Al finalizar las clases, Castiel decidió sentarse en las escaleras que conducían al segundo piso, sólo a observar a la gente pasar, se sentía desanimado, como si supiera que haga lo que haga, nunca va a poder obtener el corazón del chico de cabellos rubios, ese corazón que pareciera estar oculto bajo una gran cantidad de cadenas y puertas sin llaves ni cerrojos, sin una forma de entrar.
—Castiel, ¿Te vas a quedar? —la voz de Lysandro sacó de sus pensamientos a Castiel.
—¿Eh? —dijo alzando la vista hacia arriba (de donde provenía la voz)—. Ah. Si, me quedo un poco más. Adelantate sin mí.
—¿Quieres que te haga compañía?
—No, tranquilo, quiero estar solo, para pensar un rato —le dio una pequeña sonrisa y volvió a dirigir su vista hacia el frente. La verdad era que quería quedarse para ver un poco más a Nathaniel, aunque claro, también pensar un poco.
—Está bien. Cuidate. No te vayas a ir muy tarde —revolvió un poco los rojos cabellos de Castiel mientras le dedicaba una calida sonrisa—. Adios —dicho esto, siguio derecho hacia la salida. Castiel se peinaba, ya que sus cabellos habían quedado despeinados.
El sonido de una puerta abriéndose lo distrajo, con los dedos acomodando el ultimo cabello rojo, volteó su mirar hacia donde provenía el sonido. La sala de delegados.
—¡Por ultima vez, Amber, no puedes saltarte las clases solo por reunirte con un chico! —la voz enojada de Nathaniel se oía más adelante, al frente de la sala de delegados. Al parecer dándole un sermón a Amber. Su fastidiosa hermana.
—¡Pero necesitaba verlo, entiende. Aunque dudo que lo hagas, como tú no te has enamorado, no sabes lo que se siente. Si no fueras tan aburrido, tal vez alguien se fijaría en ti! —la voz chillona de amber se oía igual de enojada que la de Nathaniel.
Castiel apretaba sus nudillos, haciendo que su mano formara un puño. ¿Por qué Amber tenía que tratar tan mal a Nathaniel? Despues de todo lo que él hace por ella. Castiel se levantó de golpe, dirigiéndose hacia donde estaban los hermanos de cabello rubio. Cuando estaba a unos cuantos pasos de ellos, los cuales no se habían dado cuenta de que éste se acercaba, Nathaniel volvió a hablar.
—¡¿Y quién dice que no me he enamorado?! Tal vez tu concepto de amor, es el de acostarte con cualquiera que te diga una o dos palabras bonitas —Nathaniel se escuchaba ahogado, como si estuviera apunto de llorar.
Amber abrió los ojos con sorpresa. Se sentía ofendida y su rostro se puso colorado. Indignada, le plantó una cachetada a Nathaniel, haciendole mover su cabeza en dirección hacia donde estaba Castiel. Éste lo miró con tristeza, como si fuera un cachorro herido y perdido. Nathaniel no se había dado cuenta de su presencia, estaba con la mirada agachada y con una mano en su mejilla, rojiza por el golpe.
Amber giró sobre sus talones y se dirigió hacia la salida, enfurecida, acomodándose los mechones de sus rubios cabellos y haciendo sonar sus tacones con cada paso que daba, rapidamente, asemejándose con los latidos del corazón, tanto de Castiel, como de Nathaniel, uno consumido por la rabia, y el otro por tristeza, impotencia y dolor.
Castiel se acercó lentamente hacia Nathaniel,quedando frente a él, el cual continuaba con la mirada baja, sus cabellos rubios tapaban parte de su rostro, sin dejar a la vista sus ojos.
—Nathaniel —la voz que le dedicaba era suave y cariñosa, como si temiera que Nathaniel pudiera romperse.
Nathaniel alzó la vista, dejando ver su rostro, sus ojos estaban cristalinos, al borde de las lagrimas. Al tiempo que quitaba la mano de su mejilla.
—¿Lo viste, verdad? —dijo con voz quebrada. Si antes estaba con una voz al borde de las lagrimas, ésta voz estaba llorando, unas lágrimas amargas e invisibles.
Como un impulso, Castiel puso su mano en la mejilla rojiza de Nathaniel, donde antes éste reposaba su mano, el rubio lo miraba confundido y temeroso, como si tuviera el miedo de que Castiel también lo lastimara, más de lo que ha hecho. Castiel lo miraba a los ojos, hipnotizado por el color miel de estos, los cuales parecían dos soles, que iluminaban su camino, pero los cuales habían ido perdiendo su brillo.
—No puedes dejar que te traten así. Una persona como tú, merece ser tratado de la mejor manera —con su pulgar acariciaba la mejilla del contrario, como si fuera de porcelana, con delicadeza y calidez—. Puede que sea tu hermana, pero eso no significa que tengas que soportar sus caprichos.
Nathaniel temblaba bajo el toque de Castiel. Le gustaba, y a la vez no, ser tocado tan calidamente por la persona que una vez lo significó tanto para él, y ahora no significaba nada. Recordar sus antiguos sentimientos hacía que su corazón se encogiera, temiendo ser lastimado otra vez.
Incómodo, tratando de que su corazón continuara cerrado, con un movimiento lento y desviando su mirada, apartó la mano de Castiel de su mejilla, como si no quisiera hacerlo, pero tenía que.
—No necesito tu lástima —hablaba bajo, apenas se podía escuchar su voz.
—No es lástima, sólo... No me gusta que te dejes tratar de esa manera por alguien como Amber —al decir lo ultimo volteó su vista hacia la salida, con odio, donde tan solo unos minutos atras, Amber había salido. Duró unos segundos con su ceño fruncido, luego volvió a fijar, dulcemente, su vista hacia Nathaniel, el cual tenía la mirada baja y tenía sus brazos alrededor de si mismo.
—Despues de todo lo que me has dicho, ¿Ahora te preocupas por lo que me diga Amber? —su tono de voz sonaba muy levemente, pero iba incrementando con cada palabra que decía— ¡Deja de ser tan sínico! ¡Dejame en paz! —ahora estaba gritandole. Levantó la vista y Castiel pudo observar como sus ojos seguían vidriosos.
—No me levantes la voz así —hablaba con delicadeza —. No me recuerdes lo que te hice, no quiero recordarlo.
—¡Claro, como para ti es tan fácil olvidar! Siempre has sido así de desconsiderado, nunca piensas en los sentimientos de los otros, sólo en los tuyos —lo último lo decía con una voz cortada, ahogada y dolida.
—Ahora mismo, me preocupo por ti. Lo que Amber te dijo no fue lo que una buena hermana diría. Estoy seguro de que te has enamorado, de una chica como tú, inteligente y hermosa —Castiel se acercaba lentamente. Su mano subió para acariciar los cabellos de Nathaniel, el cual se sorprendía ante el acto del pelirrojo—. De hermosos cabellos —ahora su mano bajaba acariciando las mejillas del más bajo, el cual lo miraba anonadado—. De piel blanca como la nieve y increiblemente suave. Una chica así, sería ideal para ti —acariciando la mejilla del más bajo mientras sus ojos se fijaban en los del otro, una sonrisa melancólica adornaba su rostro. La furia de Nathaniel se había disipado con cada toque que Castiel le brindaba, ahora estaba confundido.
—¿Cómo pudo gustarme alguien como tú? —Castiel a duras penas pudo escuchar la pequeña voz de Nathaniel, pero entendió perfectamente. Sin darle tiempo para reaccionar, Nathaniel lo empujó con sus manos hacia atras, dandole espacio, consiguiendo poder salir corriendo, con los ojos apretados, la cabeza gacha y sus puños apretados.
Castiel estaba en shock.
...gustarme alguien como tú.... Las palabras de Nathaniel se repetían una y otra vez en la cabeza de Castiel, como un casete rayado. Su cabeza era un desastre, una parte repetía las palabras de Nathaniel, y la otra se preguntaba si era verdad, si había escuchado bien, ¿cuando fue que Nathaniel gusto de mi?, ¿por qué?, ¿que hice para ganar su corazón en ese entonces?. Ese corazón que creyó cerrado para cualquier persona, había estado abierto para él, ¿por cuánto?, no lo sabe, pero lo que sí sabe es que un día pudo entrar a su corazón. Pero no lo hizo, y ahora nunca podría hacerlo.
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Recuerden que Nathaniel es maltratado por su padre. Que Amber lo lastimara fisicamente fue algo duro para él. Por eso se puso tan triste.
Espero que les esté gustando la historia. (^ω^)
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Si Pudiera Amarte (CASTIEL X NATHANIEL)
Fiksi PenggemarNathaniel y Castiel, dos chicos que sienten muchas cosas entre ellos. Anteriormente mejores amigos, debido a malentendidos, enemigos, y ahora, tal vez algo más...