Me senté en el sillón, rodeada por calidez, amor y ruido, el ruido dulce que provoca una gran familia ruidosa. Mi boca masticaba perezosamente un malvavisco mientras mis ojos viajaban directo a Andrew, viéndome atentamente, como si pensara lo mismo que yo.
Sí, ¿cómo diablos sucedió esto? Habíamos planeado desde semanas como pasaríamos las fiestas. Luego de rechazar invitación tras invitación, Andrew se decidió a trabajar toda la semana de navidad, para que así pudiera tener días libres y poder compartir algo de tiempo familiar. Cuidar a los niños y en cuanto se durmieran, pasar momentos juntos en pareja y aprovechar para disfrutar el uno del otro. Consideró comprar unos pasajes a Boston para visitar una de sus cabañas vacacionales, pero no había nada que quisiera más que quedarme en casa con mi familia.
Eso es lo que estás obteniendo, ¿verdad Sam?
Miré a mi alrededor una vez más. Técnicamente, todos ellos eran mi familia. Debra con sus pequeños, Tucker y Sarah, quienes estaban pasando por los brazos de todos hasta que el lado paternal de Ronnie se despertaba y los recuperaba para devolverlos a su carreola, donde podía ver a ambos bien de cerca y asegurarse de que todo estuviera bien. Leo estaba corriendo por allí, con Tris siguiéndolo, ambos empujando camiones de juguete que Chloe había sacado de su gran bolsa, luego de que empujara a Harry al interior con una pila de cajas de regalo en sus brazos. Mi suegra riéndose animada, su novio junto a ella, mientras ambos bebían ponche y seguían contando anécdotas que mis oídos aún no podían escuchar. Sally, sentada en un rincón, pareciendo encajar perfectamente usando ropa para nada como la que acostumbraba a usar, menos elegante, más acorde a su edad. Mis cuñados sentados en la silla pequeña, Anne sobre el regazo de Tate, una sonrisa brillante en su rostro, casi tan brillante como el gran diamante en su dedo. Y por último, pero no menos importante, papá, sentado en la mecedora con Abby en sus brazos.
Era un caos. Uno de los agradables, pero un caos en fin. Pensé que, con los niños emocionados por la navidad (bueno, con Tris emocionado, ya que Abby era muy pequeña como para notarlo), Andrew y yo tendríamos tiempo para deslizarnos dentro de la habitación y jugar un poco al travieso ayudante de Santa. Ahora, con toooodos a nuestros alrededor, era obvio que eso no era una opción.
Di un vistazo en dirección de Andrew de nuevo y él me hizo una seña con su cabeza. Lo entendí, creo, así que me puse de pie y la mirada de Chloe se fue a mí.
—¿A dónde vas, dulzura? No te estamos aburriendo ¿o sí? —preguntó ella, animada como siempre. Solté una risita y señalé a la cocina mientras me alejaba, intentando pensar una excusa.
—Sólo voy por algo de beber —dije finalmente, perdiéndome de su vista y en cuanto entré a la cocina, Andrew ya estaba allí.
—Oye, ¿tú enviaste un correo electrónico invitando a todos o algo así? —preguntó él, acercándose al refrigerador para servirse un vaso de agua. ¿De qué me estaba hablando?
—No, para nada. Sabes lo que teníamos planeado, al menos lo que yo tenía planeado. ¿Estás seguro que tú no llamaste a todos y lo olvidaste? —pregunté, apoyando mi cadera contra la encimera y Andrew sacudió la cabeza mientras bebía su vaso.
—Fui yo. —La voz en la entrada hizo que la cabeza de ambos girara en esa dirección y, allí de pie, estaba Tate, luciendo tan despreocupado como siempre, aunque más feliz si la gran sonrisa en su rostro era una indicación. Andrew, en cambio, tenía el ceño fruncido.
—Creo haberte dicho que teníamos planes, Tate. Íbamos a ser sólo los cuatros, a diferencia de la primer navidad que tuvimos como familia, así que ¿en qué estabas pensando al invitar a todos sin consultarnos siquiera? —le reclamó Andrew y llegué a él para sostenerlo del brazo, intentando calmar su ligera ira.
—Oye, no seas grosero Andy, tiene que haber una buena razón —respondí, tratando de convencerme a mí misma, a pesar de que también me frustraba un poco su actitud.
—Bueno, sé lo que planeaban, pero noté que muchas personas se quedarían fuera de su plan. —dijo tranquilamente, levantando sus dedos mientras contaba—. Tu padre; Sally, porque si celebramos en casa de mi madre o de la tuya ella no asistiría; Chloe y Harry, porque sus idas y vueltas son impredescibles y...
—Espera, ¿qué hay de tu madre? —pregunté, mirando a Tate y él puso los ojos en blancos.
—En un crucero a las Bahamas, o quién sabe donde. Ella no tiene un espíritu navideño, ¿sabes, linda? —le dijo, con media sonrisa—. Consideré que, ahora que mi ahijada está en la casa, podríamos finalmente pasar la navidad juntos como familia, toda la familia.
—Bueno... —comencé yo, endulzada por su declaración pero dividida por mi deseo de intimidad. Andrew me interrumpió.
—En verdad sería grosero que los echáramos a todos, y quizás es la única razón por la que se quedarán. Pero Sam y yo teníamos planeada una gran noche para ambos.
—Andrew —intenté razonar con él, pero volvió a cortarme.
—No, Sam. Es lo que te mereces. Te merecías unas noches, o al menos una sola, de adoración y todo lo que tenía planeado se vio opacado por esto y...
—Son nuestra familia, Andrew. —dije, resignándome. Lo miré con ojos suplicantes, para que él se rindiera también y dejara pasar esto, que lo aprovechara y disfrutara de lo que teníamos ahora—. Debes ser amable con ellos, porque nos aman y nosotros a ellos, Andy, y lo sabes.
Finalmente, resopló y asintió, sirviéndose otro vaso de agua. Entonces, giré mi mirada a Tate y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro, casi triste. Y luego, creció y se volvió la típica sonrisa pícara de mi cuñado.
—Además, deberían dejar de follar como conejos. ¿No tienen suficientes hijos?
—Bueno, tú no tienes suficientes aún, y con tu micropene, será mejor que yo me encargue en darle nietos a mi madre —se burló Andrew y solté una carcajada mientras compartían una serie de golpes y empujones juguetones. Mis ojos se dispararon hacia afuera, a la nieve alta que posiblemente llegaba hasta las rodillas y un surco que se dibujaba poco a poco, en dirección a la casa.
No sabía muy bien qué era hasta que oí a Leo gritar—: ¡Mamá! ¡El gato de la tía está teniendo a sus bebés!
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Luces de colores y dulces de miel (Mini-historia de Honey Girl)
Romans¡La navidad ha llegado y los Nicholson están de regreso! Luego de dos años de su regreso, Andrew y Samantha finalmente están establecidos como una familia y listos para festejar su primera navidad con la pequeña bebé Abby. Esperaban que fuera pequeñ...