Del Cielo al Infierno [AU Miraculous Ladybug]

VI

Buscandote en un lienzo blanco

Había despertado con la cabeza punzante y un horrible sabor en la boca. La vista se me complicó, puesto que al ir abriendo los ojos todo parecía borroso y una luz me cegaba por completo. Fui despacio, intentando acostumbrarme a aquella luminosidad.

Vi la silueta de algo, o más bien, de alguien; alguien que se acercaba algo a mi rostro y cuando lo puso directo en mi frente, me estremecí. Era algo completamente frío y húmedo, provocandome un escalofrío que me recorrió de pies a cabeza.

— Tranquilo, todo está bien. —escuché y abrí un poco más mis ojos, percatandome de que estaba en mi habitación, y lo más seguro, recostado en mi cama; aún así la luz seguía siendo demasiado intensa, por lo que tuve que cerrar los párpados de nuevo. La inseguridad de no saber nada con exactitud me hizo soltar murmullos, soltando preguntas sin sentido alguno.

—Shh. — escuché el arrullo de la persona. — Todo está bien, Adrien.

Esa voz.

Esa caricia en mi mejilla.

— Mamá... — murmuré.

— Aquí estoy... — la voz se escucho tan lejana que no supe diferenciar entre si era real o solo fue una alucinación.

Volví a quedar inconsciente.

Me desperté como si solo hubiese dormido un par de horas.

Esta vez no había luz que molestara mi visión.

Miré el reloj de mi buro y vi que eran las ocho de la noche.

¿Pero cómo? Si la última vez que revisé la hora en la fiesta de Chloe era de madrugada...

La fiesta de Chloe.

— ¡Marinette! —grité alarmado y me levanté como pude, pero al hacerlo un dolor bastante fuerte emergió en mi cabeza. — ¡Aagh! — al incorporarme se cayeron dos trapos, uno instalado en mi frente y el otro en mi abdomen.

Me volví a sentar en la cama ya que el dolor era insoportable. Cerré los párpados con fuerza y sobe mi frente con mi mano izquierda.

Escuché la puerta del cuarto abrirse y la luz se encendió.

— ¡Joven Adrien!—escuché la voz de Magde.— ¡No se levante!— Magde intento empujarme levemente para que me volviera a recostar en la cama, pero resistí.— ¿qué hace?

— Marinette... — susurre.— no sé dónde está Marinette.

— Lo sé, no paró de repetirlo mientras le curaba. Pero ahora no está en condiciones de ir por ella. Tiene fiebre y por lo que veo no ha disminuido su dolor de cabeza.

Sonaba sensata, por lo que no tuve más remedio que suspirar y hacerle caso, recostandome. Ella colocó nuevamente los trapos en mi cabeza y mi abdomen.

— Abre la boca. — lo hice y ella puso un termómetro. — Ya vuelvo.

Se marchó del cuarto no por mucho tiempo, al volver, llevaba consigo un plato con sopa caliente. —Con esto mejorará un poco.— me sonrió quitó el termómetro de mi boca, no me dijo mi temperatura, solo la vio y dejó el aparato en el buro.

Acomodé mi almohada para no ahogarme al momento de comer.

Ahora es cuando reconozco que hice muy bien en rescatarla de la tormenta. Es muy cariñosa y atenta. La madre que yo hubiese esperado tener.

— ¿Se puede saber cuanto tomó? — fingió un tono molesto y yo solo me limité a reír.

Gracias a Magde pude curarme más rápido, sin embargo ella no quiso que me arriesgara y saliese en cuanto estuviera bien, me obligó a reposar un día más.