Manejó hasta el otro lado de la calle y se detuvo hasta que sus manos dejaron de temblar. Mientras esperaba, pensó en todo lo que había pasado las últimas semanas. Recordó la noche en la que en la oficina de David le preguntó si conocía a Oldi y él se cayó de la banqueta. Recordó todas las notas de Oldi desde aquel momento y su llamada de anoche a David. Con lágrimas en los ojos, recordó la cara de él luego de haber encontrado la foto. Él se había desilusionado de que ella la encontrara.
Reneé siguió conduciendo hacia su casa, tratando de no pensar hasta llegar allí. Estacionó el vehículo y subió corriendo las escaleras hasta su habitación, esperando que el ejercicio le quitara algo de la ira que sentía. Trotar le ayudaría a despejar la mente, pero no quería salir tan tarde un viernes. Se quitó los zapatos y bajó trotando la escalera. Subió, bajó, subió, lo hizo cuatro veces más hasta quedar sin aire. Se paró en el centro de la habitación y se quedó quieta, cerró los puños sabiendo que correr le ayudaría en el corto plazo, pero no la ayudaría a eliminar el verdadero problema.
David y Oldi le habían mentido. Bueno, quizá esa era una palabra muy fuerte; pero ellos—él—había estado guardando un secreto por un tiempo mucho más prolongado del que ella consideraba apropiado. Reneé se recostó boca abajo en su cama y trató de pensar de manera lógica. ¿Qué los llevaría a ellos—él—a hacer algo así? ¿Por qué David no podía ser sincero?
Se dio vuelta de espaldas y dejó que le corrieran las lágrimas. Le cayeron a los oídos, pero eso no era tan irritante ni humillante como lo que David y Oldi... David...
Su mente dio vueltas en círculos tratando de recordar cada detalle de su conversación con David, de sus cartas con Oldi, y de cómo ambos se relacionaban. Ahora había uno solo y después de este hecho, no estaba segura de conocerlo en absoluto. Con ese pensamiento se quedó dormida.
Al despertar, la casa estaba completamente a oscuras. Estaba tan distraída que no se molestó en encender ninguna luz al entrar. Se levantó y se quitó el maquillaje corrido de la cara. Se puso una bata de felpilla y se dirigió a la ventana. Si esperaba ver algo—el Oldsmobile, el Vega—no estaba ahí afuera.
—Bien—murmuró. Luego estornudó.
Bajó y se dirigió a la cocina. Sacó granos de café de la refrigeradora y los volvió a guardar; no iba a tomar café. Tal vez nunca volvería a tomar café. Quizá vodka. Reneé largó una carcajada. No, tampoco bebería eso. En cabio, bebió un vaso de agua y fue a sentarse al sofá. Bruno movió sus aletas.
—Bruno, agárralo—dijo, aunque el humor solo le duró un instante. Apoyó la cabeza en sus rodillas.
Estaba dolida y se sentía apenada por eso. Apenada y molesta. Se sentía como una colegiala a la cual los niños le leían su diario íntimo. Las actitudes de David para con ella habían sido influidas por el conocimiento de sus notas con Oldi. Su aparente excelente percepción de sus cambios de ánimo no era más que una farsa.
Reneé sacudió la cabeza. En su mente todavía veía a David y a Oldi como dos personas diferentes. Y todavía no entendía por qué David seguía manteniendo el mito. ¿De qué manera pensaba que ella iba a reaccionar al enterarse; arrojándose en sus brazos y agradeciéndole por haberle jugando una broma?
Mira su corazón.
Reneé gruñó al pensar eso. ¿Cómo llegaste a conocer a alguien cuando ese alguien aparentaba ser otra persona?
"Estoy decepcionada—murmuró Reneé—. Pensé que David y Oldi eran hombres buenos, respetables, y esto parecía una travesura de niños—rió tristemente—. Una tonta e infantil travesura en la que caí".
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La belleza del corazón©
RomanceEl amor está esperando donde Reneé no lo esperaba. Esta independiente y sensible profesional aprende que lo que cuenta es lo que está en el interior de la persona. COPYRIGHT Su corazón secreto Ranee McCollum