Prólogo

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– Vuelvan a conectarlo. - dijo mientras se colocaba las gafas - ¿Me oyes?

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– Si... lo siento no me encuentro muy bien.

– Sin emociones ¿Sabes dónde estás? - dijo la voz seria, prestando atención a todos los detalles de la creación.

– En un sueño... - susurraba aturdido, arrastrando una cierta monotonía en sus palabras.

– Así es Taeyong, en un sueño - hizo una breve pausa - ¿Y te gustaría despertar?

– Sí, estoy aterrorizado. - dijo Taeyong bloqueando emoción alguna, con el rostro fijo a la luz blanca.

– No hay nada que temer Taeyong, siempre que respondas correctamente ¿Entendido?

– Sí. - afirmó con un tono neutro, sin expresión, sus contestaciones eran similares al lenguaje binario de un ordenador.

– Bien ¿Te cuestionas la naturaleza de tu realidad? - preguntó la voz mientras hacía anotaciones en una pantalla virtual en mitad de la sala de luz blanca, una tableta de comportamiento.

– No. - sus ojos seguían apuntando a la luz blanca, rígidos, sin alma.

– Dinos qué opinas de tu mundo. - la voz seguía marcando cuestiones, como si de un examen de filosofía se tratase.

– Algunos prefieren ver sólo la fealdad, el desorden... yo prefiero ver la belleza. Creo firmemente que hay un orden en la vida, un propósito - ahora su cara marcaba unas leves lineas de expresión como los detalles sobre el lienzo de un maestro.

– ¿Qué opinas de los huéspedes? - preguntó Kim mientras seguía haciendo cambios en la tableta de comportamiento.

– ¿Se refiere a los extranjeros?- dijo Taeyong curvando las cejas levemente a modo de confusión - Me gusta recordar lo que me enseñó mi padre... En un momento u otro, todos fuimos nuevos. - Acentuó marcandolo con una dulce sonrisa - Los extranjeros buscan lo mismo que nosotros, un lugar donde ser libres... Y cumplir sus sueños. Un lugar con posibilidades ilimitadas.

– ¿Alguna vez notas incoherencias en tu mundo? O... ¿Repeticiones?

– Las vidas tienen rutinas, y la mía no es diferente, aún así, sueño despierto con la idea de que algún día el curso de mi vida puede cambiar... Con un encuentro casual.

– La última pregunta Taeyong ¿Y si te dijera que te equivocas? Que no hay encuentros casuales, que tú y cuántos conoces fuisteis construidos para satisfacer los deseos de los que visitan vuestro mundo. Aquellos a los que llamas extranjeros ¿Y si te dijera que no puedes hacer daño a los extranjeros, y que ellos pueden hacerte lo que les venga en gana? - dejó de mirar la tableta y miró directamente a Taeyong, el cual se veía tenso ante los grandes interrogantes a los que estaba sometido a contestar - ¿Lo que te he contado cambiaría tu opinión sobre los extranjeros, Taeyong?

– No, claro que no - negó firmemente - todos queremos a los extranjeros, cada persona que conozco me recuerda la suerte que tengo de estar vivo, y lo hermoso que puede ser... el mundo.

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El Dr.Lee era un hombre de 60 años, un genio en la ingeniería robótica que junto a su socio, el Dr.kim, fundaron un pequeño mundo, una empresa con el nombre de Reverie World, (del inglés reverie, ensueño y world, mundo) porque era un mundo de ensueño, un mundo en el que ellos eran los actuales dioses, un mundo donde todo era posible, sin reglas, sin ley, sin impedimentos, libre.
Donde los clientes eran los huéspedes, y sus complejas creaciones los anfitriones, los que daban vida a las narrativas que emergían de la mente de estos dos jóvenes, un universo paralelo donde los ricos podían explayarse, pudiendo desde ayudar a un anfitrión, hasta matarlo.
Donde el sexo y la violencia eran conceptos comunes, ya que los anfitriones eran robots y no existía el cargo de conciencia, no había daños, solo placer.

Pero, como bien dijo Shakespeare:

"Los placeres violentos tienen fines violentos"
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Bienvenidos a Reverie World, esperamos que su estancia sea única y de su agrado.

Reveries//JaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora