Capitulo 3:

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    4. Cielo

A la mañana siguiente, Harry se despertó tarde, cansado por lo que había ocurrido la noche anterior, y ya no quedaba nadie en la cocina cuando se dispuso a desayunar lo que habían dejado los demás. Mientras comía unas salchichas frías con algo de zumo de calabaza, escuchó unos pasos que venían de la escalera.

- Buenos días, dormilón -escuchó decir a Hermione, que se acercó para darle un beso en la mejilla apoyándole los pechos en la espalda-. ¿Has dormido mal?

- Ho-hola Herm. No es eso, simplemente tenía muchas cosas en la cabeza y me costó quedarme dormido.

 - Ya me imagino -sonrió Hermione-. Pues te has perdido la excursión al río, se ha ido toda la familia.

Harry se fijó en que su amiga todavía llevaba puesto el camisón blanco con el que dormía. Aunque era holgado, dejaba poco a la imaginación, y el joven mago tuvo que distraerse mirando por la ventana para no quedarse con los ojos fijos en las largas piernas de Hermione.

- ¿Y tú qué haces aquí? No soy el único con problemas de sueño, por lo que veo.

- No es que haya dormido mucho, la verdad -dijo Hermione con la mirada fija en las nubes que se veían por la ventana y una sonrisa en la cara-, pero prometí a Fleur que la iba a acompañar a hacer ejercicio esta tarde.

Si queréis puedo ir con vosotras, nunca está de más algo de deporte.

- ¡Claro! Genial, luego se lo decimos. Por otra parte, ya que estamos aquí, me gustaría hablar contigo a solas.

- Sin problema, ¿qué tal si vamos a dar una vuelta por los alrededores para que no nos interrumpan?

Hermione salió por la puerta con Harry intentando levantar la vista para no quedarse viendo el culo de su compañera. Quería arreglar las cosas, y eso sólo iba a empeorarlo. No se reconocía a sí mismo con esa actitud. Después de un rato caminando por el jardín, Hermione empezó:

- Mira, Harry, no sé muy bien cómo decirte esto. Supongo que me habrás notado extraña estos últimos meses, y creo que los dos sabemos por qué.

- Supongo que sí. Es algo que me duele mucho, no quiero perder la amistad que tenemos.

- ¡Exacto! Yo pienso lo mismo, y quiero hacer todo lo posible para que no ocurra. Voy a ser clara -dijo Hermione seria-. ¿Tengo algo de culpa en que Ginny y tú lo hayáis dejado?

Harry no se esperaba una pregunta tan directa, y balbuceó al responder.

- ¿Qué? No, ¿por qué...? ¿Por qué ibas a tener culpa de algo? Es una cosa nuestra, por eso no te preocupes.

- Harry, me conoces desde hace muchos años. Deberías saber que no soy tan tonta. Lo dejasteis tras esa noche en la biblioteca. Algo pasó, pero no acabo de entenderlo. Había algo raro en el ambiente.

- Es cierto que lo dejamos al día siguiente, pero en ningún caso es culpa tuya. A Ginny le sentó mal que me quedara viendo para ti, no me quiso ni escuchar.

- ¿Dices que Ginny te dejó porque te vio mirarme?

- Digamos que vio... -no sabía cómo decírselo-. Vio que me estaba fijando en una parte en concreto de ti -respondió avergonzado Harry.

Hermione bajó su mirada y, tras un segundo, volvió a subirla a los ojos de Harry.

- Sois lo peor, de verdad. Son sólo dos pedazos de carne -dijo Hermione riéndose-. No me puedo creer que sólo por eso te haya dejado, hay algo que no me estás contando.

HarryWhere stories live. Discover now