Capítulo 8

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Idiota, idiota, maldito imbécil. ¿Por qué me haces sentir esto? No lo soporto. La presión en mi pecho crece, crece y crece. Siento que va a estallar... pero nunca lo hace.

Rápido, quiero olvidarte, rápido.

No más, por favor, no más. Duele, duele. Detenlo, deten el latir que provocas en mi corazón, por favor. Ya no puedo más.

Nathaniel corre, tan rápido, que no se da cuenta que ha pasado su casa. No le importa, cuando se queda sin aliento y sus piernas se entumecen del cansansio se detiene, no lo quiere hacer, pero tiene que.

Sujeta su pecho con ambas manos. Su corazón late y late, no deja de latir, ni siquieriera cuando las lágrimas se deslizan desde sus mejillas hasta su mentón. Los sollozos son ahogados por la falta de aliento, y el dolor aumenta con cada lágrima que sale de sus ojos.

Ya no puedo más. Duele demasiado.

•••

Los días pasan hasta convierse en semanas. Castiel intenta hacer algún contacto con Nathaniel, mas este lo ignora y evita de manera muy exitosa.

Una vez se encontraron cara a cara. Nathaniel llevaba sus papeles acomodados entre sus brazos, apollados en su pecho; Castiel llevaba su guitarra en su mano y un cigarrillo en sus dedos, faltandole poco para que se consumiera. Los ojos de ambos se encontraron, y por un momento pareció que el tiempo se congelaba. Les parecieron horas que fueron segundos, les pareció dolor combinado con deseo, desesperación y anhelo. Un sabor amargo empezó a nacer en sus bocas. Deseaban tanto y alavés tan poco. Un roze, una palabra, si quieres puedes insultarme pero has algo, lo que sea, pero no estas miradas que lo único que hacen es oprimir mi corazón, has algo... por favor.

Nathaniel fue el primero en descongelar su tiempo, en hacer algo: bajar su mirada hacia sus pies. Otra vez... mi corazón duele. Caminó como si nunca se hubiera detenido, rogando porque así continuara. Pasó al lado de Castiel, para este, el tiempo seguía congelado.

Detenlo, es tu oportunidad, vamos, hazlo. Lo detendría, hablaría con el, arreglarían las cosas, sí, lo haría. El cigarrillo en sus dedos se consumió, dandole una leve quemadura en estos, impidiéndole sus movimientos, dejando que Nathaniel pasará de largo, sin poder hacer nada. Maldito y cruel destino. Sus dedos se tornaron rojos por la quemadura, no dolía, ya el dolor fisico no le importaba.

•••

-No sabríamos si será posible Nathaniel, estamos a punto de acabar el año, y con tus notas sería complicado.

-Por favor, haga lo posible. Puedo adaptarme rapido, mis notas no bajarán.

Castiel estaba a pocos pasos de donde se encontraban la directora y Nathaniel con su conversación. Caminaba y cuando estaba apunto de doblar la esquina oyó algo que casi le hace caerse al suelo:

-Lo sé, pero cambiarte de institución no es tan simple. Es poco probable que hayan cupos.

-Por favor -Nathaniel parecía apunto de llorar, se encontraba desperado, lo necesitaba, no podía quedarse en ese instituto donde podía encontrarse con Castiel en cualquier esquina, ya no podía arriesgarse más.

Si Pudiera Amarte (CASTIEL X NATHANIEL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora