El camino fué silencioso, pero no era un silencio incómodo, era agradable. Me encontraba mirando a través de la ventana, el paisaje, viendo como todos salían de clases, Bill estaba manejando con el ceño fruncido, pareciera que nada más sonríe estando conmigo, o tal vez era solo una impresión mía.
— ¿Hubo algún problema con su madre ayer, señorita? — rompió Bill aquel silencio. Me tomó por sorpresa.
— La verdad... Se molestó un poco, pero bueno, no debe estar acostumbrada a verme con alguien más.. — dije casi susurrando, debo admitir que me daba vergüenza.
— Comprendo, digamos que, no soy de su edad, pero, quédese tranquila, no soy alguien peligroso. — dijo con una leve sonrisa en el rostro.
Era un hombre muy atento, sencillo y caballero, admito que no quedaban de aquellos hombres que respeten tanto al otro, o al menos eso veo. Condujo un poco más y se detuvo enfrente de una heladería, muy bonita la verdad. Habían poquitas personas, y algún que otro niño.
— Hemos llegado, déjeme abrirle la puerta — dijo, y se bajó del auto, me sonrojé, en serio que era muy atento.
Salió y me abrió dicha puerta, sonreí en forma de decir 'gracias', siempre que estaba muy nerviosa no me salían las palabras, además de que me daba pudor verlo a los ojos directamente, era muy intimidante. Al vernos juntos, se notaba la diferencia de edad.
— Buenas tardes, chicos, ¿En qué puedo ayudarlos? — dijo una chica en el mostrador.
— Queríamos dos helados, por mí parte uno de chocolate y vainilla, ¿Usted qué desea? — dice y me mira. No sabía que decir, no quería hacerlo gastar ni que se preocupara por mí, era mi primera cita.
— Emm...no lo sé, no.. quiero... — no podía responder.
— Insisto, dígame, y se lo compraré. — dice con una sonrisa, me ponía más nerviosa.
— Frutilla y Dulce de leche.. — dije cabizbaja.
— Excelente, ahora en un ratito se los alcanzo, ¿Algo más? — dijo ella sonriente.
— Sí, su nombre. — respondió Bill. No entendía porqué pidió su nombre.
— Victoria.
— Genial, Victoria, gracias. — dijo y fuimos a sentarnos.
Me quedé en silencio y pensando el hecho de que le haya preguntado el nombre, era raro, pero bueno...
— Le pregunté su nombre, porque cada quién tiene uno, y debe ser llamado por el, no por "chica", o simplemente no saber que decir para llamar su atención.
Me tomó por sorpresa, era tan distinto a los demás, sinceramente, cada vez que lo conocía más, más me gustaba,en el buen sentido claro. No sabía que decir de qué hablar o si hablar. Él estaba mirando el lugar, analizado, era muy correcto, me encantaba.
— ¿Qué piensa hacer en su futuro? — nuevamente, rompió el silencio.
— ...no sé, supongo que seguir estudiando, quiero ser psicóloga.
— ¿En serio? Que admirable de su parte. Yo además de ser profesor de Alemán, enseño historia. — lo miré sorprendida.
— que bueno... — moría de vergüenza, no sé el porqué, pero no podía no sonrojarme. Me miró y sonrió, nuestras miradas se conectaron.
— Chicos, acá tienen su helado. — dijo la chica que nos había atendido, entregándonos los helados.
— Muchas gracias, Victoria. Dígame, ¿Cuánto es? — dijo Bill, me sentía mal por el hecho de que él pagara, no me gustaba eso, pero tampoco podía reprocharle, si no podía hablar con él, menos me salía criticarlo.
— Venga a caja, así abona. — dijo sonriendo y Bill, me dedicó una tierna sonrisa, para dejarme mí helado, se levantó y se dirigió a caja.
Él era exageradamente alto, me imagino sí por ejemplo quisiera acariciarle el cabello, no podría, debía medir casi 2 metros y yo apenas media 1,57cm. Era muy poco, a comparación de él. Lo ví pagar, y bajé la mirada. Yo podría haber pagado mí helado, tranquilamente, pero no me dejaba. Volvió hacia mí.
— Espero lo disfrute. — dijo y empezó a tomar su helado, se veía muy tierno.
— No debiste haber pagado... — me animé a decir, pero en voz muy baja. Me miró.— No es problema para mí, señorita, en serio. Hagamos algo, sí le molesta, la próxima, pagamos la mitad cada uno, sí le parece bien — dijo amable. Asentí con la cabeza. Sonrió — bien.
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Mi profesor.
FanficSabía que él jamás me iba a corresponder, no solamente por la diferencia de edad, si no también por que simplemente era imposible. ¿Hay algo peor que el amor no correspondido?, sí; enamorarte de tu profesor.