Todo el mundo estaba allí, menos él. Pasados los pocos minutos que quedaban para que acabase el intermedio, actuaría una pareja y después se suponía que ellos. Sin embargo, Drew no daba ninguna señal de que fuera a venir. Todo a causa de la discusión... Ella había pensado que tal vez, solo tal vez él reaccionaría y... ¡estaba soñando tontamente! Sus sentimientos, ahora mismo se hallaban muy confusos. Ni siquiera sabía, si quería realizar ya aquella prueba.
Pero, ¿para que molestarse en aquella preocupación, si su propia pareja de pista no se hallaba allí? Sería mejor ir a informar a los jueces.
Estaba cerca de la mesa, cuando la sirena sonó anunciando que se volvían a reanudar las pruebas. Vaya, tendría que esperar a que la pareja terminara su ejercicio, pensó un tanto molesta. Miró un momento a su espalda, con dirección a la entrada. Nada. ¿Por qué demonios miraba? Sabía que no iba a patinar, pero aún guardaba sus esperanzas, para qué negarlo.
Un tango, ese era el tema que sonaba en la pista escogido por la pareja, que en aquel momento se hallaba dando toda su energía. Y realmente, lo estaban haciendo muy bien. Entendía por qué era la pareja favorita.
Aunque si miraba a su alrededor, veía algunos periodistas pendientes de ella. Dado que se había formado un gran revuelo al ver a tan extraña pareja participar...
No. Tenía que seguir ignorándolos. No tenía ánimo de hablar con ellos y menos en aquella situación.
Perfecto, ya estaban a punto de finalizar su actuación sin cometer hasta el momento ningún error. Cosa que no había logrado aún, ninguna de las parejas participantes.
–Siento llegar tarde, Garely –habló Drew, casi sin aliento y apareciendo a su lado.
–¡¿Qué haces aquí?! –Exclamó, sorprendida.
–¿Cómo que qué hago aquí? Pues vine –Soltó en tono seco por su actitud hacia él–. Vine por ti, sé que quieres patinar...
–No, tranquilo, esos ya no son mis deseos –respondió enfadada. A decir verdad, después de aquella discusión que tuvieron, no sabía cómo actuar ante él.
–No digas tonterías –señaló en tono un tanto altanero–. Por supuesto que quieres patinar.
–¡No! –replicó secamente, viendo como empezaban a llamar la atención de los que estaban a su alrededor–. Te has molestado tontamente al venir aquí... –dijo bajando la mirada y empezando a caminar hacia la mesa de los jueces quienes ya habían facilitado su votación.
–Un momento... –la detuvo por el brazo y la miró suspicaz–. ¿Qué pretendes hacer?
–Detener toda esta... –No supo que decir, cuando lágrimas asomaron a sus ojos.
–No te pienso dejar hacer esa idiotez –objetó, sujetándola por los hombros–. Garely, escúchame un segundo...
–No... –Se limpió los ojos, dándole igual dejar por su rostro un camino de rímel negro–. Ya es demasiado tarde.
–No, no lo es... –La volvió a detener, cuando ella caminaba dirección a la mesa–. Escúchame por favor, no es tarde. Sé que yo no quiero patinar más, pero lo que no puedo ser es un maldito egoísta. No puedo quitarte tu sueño, tu pasión por una decisión mía. Yo fui quien decidió dejarlo, pero también fui quien te hizo volver a intentarlo. Y lo que no puedo hacer, es matar ese amor tuyo por el patinaje.
–Drew, yo... –seguía llorando, mientras escuchaba de fondo el alboroto por la votación a la pareja favorita.
–Señorita Vaughn, señor Miller, acudan al centro de la pista –les informó un coordinador acercándose a ellos–. Es su momento.
–No –protestó entre lágrimas Garely, provocando que el pobre hombre trastabillara ante aquella respuesta.
–¿Perdone qué ha dicho? –volvió a preguntar tartamudeando.
–He dicho que...
–Que enseguida vamos –interrumpió Drew.
–No digas idioteces –gritó ella–. No vamos a participar, bórrenme de... –se giró a informar al hombre.
–Sí que participamos, y ya vamos a la pista –volvió a confirmar Drew, agarrándola de la mano.
–¡Dios! –soltó ella con rabia y alzando la mirada al cielo–. No le haga caso, yo... –se calló al escuchar como por los altavoces anunciaban sus nombres.
–¡Por favor, no se entretengan más! –los apresuró el hombre–. Y acudan al centro de la pista, si no quieren ser descalificados de las eliminatorias.
–Pero eso es lo que llevo un rato intentando decir... –gruñó Garely.
–Vamos, van anunciarnos por segunda vez... –apresuró Drew, tirando de ella con decisión.
–¡No seas estúpido! –intentó detenerlo.
–Muy bien, veo que no me queda otra alternativa al no quererme escuchar... –espetó con enfado el hombre, mientras la tomaba totalmente por sorpresa al agacharse y alzarla por las piernas echándosela a la espalda–. Ahora a patinar.
–¡Drew, estás loco! –soltó sorprendida y sonrojada–. ¡Bájame, que nos están mirando!
–Lo haré en la pista. No me das más opciones, mujer terca.
–Joven, joven –volvió a interrumpir el coordinador, yendo hacia ellos apresuradamente–. Los protectores de la señorita –informó con timidez, al no saber si actuaba bien ayudándolo.
–¡Oh! –se detuvo él–. ¿Me haría el favor si?... –Pidió amablemente.
–¡Ni se le ocurra! –amenazó ella al coordinador, levantando un poco la cabeza–. ¡Como lo haga yo!... ¡Oh! –ya se los había extraído, sin hacer caso a sus protestas.
Justamente en aquel momento, los llamaban por tercera y última vez a pista, con el aplauso incluido del público. Se sentía completamente abochornada por la entrada que estaba haciendo, gracias a Drew. Con el trasero de cara a los jueces, que poco ético, pensó con horror. Y lo notó al ver como el público detenía repentinamente sus aplausos al ver tal entrada, era obvio que sabían que allí ocurría algo. Nadie se atrevería hacer una entrada como aquella. ¡Gracias Drew, por el gran espectáculo que estaban dando y por lo que quedaba por venir!
–Bájame, Drew... –pidió entre dientes.
–Por supuesto pequeña caprichosa, sino no creo que pudieras patinar –soltó entre risas, y mirándola a los ojos–. Garely... –suspiró al ver su decisión reflejada en la mirada feroz que le lanzaba–. Quedan unos segundos, antes de que empiece a sonar la melodía...
–Me da igual, yo...
Las primeras notas empezaban, sin que ellos hicieran nada por ubicarse. El público lo notaba al igual que los jueces, allí ocurría algo. Sin embargo, no se escuchaba nada en el gran pabellón, ni un alma. Simplemente, las notas de la pieza que habían escogido.
–Quiero patinar mi última vez contigo –musitó, sabiendo que aquello haría que le prestara atención–. Quiero estar presente en tu nueva aparición, ser testigo de tu nuevo crecimiento. Cierto, después tendrás que buscarte a una pareja y será un poco difícil encontrar a alguien tan magnífico como yo... –bromeó, sacándole una breve sonrisa–; pero, también puedes hacerlo en solitario. Eres una nueva Garely, más fuerte y decidida que sabe que ama el patinaje. Por eso, quiero patinar esta última vez para mí y primera vez para ti después del accidente. Quiero que la gente se emocione contigo, que vean quien vuelve a ser una gran luchadora.
–Drew... –susurró con lágrimas en los ojos.
–¿Patinas? –pidió con voz dulce, justo cuando empezaba a escucharse la voz de una mujer.
–Sí... –sonrió entre lágrimas, feliz.
ESTÁS LEYENDO
Estrellas sobre hielo
Short StoryDos patinadores profesionales, un sueño destrozado, una nueva oportunidad de convertirse en estrellas. Esta es su historia.