–Creo que... –empezó rompiendo el silencio Drew.
–Lo mejor es... –dijo Garely al mismo tiempo.
–Sigue tú, Garely –cedió Drew.
–Yo no deseo quitarte más tiempo...
–Pero si quien está quitando tiempo soy yo. Yo presioné para que vinieras y no te he causado muy buena impresión, ¿cierto?
–La verdad, no me agradó nada el episodio en la cafetería; sin embargo, tú manera de ser con la pequeña... ¿tienes doble personalidad? –bromeó, riéndose.
–No... al menos eso creo –él sonrió, sinceramente– es que tengo un... como podría llamarlo... un problema con las personas que fingen.
–¿Eh? –Garely lo miró sin entender– ¿Cómo lo sabes si no conocías a nadie en la cafetería, o me equivoco?
–No, pero ya he conocido lo suficiente. Sé de lo que hablo, Garely; pero –su rostro se ensombreció– los periodistas son los peores.
–¿Los periodistas? –inquirió notando el cambio de humor en Drew.
–Sí, señorita Vaughn. La prensa... no soporto a la prensa.
–Pero... –Garely no entendía esa actitud, un enigma más en ese hombre–. Es natural que seas centro de atención y también muy humano que estés cansado –concedió.
–Es mucho más que eso... –giró Drew por un instante, parecía contener una avalancha de emociones– ¿tú nunca te has molestado con la prensa? –inquirió.
–No... –negó, con poca seguridad.
–¿Nunca se han entrometido en algo que odiaste? –preguntó Drew y Garely recordó de inmediato... aquellos horribles meses de convalecencia.
La prensa jamás se había comportado cruelmente con Garely... hasta ese día. Después del accidente en la pista, se empezó a especular toda clase de conjeturas. Que si ella había estado desconcentrada, que ya no le interesaba su carrera, que estaba al borde de una peligrosa adicción... ¡Había sido infernal! Y solo empeoró cuando surgió la noticia de que había roto con su novio, eso fue fuente de más suposiciones, de peores... incluso llegaron a decir que había querido suicidarse, que por eso estaba débil y fracasó en la pista. Por eso tuvo aquel maldito accidente.
Garely no tenía conocimiento de esto, hasta que un día se le ocurrió prender el televisor. Estaban transmitiendo noticias y de pronto empezaron los minutos de farándula. Ella era un titular. Ella y su... ¿problema con drogas? ¿Su rompimiento con Dirk? ¿Su frustrada boda? ¿Al borde del suicidio?
¿Qué diablos estaba sucediendo? ¿Quién había inventado tantas estupideces?
Se levantó furiosa o lo intentó. Llamó a una enfermera y pidió histérica un teléfono para comunicarse con sus padres. Debían haber escuchado algo. ¿Por qué nadie dijo nada? Era su vida, tenía derecho a saber de ella, lo que se decía de ella, al menos.
Su madre llegó alarmada. Garely preguntó directamente y su madre le restó importancia; aunque Garely insistió, quería que esos rumores se terminaran ya y estaba más que dispuesta a conceder una rueda de prensa. Su madre se opuso, aún no estaba completamente recuperada. No obstante, a ella no le importó.
–La verdad... sí –Garely admitió, con oscuros recuerdos en sus ojos–. Cuando estuve alejada de las pistas... en recuperación. Todo lo que se dijo fue terrible; y, lo peor, solo era una mentira tras otra.
–Tengo una idea clara –aseveró Drew mirando más allá de ella; en realidad, su mente estaba muy lejos de ahí– entre otras razones, es por eso que no doy entrevistas bajo ningún concepto. Odio las cámaras.
–Yo no –negó Garely– yo concedo entrevistas siempre, a pesar de lo sucedido. Comprendí también que no todos los medios son iguales.
–Eso no interesa cuando la intención es la misma, solo que unos lo hacen abiertamente y otros sencillamente... no.
Habían caminado un largo tramo y Garely sintió una ligera molestia en su tobillo. Por un segundo hizo una mueca, aunque trato de aparentar normalidad.
–¿Te sucede algo? De repente te has puesto muy pálida... –Drew observó y fue como un rayo, recordó que Garely no se encontraba bien–. Vaya, debiste decirme que el dolor inició nuevamente, lo había olvidado por completo.
–Yo también lo olvidé –afirmó, extrañada– pero creo que es mejor si nos sentamos. ¿Te parece bien?
–Claro, ven... conozco otro lugar. Prometo comportarme esta vez –Drew sonrió y Garely le correspondió la sonrisa.
Cuando estuvieron sentados, de nuevo, y con un café en sus manos estaban riendo divertidos; en realidad, la conversación había girado en torno a su gran amor: el patinaje. Era algo de lo que tenían pleno conocimiento y que adoraban.
–Pero, ¿hace cuánto fue la lesión? –inquirió Drew de pronto.
–No me gusta hablar de ello –evadió Garely, sin embargo él le dirigió una mirada dura–. Bien, hace poco más de un año.
–¿Un año? –preguntó, incrédulo– pero aún es muy pronto...
–Tal vez. No importa... yo necesitaba patinar. Es... no lo puedo dejar.
–Es adictivo –soltó– y sin sentirlo se convierte en una parte esencial de tu vida –comentó Drew anhelante. Era evidente que él extrañaba el patinaje.
–Por la manera en que te refieres a patinar –Garely sonrió– es lo mismo que siento yo; aunque, no entiendo, ¿por qué no has vuelto a patinar?
–Yo sí patino –contradijo, aunque algo vacilante.
–Sabes que me refiero al patinaje profesional. ¿Por qué retirarse?
–¿Por qué no? Decidí que quería hacer algo distinto con mi vida. El patinaje era parte de ella, cierto, pero necesitaba una... eh... profesión real –concluyó, con tan poca convicción que Garely no pudo más que quedarse mirándolo por un largo rato.
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Estrellas sobre hielo
Short StoryDos patinadores profesionales, un sueño destrozado, una nueva oportunidad de convertirse en estrellas. Esta es su historia.