Un héroe de Guerra

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Siempre lo vi leyendo un viejo libro, y con una cara de satisfacción y una sonrisa muy expresiva.

Se mecía en una vieja cilla que hacía mucho ruido, su pelo era muy blanco y su barba por igual. Me daba tanta curiosidad saber que leía, pero nunca pregunté.

-Quien era yo para interrumpir tan gloriosa excitación ?

Vestía ropa de militar, se escuchaban rumores de que el era veterano de la segunda guerra mundial y que sus tímpanos habían sido dañados por una explosión. También decían que de noche se escuchaba gritar como loco, qué no tenía familia y que estaba muy solo.

Su casa quedaba a unas calles de la mía y cuando salía a correr siempre lo veía, con su ropa militar y su libro en la mano. Con la misma expresividad en el rostro.

Una tarde me paré en frente de su casa y decidí saludar, batiendo mis manos de un lado a otro, pero no me pudo ver estaba muy concentrado en su libro. Al día siguiente ya estaba decidido a saludar de otra manera. Volví a pararme en frente de su casa y dije hola muy fuerte, y no me respondió. Pensé que era por el dañó de su oído y aquellos rumores que escuchaba del señor militar.

Al tercer día, ya estaba dispuesto a cruzarme por su patio para ir a su casa y hablarle al señor, tenía que conocer a un veterano de la guerra. Me dije a mi mismo.

Llegué hasta donde el estaba me acerque y le dije hola de nuevo. El señor me miró y movió sus manos como gesto de saludo. Dije : que tal, me puedes escuchar ? y asentó con su cabeza.

Pasaron varios días y nos hicimos buenos amigos y el señor muy callado pero amable, me mostró sus retratos familiares y como casi toda su familia había caído en manos de la guerra. Ya solo quedaba el de su familia.

Tenía todo muy bien empacado en su casa y le pregunté que si se iba de viaje y me dijo que si, Sonriéndome. Y creo que esa fue la primera vez que lo vi sonreír.

Le dije que a donde iba y me respondió que muy lejos. No quise preguntar mas por miedo a que se enfadase. Me dijo tengo algo muy especial para ti chico, pero no quiero que lo abras hasta que me haya ido. Le dije que no había problema.

Me regaló una caja pesada, una pintura sellada y una nota. Había llegado el día fui a su casa y ya no estaba. Corriendo volví a mi casa, destapé la caja y cuando vi el contenido de aquella, mis ojos se llenaron de lágrimas.

Tenía medallas de guerras, insignias al valor y mas. Habían monedas de oro y dinero en efectivo, la pintura sellada era un retrato de el con un fusil en la mano, con su esposa y sus hijos. Su fusil estaba también ahí y un casquillo de bala en vuelto un papel que decía lo siguiente: Esto siempre me recordará la estrecha brecha que separa la vida de la muerte, recuerdo el enemigo acercándose a mi para dispararme y solo me quedaba esta bala. Tuve que esperar el momento preciso para disparar, ser paciente y valiente. Ese día estaba lloviendo mucho y sino hubiera escuchado sus pasos en el lodo, no estuviera vivo para contarlo.

La nota decía lo siguiente; discúlpame chico por no decirte la verdad pero tenía pocos días de vida, me habían diagnosticado cáncer . Te dejó mis pertenencias ya que en 18 años fuiste el único que se atrevió a hablarme. Espero que vivas tu vida a plenitud y que siempre sigas corriendo y que no te detengas.

Se sentó en su ruidosa silla, terminó su libro con una enorme sonrisa, se quedó dormido y sin despedirse se despidió.

El libro que leía se llamaba, Un héroe de la Segunda Guerra Mundial. En los créditos del libro se podía leer una pequeña parte donde decía: Inspirado en hechos reales y los nombres han sido cambiado,
Pero la historia es la auténtica.

Para mi conocer a este hombre fue lo mejor que me había pasado, y desde hoy no volveré a despertarme quejándome de que mi vida es aburrida, ya será hora de que yo también viva mí propia historia.

Continuará.....

Un poeta en extinciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora