Parte 9

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Con un suspiro de extrema satisfacción Lena cerró el cuaderno. Había profundizado bastante en su investigación y estaba sumamente contenta con los resultados.

Recogió sus cosas y el libro que había venido a pedir al principio y se dirigió hacia la puerta. Notó con cierta sorpresa que al sol le faltaba poco para desaparecer por el horizonte. Las tres horas previas habían pasado con una velocidad que encontró asombrosa.

L: Es una pena que el tiempo no pase así de rápido cuando estás haciendo algo que no disfrutas - musitó mientras caminaba hacia el coche.

Tras sentarse detrás del volante arrancó el coche y miró al reloj del salpicadero. Con una hora de camino por delante, serían casi las siete antes de que llegara a casa. En ese momento sonó su teléfono móvil.

L: ¿Diga?

J: Hola preciosa. ¿Dónde estás? - Lena sonrió.

L: Todavía estoy en Hibberd. Lo siento. Encontré algunos libros geniales y perdí la noción del tiempo. Sé que dije que nos veríamos esta noche. Me daré prisa.

J: No, no lo harás. Te tomarás tu tiempo y conducirás con cuidado. ¿Qué te parece si pedimos una pizza de Antonias’s y nos la comemos en casa cuando llegues?

L: Hum, suena maravilloso. Gracias. Eres un amor.

J: Nuestro objetivo es complacerte, querida. Te veo en una hora.

L: De acuerdo. Adiós.

Lena colgó con un cálido sentimiento en su corazón y una sonrisa en su rostro. Julian era una persona realmente bueno  y considerado. Había mucho más en él de lo que sabía mucha gente.

Estaba muy contenta de estar entre los pocos a los que se les daba la oportunidad de conocer a ese tipo encantador estaba oculto en su interior, el hombre que había llegado a amar.

Arrancó el coche y se dirigió a casa. Conduciendo dentro del límite de velocidad, había recorrido más o menos tres cuartas partes del viaje sin incidentes cuando el coche comenzó a pegar tirones.

L: ¡Oh no! ¿Qué estás haciendo, nene?  - Se echó a un lado de la carretera mientras perdía velocidad. El coche se frenó hasta pararse del todo. Lena trató de arrancarlo de nuevo, pero no había nada más que un extraño sonido de carraspeo - ¡Maldición!
- maldijo con sentimiento. Alcanzó su teléfono móvil y llamó a Julian.

J: Hola

L: Hola. Mi coche se ha parado. No tengo ni idea de lo que le pasa. No arranca.

J: ¿Dónde estás?

L: Acabo de pasar la granja grande que tiene la veleta del caballo sobre el granero.

J: La casa de Dixon. Sé dónde estás. Estoy a unos quince minutos. Acabo de llegar de darle a los Buell una estimación de una ampliación en su casa. Aguanta nena, el rescate está en camino.

L: Gracias a Dios - suspiró, y luego se volvió ante el sonido de un coche que se aproximaba - Viene un coche. Se están parando - Hubo un silencio momentáneo - ¡Oh no, Julian, es ese hombre! El que irrumpió en mi casa.

J: ¡Hijo de pe***! – Resopló - Lena, hay una gran zona de bosque a la derecha. Corre, nena. Ocúltate en el bosque. Ya voy. ¿Me oyes, Lena? ¡Corre!

Lena se quedó congelada por un momento, con la mirada clavada en el hombre que había prometido hacerla pagar por humillarle.

Consideró la posibilidad de enfrentarse a él hasta que sus dos amigos salieron del coche. Un calambre de puro terror atenazó su estómago. Un rápido examen de las probabilidades fue todo lo que necesitó.

Tentar a un loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora