Capítulo 4

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El lunes se tornó frío. Reneé le mandó un correo electrónico a Mark en Minnesota contándole que la temperatura, finalmente, había bajado a cuatro grados centígrados. Forzó una sonrisa imaginando su respuesta; en Minnesota había temperatura bajo cero. Finalmente, le contó acerca del Oldsmobile en el estacionamiento de la iglesia y cómo supo que estaría cerrado sin llave. No le contó lo de las cartas a Oldi. No quería que Mark le dijera que estaba loca al intercambiar notas con un desconocido. Más tarde, ese mismo día Mark contestó expresando su agrado por el 442 y amenazando con enviarle nieve. Todavía sonreía por lo que había leído cuando David entró en su oficina. Le transmitió su sonrisa y él sonrió en dirección a Kelly antes de cruzar al escritorio de Reneé.

—Me preguntaba si la tendrías—dijo señalando la computadora.

— ¿Perdón? —preguntó confundida. Si bien era cierto que La Bestia la tenía harta, no creía que David le estuviera preguntando por su trauma emocional.

—La pata, pensé que podrías tenerla.

Reneé lo miró fijamente. ¿"Pata" sería algún nuevo término de computación que debía conocer? ¿La conocería si lo tuviera? En una ocasión David le había preguntado cuánta memoria tenía y ella le había contestado que dependía del día y de cuánto hubiese dormido la noche anterior. Luego de varios terribles minutos de confusión, finalmente se dio cuenta de que le estaba preguntando de la capacidad de su computadora, no de la de ella.

— ¿Pata? —preguntó Reneé con la mente en blanco.

David se acercó al escritorio y tomó algo que estaba apoyado sobre el monitor. Ella miró fijamente por un segundo sin darse cuenta que era la pata rota de su robo.

— ¡Ah, David, lo lamento! —exclamó—. La puse allí la semana pasado, se debe haber deslizado hacia atrás donde ya no la veía. Me olvidé, lo lamento.

David asintió con la cabeza. —Estaba trabada en la ranura de ventilación.

Agitó la pata y se dio vuelta para retirarse. Antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo, Reneé se puso de pie.

— ¿Tenía curiosidad por saber qué era antes?

David miró la pata que tenía en la mano. —Solamente un viejo trozo de metal—le dijo.

—Ah—Reneé se sintió desilusionada—, pensé que habría sido algo más interesante.

David se encogió de hombros y miró la pata como si ésta le diese una respuesta.

—No... no lo creo.

Se daba cuenta de que lo estaba poniendo nervioso.

—bueno, espero que la puedas reparar. Lamento haberme olvidado.

Se retiró casi huyendo hacia la perta en su apuro. Reneé fijó su mirada en él por un instante, luego se rascó la frente y decidió que era hora de tomarse un descanso. Sacó una barra de granola de su escritorio y la comió mientras hojeaba la última copia de la revista Florida CPA Hoy. Un artículo titulado "Cómo armar su propia página en la red" la mantuvo interesada durante tres segundos completos. Podría escribir una carta como la gente y armar su programa de planilla de cálculos para no tener problemas, pero, probablemente, atascaría toda la red de internet si intentaba crear una página.

Luego de pasar unas páginas, Reneé se dio cuenta de que no conocía el domicilio de David. Suponía que no residía lejos, por lo que se preguntaba si viviría en un edificio por el cual el pasaba todos los días camino a la oficina. No recordaba haber visto su automóvil, por lo que probablemente no vivía por allí. Él manejaba un viejo "Vega" en malas condiciones, el cual estacionaba detrás de las oficinas.

La belleza del corazón©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora