Soy Louis Tomlinson, soy quien salvara a la raza humana y por eso los tengo que liberar de personas inútiles que no suman nada a esta sociedad. Para muchos soy un loco pero lo que no saben es que yo estoy a unos años luz de ustedes.
Soy muy intelig...
Suspire al ver que algún estúpido había pinchado la rueda, juró que su supiera quién fue lo iría a matar.
- ¿Louis? - Lottie me sonrió - puedes traerme esto - me alcanzó un pedazo de papel.
-Claro - la guarde en mi bolsillo - nos vemos-
-Adiós cuídate - cerré la puerta, tendría que usar el metro algo que no me gusta porque tengo ver sus estúpidas caras de disgustos y más que hoy los mocosos vuelven a clases después de las vacaciones de verano. Espero al metro. Estoy rodeado de decenas de personas en este andén sucio, maloliente. Es asqueroso. A mi lado, como siempre, un tipo sudoroso, mal vestido, mal afeitado, con su tipa cara de borrego porque es lunes
En que se convirtió la raza humana. Me causa náuseas al pensar en que se ha convertido. Veo hacía un tipo que comienza a toser. Oigo como carraspea y absorbe el contenido de su nariz. No puedo evitar sentir asco por todos ustedes. Por fin llega el metro. Subimos. Estamos apretados. Miro alrededor. Veo la cara sonriente de un tipo castaño, algo más alto que los demás. Mira con complicidad al hombre que tiene a su lado. Es más bajo que él y completamente moreno. No parecen de este país. Los dos dirigen la mirada hacia la chica morena que tienen justo delante. El tipo castaño acerca su pelvis contra ella, contra su culo. Maldito cerdo. Coloca como excusa la falta de espacio. Ella consigue girarse. Los dos tipejos ríen. Me dan asco. Miro para otro lado. Un par de niños no paran de hablar a gritos. Es su primer día de escuela. Ellos serán el futuro oscuro para la raza humana.
Intento concentrarme en otra cosa. No estoy estar aquí metido entre estos cerdos asquerosos. No quiero estar aquí metido. El puto castaño sigue molestando a la chica. El otro le ríe las gracias. Llegamos a una estación. Los dos extranjeros bajan del vagón, empujando a varias personas. Miro mi reloj. Los miro. Intento guardar cada gesto, cada rasgo de sus caras. Es posible que nos volvamos a ver. Dejo pasar los minutos. El metro se detiene en mi parada. Bajo. Salgo a la calle. Me siento aliviado.
Esperó que Nicol vea la sorpresa que le deje anoche. Veo los rostros de todos lo que pasan por al frente mío, tan cansados de tener que trabajar, de que otros le digan que hacer. Eso me sucedió a mi hace años atrás, cuándo mi psicólogo me recetaba tomar una decena de medicamentos para controlar mi esquizofrenia, yo fingí que me los tomaba porque yo nací así y uno debe de amarse como nació y pues soy perfecto, sólo me deshago de inútiles y de bellas damas que tienen que ser libre.
Me siento en el banco de la plaza para alimentar a los pájaros, siempre me han gustado las aves porque son libres, nadie les dice que hacer.
(...)
Narra Nicole.
Dejó mi celular sobre el mueble de la cocina, pero noto que hay un papel que dice "Hola ¿cómo estás?, sólo quiero decirte que te valla bien hoy en trabajo"
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¿Quién había dejado esto? ¿Quién había entrado a mi casa? Revise cada ventana y cada puerta, no había nada. De seguro fue Marc quién la dejo, me voy a tranquilizar mejor.
