Capítulo 7

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Y ahí estaba de nuevo, parado frente a la mansión Hatsune. A pesar de que ya había estado allí una vez y conoció a toda la familia de Miku se sentía muy inseguro y fuera de lugar.

"Vamos Len, sólo es un trabajo, nada más" se repetía en la mente para tomar paciencia de tener que convivir con ese desastre aguamarino.

Estaba afuera de la gran reja esperando que la chica apareciera, le había avisado por mensaje su llegada. Miraba a todos lados y por dentro de la gran reja a ver si la divisaba, no sabía por donde debería entrar esta vez. Divisó a lo lejos en la esquina una persona que hacía señas muy animada y energética, sin dudarlo, era ella. Caminó a su encuentro, de seguro otra vez entrarían por la puerta de servicio. Llegó frente a ella, pudo divisar mejor su ropa, estaba en unos simples jeans negros con una blusa blanca la cual había arremangado, demasiado simple para ser ella pero supuso que no quería llamar la atención. Debía de admitir que se veía bastante bien

—Hola, Len-kun, entremos antes que alguien nos vea.

Miró a todas las direcciones y caminó rápido a la puerta de servicio. Len la siguió en silencio. Le era extraño verla tan casual y preocupada de las apariencias, no se podía imaginar lo difícil que era ser de una familia famosa y tener que esconderse de esa manera. Por un momento, se alegró de haber nacido en una familia relativamente normal.

Entraron a la mansión en silencio y ya dentro de la casona, la chica volvió a ser la misma de siempre, le ofreció una amplia sonrisa a su invitado y abrió los brazos en su totalidad.

—¡Bienvenido a la residencia Miku!

—Ya estuve aquí una vez, eso fue innecesario.

—Y ahí está el aguafiestas. Tú no entiendes lo que es tener casa sola al parecer —apoyó sus manos en sus caderas a modo de superioridad— en casos como estos, yo paso a tener el control de este pequeño gran reino llamado la mansión Hatsune y pasa a ser... ¡El increíble y fantástico mundo de Miku, la diosa suprema! —estiró un brazo lo más arriba que pudo triunfal.

Len se quedó mirando con su típica cara seria sin decir ni una sola palabra, ya se había acostumbrado a los arrebatos de energía de ella que ni se esforzaba por contradecirla, era una perdida de tiempo así que prefería ignorarla hasta que se le pasara.

—Y dónde dejas a tu querido hermano.

Mikuo apareció como de la nada a la escena para acariciar la cabeza de su hermana.

—Tú eres mi sub capitán, obvio que estás allí para dirigir todo a mí nombre.

—¿Ahora estamos en un barco? —se rió bajo— Bienvenido, Len Kagamine, puedes sentirte como en casa y usar lo que necesiten libremente, y gracias por aguantar a mi pequeña hermana.

—Solo nos llevamos un año, no me trates como una niña.

—Mejor concentrate en estudiar y no ñe estorbes tanto a tu amigo, debes mejorar tus notas.

—Lo dice el mejor de su clase.

—Bueno, yo los dejo, estaré en mi cuarto estudiando por si necesitan algo, y Len —lo miró directamente— ten cuidado con tocar a mi hermana.

Se fue sin agregar más. Entendía la típica advertencia de hermano mayor pero no sabía como pensaba que alguien quisiera tocar voluntariamente al desastre de su hermana, de solo pensarlo le daba escalofríos.

Luego del extraño encuentro con Mikuo, pasaron a la habitación de Miku en busca de su laptop para llevarla hasta la biblioteca de la casa.

—Habría sido más cómodo trabajar aquí —dijo mientras agarraba sus cosas.

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