosotros, instituciones por todo el mundo se dedican a reunirnos y ayudarnos, pero deben tener cuidado, pues no todas tienen buenas intenciones.- explicó entonces María de los ángeles, la psicóloga del colegio, estaba parada junto al director, o lo estaba en ese momento, pues cuando ellos llegaron no recordaban haberla visto.

- ¿Y qué se supone que hacemos nosotros aquí? - duda Nicolás, con el ceño fruncido y cierta sospecha en los ojos.

- Protegerlos y que ustedes aprendan a protegerse, a cuidarse las espaldas y a sacarle lo mejor a su don como cambiante.- comentó el conserje Mike, con los brazos cruzados pero una sonrisa en el rostro.

- ¿Podemos preguntar en que pueden cambiar ustedes? Sabemos que el señor Rogers puede tomar la forma de un doberman, pero si ustedes son como nosotros ¿a qué pueden cambiar? - Yuna dijo, acercándose a los profesores con cierta cautela, pues aún se encontraba temerosa después del ataque.

- El director Ivanov es un caribú, y yo, un gato.- sonríe la psicóloga, intentando tranquilizar a Kusatsu con el gesto.

- Me parece justo que ustedes sepan entonces que somos nosotros.- comenzó a decir Miguel, pero fue interrumpido por el conserje.

- Ya lo sabemos, tranquilo.

- ¿Tienen más dudas? - preguntó el director.

- ¿Qué vamos a hacer mientras estamos aquí? ¿Cómo aprenderemos a protegernos? ¿Quiénes más son como nosotros? No somos los únicos en el colegio, ¿verdad? - soltó entonces Catalina, una avalancha de preguntas que reflejaban su curiosidad.

- Entrenaremos, así aprenderán a protegerse. Y sí, hay más chicos en el colegio que son cambiantes, poco a poco los irán conociendo.- le respondió el director, con una sonrisa.

- Pero por ahora, descansen, mañana los presentaremos al grupo.- murmuró Mike, acercándose a Francisco y palmeando su espalda, este le regaló una sonrisa, antes de acercarse a donde Marie y abrazarla.

- No quería involucrarte en esto, perdón, es nada genial de mi parte.- susurró, sin dejar de estrecharla entre brazos.

- Tranquilo tonto, no pasará nada.- le devuelve el abrazo, probablemente toda la gente en esa sala se derretía de la ternura de la escena, incluso Nicolás, que no era de cosas tiernas.

- Mañana empezamos entonces.- dice el rubio, cuando por fin se separa de su enamorada, determinado a protegerla.

- ¡Así se habla! - gritó Miguel.


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Lo prometido es deuda (aunque atrasada), aquí está el siguiente capítulo.

¡Gracias por quedarse con nosotras!

Un saludo,

Neko20196 y Maclavillar3996

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⏰ Última actualización: May 22, 2015 ⏰

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