Jason

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¿Así será su final?

Las altas montañas nevadas no podían verse más calmadas.

Con el pasar del tiempo lento, pues no se encontraba vestigio de algo que midiera el mismo. Etéreo, como debería ser, sin forma ni presencia. Una pausa eterna.

Lo dilucidaba de esa manera, con la mirada perdida entre el techo abierto con el gran bestialismo que era una explosión. El lugar era testigo de semejante combate que dejaría cientos con la boca abierta. Un solo hombre, contra decenas. Un enjambre o batallón entero contra Jason Todd era sin una alguna algo que los mismos dioses no podían ignorar.

Alguien que fue un chiquillo perdido desde su alumbrar hasta ese día. Aquel día en que estaba tendido bajo una gruesa capa de nieve, con una pierna flexionada y la mirada perdida en el cielo gris que regalaba el clima.

Podía saborear su sangre, espesa, abundante, tragando la misma para no ahogarse, el cuerpo estaba inmóvil producto del desgaste en combate y la herida sobre su abdomen no daba buen pronóstico de su estado.

Dejo escurrir un poco del líquido carmín que ya era demasiado para beberlo. Esperando la hora que fuese para poder abrazarse a un entendimiento de antaño no tan lejano. Oh, jamás espero acabar de otra manera, ¿O sí? En una misión suicida, con una grave herida que ni el mismo destino podría salvarlo. La muerte le proclamaba hacia años cuando le fue arrancado de sus huesudos brazos y ahora los demonios parecían haber cumplido el cometido de la parca.

Su mirada se nublaba. Parsimonioso, callado, buscando con una mano entre los bolsillos su último tabaco. Relamió los labios agrietados por el frío y escurridos por la sangre antes de poner el pitillo en la boca, teniendo la consideración de buscar su encendedor que no fue más difícil de agarrar y encender que el propio cigarro. Los músculos se le estaban entumiendo, producto del frío y del desangramiento.

¿Estaba arrepentido? ¡NUNCA!

Había hecho lo que quería. Cuanto quería y como quería. Asesinado a todas esas porquerías que no necesitaban seguir respirando y haciendo negocios propios para seguir funcionando en ese negocio. Sí, Red Hood fue conocido en el bajo mundo. Temido por algunos, cuestionado por otros y subestimado por pobres diablos que estaban bien muertos hacia mucho. Tuvo un equipo, que le fue arrebatado por el tiempo y su mal destino como siempre. Y otro, que peleo con él hasta el último aliento. Y ahora ahí estaba, escupiendo casi sus entrañas, llenando su estomagó con su propia sangre y el poco aliento que le quedaba con el humo del cigarro.

Dolía. Pero ya no era tanto.
Cerró por un momento los ojos, dejando consumir el vicio viejo y llenándose de satisfacción por vencer a esos bastardos.

Estaba satisfecho. Vivido lo poco vivido como quiso.
Relamió por último sus labios, perezosos, sin fuerzas, dejando salir una risa seca.

Jodida mierda.
Pero como fuera, en el infierno lo estaban llamando. 

Drabbles / One shot - DCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora