- Ahora, armaré las parejas para la prueba - Declaró la profesora.
Mey rogó para que le tocara con su mejor amiga, pero sus ojos se abrieron como dos platos cuando la profesora mencionó su nombre y luego el de Steve Harrington.
Steve sonrió divertido. Mey se sonrojó. A ella le gustaba él y a él le gustaba ella.
¿El problema? Ninguno había dado el paso.
Sonó el timbre.
- Mey, el trabajo lo haremos en mi casa,hoy a las 8, mis padres no estarán - Steve le guiño el ojo a la castaña, para luego marcharse con sus amigos.
A las siete exacto de la tarde, Mey se había metido a la ducha y arreglado todo lo posible. Se pus su perfume de jazmín favorito, pintó un poco sus labios y se puso algo de mascara de pestañas, luego salió camino a las casa de Steve.
Al tocar la puerta, el chico observó su reloj de pared.
- 10 minutos antes, Mey-Mey - Steve se hizo a un lado para dejarla pasar.
- Si te molesta , entonces esperare a que sean las ocho puntual. - Ella se sentó en el umbral.
- Mey, por dios, entra no tengo todo el día. - Al ver que la chica no reaccionaba, Steve la tomó por la cintura, alzándola y llevando hacia su habitación.
- ¡Bájame, Harrington! - Protestó ella, mientras el reía.
Steve depositó a Mey sobre la cama, y cuando se alejó de ella rozaron sus labios.
Comenzaron a hacer la consigna que tenían escrita en las notas que les había dejado la profesora. Mey estaba escribiendo cuando Steve sacó de el bolso de ella un pequeño oso de peluche.
- Vaya, ¡aun juegas con osos de peluche!
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- ¡Deja al señor Oso! - Mey le quitó el oso de sus manos y lo dejó a un lado.
- ¿Señor Oso? - Preguntó Steve divertido.
- Tenía cinco años cuando le escogí el nombre - Se defendió ella.
- ¿Por que lo trajiste?
- Lo llevó por la suerte.
- Pues al parecer hoy si es tu día de suerte, porque estás conmigo, Mey, y no te voy a dejar ir tan fácilmente.
- ¿A que te refieres? - Inquirió la castaña con curiosidad.
Steve quitó los libros de las manos de Mey, más bien quitó todo lo que estaba sobre la cama que lo estorbara y se acercó peligrosamente a los labios de la chica.
- Mey, ¿puedo besarte? - La chica sonrió con nervios, Steve corrió un mechón de cabello que se le había caído en la cara a la chica, poniéndolo detrás de su oreja.
Steve tomó entre sus dientes el labio inferior de la chica,comenzando a morderlo.
- ¿Cuando me dirás que te gusto, Mey?
- ¿Cuando me dirás TU que yo te gusto, Steve?
Ambos se miraron cómplices. Mey fue rápida y se colocó sobre Steve, para luego ambos besarse con dulzura.
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El chico pasó de sus labios al cuello de la chica, debilitando el cuerpo de ella para tomar el control y ser él quien estuviera sobre ella.
-¿ Por qué tienes que ser tu el que tenga el control? - Preguntó ella, tratando de mantener su respiración normal.
- Porque soy el macho alfa.
- ¿El macho alfa? Más bien, el imbécil alfa.
- ¿Ah si? Pues, bien que este imbécil te gusta.
- Cierra la boca, Harrington. - Espetó ella y luego siguieron besándose.
