Capítulo 4

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Me puse muy nerviosa, era Bill, me di vuelta y estaba con su portafolio, su rostro estaba fruncido y estaba serio. No sé por qué me agarró un tipo de miedo.

— Si... Al parecer sí.. — dije tímida.

— Me alegro, señorita Schneider — dijo sin quitar su intimidante mirada — la veo a la salida, ¿Le gustaría tomar un helado conmigo?

¿Qué?, mi profesor «que apenas conocía por cierto» me estaba invitando a tomar un helado, no sabía si aceptar.

Apenas lo conocía, es más casi nada. Me miraba expectante, esperando respuesta. No sabía si aceptar, podría hacerlo tranquilamente, mi madre siempre estaba fuera de casa.

Pero por otro lado, él era prácticamente un desconocido, además era alguien grande, me pasaba por nueve años, no eran muchos, pero yo era menor de edad.

— _____tn, si no quieres venir, no te obligaré no pasa nada.

— No es eso... es que, usted es alguien grande y.. Apenas lo conozco... — dije sinceramente, me sorprendió de que haya dicho eso.

— No te haré nada, no soy un violador, ni mucho menos un pedófilo. Simplemente quiero formar una amistad con usted, ya que no tiene amigos, quiero que salgamos. — sentí mis mejillas arder. Fue tan dulce.

— Bueno... está bien. — dije, el sonrió.

— ¡Fantástico!, ¿Tienes que ir a tú casa para avisarle a tu familia? — preguntó.

— No es necesario, ella jamás está en mi casa. — y era cierto.

— Bueno... Haz lo que tengas que hacer y te espero en la salida, en un bmw, si no me vez, te tocaré bocina. — dijo y acarició mi mejilla, sonrió y se fue.

No podía creer lo que estaba pasando, ¡Mi profesor me había invitado a tomar un helado!, no podía ser cierto. Aunque, algo dentro mío decía que no confiara en él, ¿Qué podría hacer él?, era tan dulce, atento... perfecto.

— Correte del camino, gorda. — dijo la líder de las porristas.

Stefany, ella era muy mala conmigo, desde primaria que me trataba así, no entendía el por qué. Yo no le había hecho absolutamente nada. Pero siempre son así, se burlan del más débil, simplemente para subir su maldito autoestima.

Busqué mis cosas, cerré mi casillero y salí de allí, soplaba mucho viento, parece que se estaba por largar una tormenta, muchas chicas corrían para que esta no les agarrara. Por que 'sus cabellos se arruinarían'.

Lo bueno de no maquillarse y no arreglarse mucho el cabello era eso, ibas a seguir igual con lluvia y todo, sólo que más mojada.

Busqué el auto de Bill con la mirada, no lo encontraba por ninguna parte, escuché una bocina, me di vuelta, pero no me encontré precisamente con Bill, si no con mi madre.

Me quedé atónita, ¿Ella aquí?, ¿Qué hacía aquí?. Me encontré con que Bill me llamaba en ese preciso instante. ¿Qué haría ahora?

— ____tn, ¿Vamos? — dijo él a mi lado, diablos, mi madre nos iba a ver. Y eso es lo que pasó.

Mi madre frunció el ceño y bajó del auto, mierda, venía caminando algo apurada, algo enojada. Llegó a nosotros y miró a Bill de arriba a abajo.

— Hija, ¿Qué haces con este hombre? — cuestionó ella.

— Yo.. a.. — no sabía que decir,estaba muy nerviosa. Bill se me adelantó.

— Buenas tardes señora, mi nombre es Bill Skarsgard, soy el profesor de la señorita Schneider. — le dijo educadamente. Mi madre levantó una ceja.

— ¿Su profesor?, ¿Un profesor se acerca y le insinúa así a su alumna? — se justificó ella. Dios mío madre, cállate ya.

— Yo no le estoy insinuando nada, y menos a una de mis alumnas, usted se equivoca. Lo que en realidad pasa es que le había invitado a tomar un helado, ya que no tiene amigos. — dijo honestamente, me sonrojé, su forma de hablar, él, lo conocía apenas hoy y ya era alguien demasiado dulce.

— Por supuesto que tiene amigos, mi hija no es una fracasada. Tú eres muy grande para salir con una chica como ella, es menor. Podría denunciarte si quisiera.

— No eh hecho nada malo, simplemente invitarla a salir, no es una insinuación ni nada parecido. Usted se equivoca. — dijo Bill autoritario.

— Vámonos _____tn, no quiero que se vuelva a acercar a mi hija. — dijo sacándome prácticamente a la fuerza.

Entramos al auto, vi como Bill nos observaba, su mirada no transmitía nada, no podía entender lo que quizás ocultaba. Me miraba fijamente a mí, sus ojos, sus jodidos ojos.

Eran una locura, te envolvían con tan sólo mirarlo, en ese momento no sentí nerviosismo, no pensé ni en mi madre ni en la escuela, ni en nada. Era como si todo se hubiera evaporado. Nunca había sentido eso, mi madre arrancó el auto.

Comencé a perderlo de vista, sentí como esa sensación se desvaneció. Me preguntaba, ¿Por qué mi madre me vino a buscar?, jamás lo hacía. Pero elegía venir justamente hoy.

— Si ese profesor sigue en esa escuela, te sacaré de allí. — dijo de repente. La mire incrédula.

— Mamá... yo.. No tengo nada con ese profesor. Es más, apenas lo eh conocido hoy. Te pido que no seas tan... paranoíca. — digo con tranquilidad.

—¡¿Qué no sea paranoíca?!, parecía que se te estaba por tirar encima. Tal vez, tú no lo viste, eres tan inocente.

Me dolía, me dolía que fuera así conmigo, que jamás me diera la oportunidad de hablar, de expresarle como me siento. Pero se que eso jamás pasará. Siempre tenía que limitarme a callar, a encerrarme en mi mente, a no expresar, y eso algún día no aguantaría más.


Mi profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora