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vii. ice cream

. capítulo siete
'HELADO'

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Había un desfile en la calle por la llegada del 4 de julio, pero como mis amigos y yo pasamos de esa festividad, ahora me encontraba robando con Richie una tuba para tocarla.

—¡Me toca! —me la quitó y empezó a tocarla, dejándome sorda.

El dueño de la tuba vino, nos vió tocando su instrumento y corrió hacía nosotros.

Estoy mal pensando, juntarme con Richie me hace mal.

—¡Dame mi tuba, maldito niño! —le dijo mientras intentaba quitarle la tuba.

Yo reía.

Al final, se la quitó de un tirón y se fué.

—¿Que coño te pasa, amigo? —le gritó Richie.

—Esto es muy cómico —reí y fui donde los demás.

Eddie llegó a la par que yo, y me dió un helado comenzando a comer el suyo.

—¿No hay helado para el guapo Richie? —preguntó Richie llegando a nosotros.

—No —lamí mi helado.

—Creo que acabo de correrme.

Le pegué una colleja.

—Pa-patrick ha de-desaparecido —dijo Bill, mirando una hoja pegada a una pared—. También E-Edward Cor-Corcoran.

—Es como si ya se hubieran olvidado de Betty —dijo Beverly.

Fruncí el ceño. Definitivamente algo va mal con Derry.

—Yo un día le presté un lápiz —dijo Ben, refiriéndose a Edward—. Nunca me lo devolvió.

—A mí un día me prestó un lápiz —dije, recordando—. Nunca se lo devolví.

Ben me miró arqueando una ceja.

—¿Qué está pasando con Derry? —susurró Stan.

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—Mi abuelo dice que Derry está maldito —contaba Mike—. Que todo lo que pasa, es por una misma razón. Mi antigua casa sufrió un incendio, y mis padres murieron intentando rescatarme. Entonces, vi que de una puerta salían manos quemadas, la puerta se abrió, y al fondo vi al mismo payaso que vi en los barrens mientras Henry me golpeaba.

Lo escuchábamos con atención.

—Y-yo v-v-i a Georgie —habló Bill y lo miramos—. Pero a-a-apareció un...

—Payaso —miramos a Eddie—. Yo también lo he visto. En Neibolt Street me persiguió un leproso y luego vi un payaso.

—Siempre que paso por Neibolt siento que me vigilan —dijo Beverly—. Cuando salió la sangre, escuché niños llamándome en el desagüe.

—Un chico sin cabeza me persiguió en la biblioteca, y luego vi que era un payaso —dijo Ben.

—Yo...—me miraron—. Encontré en el espejo una frase, decía "tú también flotarás".

—E-eso es lo que me dijo Geor-georgie —dijo Bill.

—Luego, vi a mis madres muriéndose, desangrándose... Me echaron la culpa de asesinarlas, y vi que yo tenía un cuchillo con las manos llenas de sangre. Al rato desapareció todo, pero apareció un payaso y salí corriendo de mi casa —conté.

Richie me miró entendiendo.

—Chicos, ni el leproso, ni Georgie, ni el payaso, ni la mujer que vi son reales —dijo Stan.

—¿Ella estaba buena? —le preguntó Richie.

—No, Richie —contestó—. ¡No estaba buena!

—Stan, yo sé diferenciar la realidad de la ficción —le dijo Mike.

—Esto no es real —susurró Stan.

—¿Solo los vígenes ven esas cosas? ¿Por eso yo no veo una mierda? —comentó Richie.

Lo miré mal.

—¿Y tú, Richie? —le preguntó Eddie—. ¿A qué le tienes miedo?

Richie se giró, nos miró y se ajustó las gafas:

—A los payasos.

Aún me acuerdo el día en que me lo confesó... Fue hace un año justamente, en la feria, pero había un espectáculo especial por el día de la independencia; un payaso haciendo formas con globos.

Apesar de que me fui con Richie a su casa antes de los fuegos artificiales, no teníamos la preocupación de niños desapareciendo y un payaso verdaderamente malévolo por ahí suelto.

Ojalá acabe todo esto ya y pueda volver a divertirme con mis amigos como en aquellos tiempos...

Lástima que no fue así.

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