CAPÍTULO 47 |Parte 3|

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Escucho a lo lejos un incesante toque en la puerta de entrada, y luego el timbre sonando. Gruño en dirección a la puerta de mi habitación y me levanto a regañadientes. ¿Quién diablos viene a molestarme? ¿No le dejé claro a mi familia que no quería ninguna intromisión?

El timbre y los toques no paran hasta que abro la puerta con cara de pocos amigos. Tedd se encuentra al otro lado bien vestido y con un magnífico ramo de rosas en sus manos. No me da tiempo ni de sorprenderme, pues entra como si yo no tuviera de seguro la cara demacrada y bolsas bajo los ojos debido al insomnio que he tenido desde que Eric volvió.

Mi hermano no me hace preguntas, solo se dedica a buscar un florero y a poner el ramo en la barra de la cocina. Cuando lo pone justo en el centro de la barra, acomoda unos cuantos pétalos tomándose su tiempo como si yo no estuviera con cara de "qué diablos" parada justo detrás de él. Contento con su obra, voltea y me sonríe radiante.

—Son lindas ¿cierto?

Mi cara es un poema.

—¿Qué haces aquí, Theodore?

Él señala indignado hacia las rosas.

—Son lindas, Bee. Dilo. Ellas sienten la vibra, tienen sentimientos, y vanidad también. Se marchitan porque no les adoran lo suficiente.

Ruedo los ojos. Genial. De seguro mi hermano se ha fumado un churro por el culo y ahora exhala inspiradoras estupideces a lo Shakespeare. Sí, ha de ser eso.

—Tedd, no estoy de humor.

Se ríe—. ¿Y cuándo lo estás?

Lo miro un instante, y me doy la vuelta yendo hacia mi habitación.

—¡Hey!

Me sigue inmediatamente y empuja la puerta cuando la aviento para cerrarla detrás de mí. Entra a mi cuarto y se pasea por él como siempre acostumbra cuando está ansioso. Tapada con una sábana hasta mi nariz, lo miro ir de un lado a otro.

—Además de traer ese ramo de dudosa procedencia ¿a qué has venido? ¿A hacer una zanja en mi alfombra? —le pregunto.

—Pues nada... —dice sentándose en los pies de la cama—... Que he decidido ayudar a un pobre hombre a que vuelva a conquistar al amor se su vida.

Me levanto de inmediato y le doy una de mis peores miradas a mi hermano. ¿Ayudarle a Eric después de que se fue? ¿En qué diablos piensa Theodore? Él me vio los primeros días, y juró que torturaría a Eric de formas más misteriosas de las que Dios suele hacer.

Chasquea su lengua y menea su dedo en mi cara—. No me des esa mirada. No funciona conmigo. —antes de que pueda formular alguna pregunta, se explica—: Lo fui a buscar a Alemania y digamos que tuvimos una... Charla.

Por la mirada y sonrisa pretenciosa no creo que haya sido una charla, y de todo menos amistosa. Conociendo a Tedd, dudo que siquiera hayan hablado.

—¿Por qué hiciste eso Theodore?

—Porque no soporto verte en estados en los que no estás acostumbrada a estar, y sobre todo en los que te encuentras herida. Phoebe, eres mi única y pequeña hermana, no tolero verte sufrir. Y si el culpable de ello se encuentra al otro lado del mundo, ten por seguro que yo iré hacia allá y le haré sufrir lo mismo.

Me conmueve la sinceridad con la que mi hermano habla. Tomo su mano y la aprieto, sonriéndole agradecida, y en una profunda oscura parte dentro de mí, un tanto divertida de que en verdad haya ido a patearle el trasero a Eric.

—Eres el mejor hermano del mundo ¿lo sabes, no?

—Y el único que tienes, así que valórame, que así como las flores, tengo sentimientos y vanidad.

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