Capítulo 8

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Durante toda la semana, Reneé se preguntaba qué le iba a decir a Oldi. Si en verdad era joven y estaba disponible, no le interesaría escuchar que quizá ella estuviera enamora de otro hombre. Por otro lado, no era justo para él hacerlo creer que podría pasar algo entre ambos, no obstante, lo mucho que ella apreciaba la amistad que tenían. Reneé suspiró al acercarse a Oldsmobile el domingo en la mana. Miró por la ventanilla, luego abrió la puerta del vehículo y recogió la nota.

Hola, Sonriente: Me llegó la pieza para el techo convertible, ¡pero ahora está haciendo tanto frío! ¿Sabes? Estaba pensando, en realidad parece que te gusta mucho ese hombre del cual me hablaste. ¿Él lo sabe?

Reneé notó que el punto debajo del signo de pregunta era grande y estaba borroneado, como si hubiera dejado la lapicera apoyada mucho tiempo.

Seguramente no es asunto mío, Sonriente. Disfruto nuestra amistad por lo que es y no hay nada que ponga eso en peligro, si deseas continuar escribiéndome. Pero no quiero entorpece tu camino. Mejor entro a la iglesia. Oldi.

Reneé se quedó allí un largo rato antes de regar a su automóvil para contestarle.

Oldi, gracias por tu honestidad. Me haces pensar.

Luego de escribir eso, no pude pensar en nada más para decirle, aunque se quedó allí sentada hasta que ya casi era tarde para la escuela dominical. Finalmente, se dio cuenta de que quizá el silencio en su mente era la manera en que Dios le decía que callara su boca. Reneé dejó su breve nota en el asiento del Olds y entró a la iglesia. Oró para tener sabiduría.

***

El artes, ya tarde, Reneé fue hasta su automóvil y tuvo que estirarse para sacar algo del parabrisas. Al principio pensó que era algún volante de publicidad, pero luego vio que era un sobre grande. Tenía escrito Sonriente con letra de Oldi.

Reneé estaba anonadada. No tenía idea que Oldi supiera dónde trabajaba ni qué auto manejaba. Por primera vez, una carta de él la ponía cautelosa. Miró hacia Software, Inc., preguntándose si David tendría una máquina de rayos X o algo similar que le permitiera ver el contenido del sobre antes de abrirlo, luego agitó la cabeza. David se había marchado esa mañana hasta el día siguiente en viaje de negocioso. Movió la cabeza; se trataba de Oldi. Abrió el sobre; dentro, había una hoja de papel igual a la que Oldi siempre utilizaba.

Sonriente: Sé que esto es inusual, pero no podía esperar. Quiero verte cara a cara. ¿Me harías el honor de acompañarme al banquete de la iglesia del Día de los Enamorados el próximo domingo en la tarde? Puedes dejar tu respuesta en el Olds el domingo por la mañana. ¡Que tengas una buena semana! Oldi.

Reneé estaba intrigada. Oldi estaba jugando todas sus cartas y de manera romántica. Volvió a mirar la puerta de la oficina de David por un instante.

Sintió un golpe de ansiedad que la sorprendió. Ella tenía su amistad. Él tenía su... más profundo afecto. Cerró los ojos. Probablemente, él tenía más que eso.

Pero estaba Oldi, su amigo, su confidente. El hombre que prácticamente leía su mente. El hombre que la había invitado a una cita primero. ¿Cómo se había enredado en este lío?

Por tres días Reneé titubeó. Oró. Leyó su Biblia. A pesar de su dilema, sintió paz. Seguiría la guía de Dios.

El viernes por la noche llamó al número alternativo de Software, In., el cual David le daba solamente a sus amigos.

—David—le dijo—, necesito hacerte una pregunta.

— ¿La Bestia volvió a actuar?

—No—replicó ella—. Nada de eso; es personal.

La belleza del corazón©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora