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viii. cinema

. capítulo ocho
'CINE'

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—Entonces, ¿vemos Poltergeist o el coño de mi abuela? —preguntó Richie.

No nos decidíamos que película ver, y eso que ya teníamos el dinero, palomitas y refrescos.

—¡Poltergeist! —exclamé.

—¿Existe la película "El coño de mi abuela"? —preguntó Ben.

—Shh, Benny —le dijo Bev dulcemente.

—Eres demasiado inocente.—le dijo Eddie.

—Tú también —le dijo Stan.

—¡Oye!

Reímos.

—Esa peli no existe, Ben —rió Mike.

—Villa inocentes, población: Ben y Eddie —dije.

Richie rió.

—Buena esa.

—V-vamos a v-ver P-poltergeist —sentenció Bill, sonriendo.

Entramos a la sala, y nos sentamos como pillamos.

La película por fin empezó.

A casi mitad de la peli, nos acabamos las palomitas y los refrescos.

—Esperen chicos, tomar —Eddie me pasó una bolsa con algo de palomitas de caramelo, pero cuando la cogí, se me cayó a la fila de delante.

Me asomé, y vi que le cayó a Henry, Victor y Belch.

—¡Estúpida marimacho! —oí a Henry.

—Mierda, me ha visto, voy a palmarla.

—Tranquila, seguro hay una forma civilizada de...—Richie interrumpió a Mike.

—¿POR QUÉ PAGÁIS PARA VER UNA PELÍCULA DE MIEDO Y NO OS MIRÁIS A UN ESPEJO? —les gritó Richie, tirándole su refresco casi vacío.

—Corred, perras, corred —nos dijo Beverly y corrimos como nunca.

Nos escondimos en una juguetería, y por fin los perdimos.

—Menudo eres, Richie —ironicé.

—Te hubieran matado si no fuera por mi, denada.

—Pero ahora nos hubiera matado a todos —dijo Eddie—. ¡A todos!

—Calma, Eds.

—No me llames así, sabes que no me gusta.

Miramos por el cristal, y no vimos a nadie.

—A-ahora estamos to-todos u-u-unidos.

Asentimos, sabiendo a lo que se refería.

—Bueno, sobre todo Richie y Jackie están unidos —rió Stan.

No salgas con eso, Stan. Se mal piensa.

—¿Qué? —preguntó Bev arqueando una ceja.

—No es a lo que piensas, Bev —hablé—. Es que Richie se llama Richard...

—El conocimiento es poder —comentó Richie.

—Y yo me apellido Richardson. ¿Lo pillas?

—Siempre le hacemos la b-b-broma —rió Bill.

—Tiene su gracia —dijo Eddie.

—Pues si que es casualidad —dijo Ben.

—Lo pillamos, pero mal pensé —dijo Mike.

—No fui la única —rió Bev.

✦

Llegamos al garaje de Bill, montamos unas cosas y nos sentamos para ver el proyector.

Era el mapa de Derry.

—T-todas las desapariciones se conectan por las al-alcantarillas.

Pasó de foto.

—Y lle-lle-llegan a...

—La casa de Neibolt Street —le interrumpió Ben.

—S-sí... Hay es donde eso vi-vive.

—¿Dónde duermen los yonkis? —rió Richie.

Eddie tragó de su inhalador, lo miré.

—Te-tenemos que ir y...

—¡No! —Eddie se levantó, y arrancó el mapa—. ¡Parar de hacer esto!

—E-eddie, ponlo en su s-s-sitio.

—¡No! ¡Somos niños, y me va ha dar un puto ataque de asma! —respiró ahogadamente.

—Eddie tiene raz...—me interrumpieron.

—¿Qué pasa?

Las fotos de Bill y su familia empezaron a proyectarse, hasta que se acercó a la madre de Bill.

Y se podía ver el payaso.

Eddie se estaba delante mía tragando de su inhalador, mientras Bill, Mike y Bev intentaban apagarlo.

—¿¡QUÉ COÑO ESTÁ PASANDO?! ¿¡JACKIE, QUÉ COÑO ESTÁ PASANDO?!

Me eché para atrás, y como Richie y Eddie se acercaban a mí, ellos se abrazaron.

—¡NO LO SÉ, JODER! —respondí a Richie.

El payaso nos sonreía.

—¡APAGAR ESO! ¡APAGARLO! —gritó Bev.

Mike le dió una patada y se fué.

Eddie y Richie se separaron, y yo me acerqué a ellos lentamente.

Eso apareció en nuestras narices.

—¡Stan! —gritamos y él se escondió.

Richie y yo nos quedamos petrificados.

Ben, Bill y Mike se echaron para atrás.

Eso nos buscaba.

Eddie se cayó.

Eso arrinconó a Beverly.

Pero Ben abrió la puerta del garaje y pude ver luz, y eso desapareció.

Teníamos respiraciones agitadas.

¡Hemos estado apunto de morir!

—Gracias, Ben —Bev le tocó el hombro pero abrazó a Bill.

Pero si fue Ben quien la salvó... ¿Por qué abraza a Bill?

—E-eso...—tartamudeó Eddie—. Sabe donde estamos.

—Si-siempre lo ha sabido —habló Bill y se montó en su bicicleta.

—¡Bill! —lo llamé.

—Tengo que ha-ha-hacer algo.

—Es verano, Bill —dijo Stan—. Y somos niños.

—¡No digáis otra vez esa p-p-puñetera frase! —exclamó y se fué.

—¡BILL! —gritó Bev.

Nos miramos. ¡No me jodas, no voy a correr hacia un peligro peligroso! ¡No soy Harry Potter!