Secreto de dos amigos (Scömìche Fanfic)

16. Hasta donde el universo me alcance

...necesito que hagas sentir amado de nuevo... Házmelo solo como tú sabes...

Su mirada decidida y su voz suplicante me revolvieron el corazón a mil, lo sentí latir con fuerza en mi pecho, y estaba seguro de que él también podía sentirlo debido a que había cero espacio entre nosotros.

Me dediqué a verlo unos segundos dudoso, a pesar de que literalmente él me lo estaba pidiendo tenía miedo de que se arrepintiera y tuviera un ataque de pánico de nuevo.

-Por favor Scottie... -volvió a suplicar con su frente pegada a la mía, su voz era temblorosa pero sabía que estaba hablando en serio, que era lo que quería y el leve movimiento de su cuerpo encima del mío lo confirmó.

Y esa fue la señal que yo necesitaba.

-Mitch-

Sí, lo sabía...

Estaba consciente de lo que le estaba pidiendo, o bueno, rogando. Sabía que para él escuchar eso de mi después de cómo había estado estas últimas semanas era algo bastante inesperado y de cierta manera nuevo.

No había podido tener contacto físico con nadie, no soportaba que alguien que no fuera él me abrazara o me rozara en lo más mínimo siquiera. Perdí la confianza en todos aquellos con los que había formado un lazo recientemente por culpa de ese idiota, me dejo marcado tanto física como psicológicamente y eso es algo que jamás podré borrar de mi memoria.

Pero ahora necesitaba sentir amor... Necesitaba sentir que todavía había alguien que pudiera tomarme con amor, entregarme todo de sí con cariño y delicadeza. Tenía la esperanza de que todavía alguien pudiese amarme tal y como era sin importar lo que pasara.

Y ese siempre sería Scott...

Me perdí en su mirada, esos profundos pozos azules del color del cielo, aquellos de los que me había enamorado desde hace años pero que jamás me atreví a aceptar por miedo.

Rápidas imágenes de algunos años atrás llegaron a mi mente abrumándome, burlas, inseguridades hacia mi persona que tuve que soportar por quien era, recuerdos que honestamente estaban fuera de mi control y que ellos solos se permitían el regreso.

Pero por primera vez no se quedaron por mucho. 

 Mi espalda tocó la blanda superficie e inmediatamente me sentí bien conmigo mismo;  aquel pequeño lugar que había sido testigo de la primera vez que me hizo suyo de la manera en la que debío ser desde un principio y que llevaba impregnado aquel embriagador aroma que tanto caracterizaba al hombre de mis sueños.

Scott Hoying

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Los segundos pasaron.

Los minutos corrían.

Y las horas aumentaban.

Me tomó algo de tiempo el darme cuenta que el mundo seguía corriendo, que las manecillas seguían sonando y que nuestros cuerpos seguían unidos. No había sonido alguno, todo era silencio puro en ese espacio.

Sus dedos acariciaban mi espalda baja como jugando a querer hundirse de nueva cuenta a través de mi; los centímetros de piel perlada en sudor se mantenían juntos por toda la extensión de nuestros torsos, podría jurar que eramos uno solo de manera literal...