Capitulo 5:

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      8.Oscuridad

El Expreso de Hogwarts saldría dos horas más tarde, y como siempre, las prisas de última hora se apoderaron de la casa de los Weasley. Molly estaba desesperada gritando a Ron por no haber pensado antes en dónde estaba su uniforme de guardián, mientras Ginny preguntaba una y otra vez por su libro de Herbología y Hermione se tiraba de lo pelos, segura de que se le habría olvidado algo. Harry estaba en la habitación de Ron acabando de llenar su baúl cuando por la puerta entró Fleur, con unos leggings negros bien apretados y una camiseta de deporte que mostraba su ombligo.

- Pógtate bien con mi hegmana, Haggy -dijo, dándole un abrazo.

- Descuida, Fleur. Estaré atento para que se integre rápidamente.

- Genial -dijo la francesa, con los ojos fijos en Harry-. Veggás que en mi familia somos muy... aggadecidas -acabó, agarrando el pene del mago.

Harry se quedó mirando a Fleur a los ojos y deseó no tener que irse nunca de alli. En ese mismo instante la señora Weasley gritó su nombre.

- Vaya Haggy, paguece que te tienes que ig. Es una pena -dijo la francesa mordiéndose el labio y con la vista fija en el duro aparato de Harry, que tenía bien agarrado a través del pantalón-. Espegagué impaciente las vacaciones de Navidad.

Fleur le dedicó una última sonrisa antes de soltarle y abandonar la habitación contoneando su magnífico trasero.

Harry se quedó dándole vueltas a la cabeza. Nunca había tenido demasiada suerte con las chicas y no encontraba explicación a lo que estaba ocurriendo últimamente a su alrededor. Otro grito de la señora Weasley le sacó de su ensimismamiento, y bajó rápidamente a la cocina, donde todos esperaban ya.

Una vez en la estación de tren, se repitió la escena de todos los años, con toda la familia corriendo antes de que se cerrase la entrada al andén 9 y 3/4. La señora Weasley derramaba unos lagrimones mientras despedía a Harry, Hermione, Ron y a Ginny y les pedía que se portasen bien. Los Weasley saludaban al aire para que nadie se fijase demasiado en que la que daba el espectáculo era su madre.

El Expreso salió con un fuerte pitido mientras los cuatro amigos buscaban sitio. Harry saludó a Cho Chang al cruzársela y se dio la vuelta para ver bien lo corta que era la falda de cuadros azules que llevaba. La chica de rasgos asiáticos era una de sus debilidades, y ver sus largas piernas bajo tan escasa tela no iba a ayudarle. Volvió a la realidad con un codazo de Ron. Ginny se quedó atrás, en el compartimento de unas chicas de Hufflepuff, y el resto siguió.

Por fin llegaron a su compartimento, donde se acomodaron y comenzaron a hablar de las asignaturas que les esperaban ese curso y especulaban sobre quién sería el nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. Hermione parecía entusiasmada ante la idea de comenzar las clases de nuevo. No era nada raro en ella, que pasaba más tiempo en la biblioteca que en su habitación. Ron no parecía muy convencido cuando su novia le propuso que la acompañase en sus largas jornadas de estudio.

Al poco rato llegó Luna, con su larga melena rubia suelta y vestida con un conjunto muy extraño. Por un lado llevaba una sudadera de color rosa varias tallas más grande de lo que correspondía, mientras que las piernas las cubría escasamente una falda negra ceñida, con unas medias de puntilla que llegaban hasta la mitad del muslo y se unían bajo la falda mediante ligas. Sus zapatos parecían pertenecer a su padre, grandes, marrones y más propios para un hombre que para una joven estudiante.

Luna se lanzó a darle un beso a todos antes de colocar sus cosas y acomodarse enfrente a Harry. Tenía una extraña forma de sentarse, con las plantas de los pies juntas sobre el asiento, mientras apoyaba los brazos en el interior de sus rodillas. No era la postura ideal llevando una falda tan corta, Harry podía ver perfectamente las transparencias de la ropa interior de Luna.

HarryWhere stories live. Discover now