—Al final harás que todo salga bien—Le dijo Leo dándole un ligero empujón con el hombro—Siempre lo haces.
Rose le sonrió, Leonardo era un buen chico, cualquier chica seria afortunada de tenerlo de novio. Para ella se había vuelto como una especie de “primo”: no eran tan cercanos como para sentirlo como un hermano pero definitivamente se sentía como algo más que un amigo.
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Rose entro a su casa intentando hacer el menor ruido posible para pasar inadvertida para Monsi. Cuando vio a su hermanita en las piernas de Theresa viendo televisión se volvió la mejor copia de un espía y entro a su habitación sin ser vista. Una vez adentro de su habitación amontono unas cajas, se puso unos tacones (cosa que le dolió un poco) y, con el regalo en mano, se estiro lo suficiente como para dejarlo arriba del armario, lejos del alcanzase de Monsi.
Volvió a la sala, saludo a su hermana y le dio un cortante saludo a su madre, y se sentó a ver televisión con ellas.
Monsi la veía con los ojos brillantes, probablemente ansiosa por que su cumpleaños se acercaba y probablemente lo único en que pensaba la pequeña era en que le había regalado su hermana mayor.
Por su parte Rose se sentía cansada, los acontecimientos de la noche anterior le pesaban en la memoria, asediándola de nuevo. Ella solo quería descansar un poco, sus parpados pesaban cada vez más…
Despertó de pronto, las luces de la sala estaban apagadas, al igual que la televisión y una manta le cubría el cuerpo. Le dolía un poco el cuello, seguramente por la posición en la que había pasado unas horas.
Se levantó, una fina capa de sudor la cubría y se sentía perdida, no sabía muy bien qué hora era, por eso no le gustaba tomar siesta: se desorientaba.
Se dirigió a su habitación con la manta en las manos. Eran las ocho de la tarde supo cuando vio al reloj del pasillo. Había dormido dos horas.
Cuando entro a su habitación se preguntó por qué la luz estaba prendida, luego alzo la vista. Casi se le cae el alma al suelo: Monsi estaba haciendo equilibrio parada en el respaldo de la silla, intentando alcanzar su regalo… pero perdió el equilibro. Rose vio a su hermana caer en cámara lenta, antes de darse cuenta ya se estaba moviendo hacia adelante, intentando agarrar a su hermana antes de que cayera al suelo…Pero llego demasiado tarde.
El cuerpo de Monsi golpeo el suelo y Rose solo pudo parar en impacto de la cabeza de su hermana con las manos, cual jugadora de voleibol desesperada.
— ¡Monsi!—Dijo levantando a su hermana y acomodando su cabeza en su regazo—Monsi, ¿estás bien? ¿Qué te duele? ¿Qué hacías allá arriba?—Había tenido un pre-infarto, aún tenía el corazón acelerado y ahora revisaba a su hermana en busca de alguna herida grave.
—Estoy bien—le dijo su hermanita incorporándose un poco—Solo quería ver que me habías regalado—le sonrió.
—Tonta—le dijo Rose abrazándola—Pasado mañana podrás verlo—murmuro mientras le acariciaba el pelo.
—Perdón—Monsi puso esa cara de ángel, esa a la que nadie se podía resistir.
—Manipuladora, ¿Qué no tienes vergüenza al poner esa cara del gato con botas?—Le dijo Rose rozando sus narices. —Ven, vamos a ver un poco de tele.
E igual que el día anterior paso el resto de la tarde con su hermana, que fue solo una hora, hasta que comieron y fue hora de ir a dormir. Rose intento hacer lo más pacífico y llevadero posible el rato que pasaron en la mesa con su madre.
El cumpleaños de su hermana seria el martes y el aniversario de la muerte de su padre seria el miércoles. No querría arruinarle estos días a Monsi. No soportaría a su hermanita triste, ni siquiera apenada, también tenía que vigilar a su madre y que no cayera en depresión de nuevo. Claro que si pasaba de nuevo esta vez sabría qué hacer, tomaría decisiones diferentes. Ahora tenía un plan…solo esperaba no tener que recurrir a él con toda su fuerza.
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¿Crees que me conoces? (Editando)
Novela JuvenilDos amigos de la infancia Ahora Rose no necesita a nadie más en su dura vida. Kristoff reaparece. Rose necesita ayuda. ->Sinopsis ---------------- Todos los derechos reservados. Obra protegida.