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Cayendo en tentación

Ya habían pasado más de seis meses, y me gustaba el tiempo que pasaba con ella, era una chica muy parlanchina, pero lo más curioso era que no le importaba que yo pensara diferente o que estuviera de acuerdo con ella, era muy claridosa y sus conclusiones muy bien argumentadas. Me hacia sentir estúpido sin la necesidad de decirme grosería alguna; además, era muy divertida.

Hoy, después de días de ir al parque, la misma cafetería de siempre, el centro comercial y muchos otros lugares "divertidos", fuimos nuevamente al cine.

Esta vez, yo escogí una película de cine independiente, la cual era muy entretenida, pero aún así no dejaba de mirarla a ella. Hoy Marinette estaba sumamente callada, se limitaba a negar o afirmar con la cabeza y me sonreía sin mucha expresividad.

Después de media película me decidí por preguntar.

— Hey ¿Te sucede algo?— susurré y pasé mi brazo por detrás de ella, abrazandola por los hombros. Marinette respingo en respuesta y eso me dio a entender que su cuerpo estaba presente, pero en su mente ella estaba divagando.

— N-nada.— Tartamudeo y eso me hizo enarcar una ceja.

— Mari, si te pasa algo, puedes decirmelo.

Con la luz de la pantalla pude ver sus expresiones, analizando mis palabras para seguido de esto, sonreir.

— Bueno, supongo que ya llevamos tiempo de conocernos si contamos los días en los que no dejabas de hostigarme en mi mesa.— se giró a verme, sonriente.

Contagiado por la felicidad del recuerdo, asentí.— Buen punto, m'lady. Pero enserio, dime, nunca te callas y si lo haces es porque no dejas de pensar.

— Es que...— volvió su mirada vacía a la pantalla.— No, olvídalo.

— Vamos.— la apegue a mi y ella se estremeció.— Te prometo que no diré nada si es lo que te preocupa.

Pasó un pequeño lapso de tiempo en silencio, solo con el sonido de la película.— Es que es justamente eso lo que me preocupa. Tu silencio.

Fruncí el entrecejo sin entender mucho.— No comprendo.

Nuevamente giró su rostro a mi y me miró con lo que pude percibir con ojos acuosos.

— Me gustas Adrien.

Sentenció y ante sus palabras lo único que pude hacer fue alzar las cejas en sorpresa.

— Me gustas y mucho.— Seguian esos hermosos ojos azules mirandome sin vacilar.— Yo nunca me había sentido tan bien en compañía de alguien. Mis amigos del Colegio se mudaron de ciudad hace tiempo, y en la universidad todos piensan que soy rara. Además, eres el único chico que no intentó tocarme en la primera cita.

Vi sus manos temblar y una lágrima recorrer toda su mejilla hasta su menton. Y ahí fue cuando la pude comprender. Una chica cualquiera, pero a la vez fuera del molde, que esconde sus traumas e inseguridades detrás de su intelecto y siempre estando a la defensiva porque son las únicas herramientas con las que cuenta para protegerse de la maldad de las personas.

Con mi mano libre, tomé su rostro y limpie esa lágrima. La guié para mirarme y acerque nuestros rostros hasta el punto en que su nariz rozaba la mía.

— Tú también me gustas Marinette.— Vi con mis ojos entrecerrados como los de ella se abrían sorprendidos. Coloqué mis labios sobre los suyos, uniendonos en un beso tranquilo, tierno y suave. Debía ser delicado con ella en estos momentos o caería en pedazos.

Comencé a hacer movimientos y ella, torpe y lentamente se sincronizo conmigo. Me separé ligeramente para recuperar un poco de aire, para después inclinar mi cabeza al lado contrario en una posición más cómoda para ambos. Volví a besarla y pude sentir su sonrisa, y como había separado ligeramente sus labios pude incrementar la intensidad de nuestro beso.

Del Cielo al Infierno [AU Miraculous Ladybug]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora