-Capítulo I-

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Una pequeña luz entraba travesando las suaves cortinas de la elegante habitación, haciendo despertar a un pelirrojo el cual pensaba en la suave y cómoda brisa de esas horas de la mañana, que no hacía nada más que hacerte tener más deseo de adentrarte en el mundo de los sueños. Pero a la vez, es cuando un molesto ruido proveniente de su despertador llenó su oído y su habitación, haciendo que sin remedio se tuviera que levantar para superar un día más en su vida monótona.

Cogió el uniforme de Teiko y se dirigió hacia el baño personal que estaba a una puerta ( la cual estaba en la pared derecha de su habitación ), tanto para cambiarse como para limpiarse y dar inicio al día que le esperaba, llena de planes y responsabilidades.

Por otro lado, el peliceleste parecía estar profundamente dormido, haciendo callar el despertador una vez más, sin embargo, tras callarlo no hizo más que levantarse algo adormilado, tropezando levemente en el camino hacia el baño mientras escuchaba a su madre gritar desde escaleras abajo que desayunara de una vez por todas, y que había escuchado sonar su despertador unas cinco mil millones de veces.

Al llegar al baño, sin antes chocar la cabeza con la puerta por olvidarse de abrirla, se miró a si mismo al espejo, y cómo no, el pelo estaba hecho desastre y tenía que tomarse mínimamente quince minutos en arreglarlo y estar presentable. Se echó agua por el rostro y se secó con la toalla, para después cepillarse los dientes mientras que se preparaba la ducha de cada mañana.

El pelirrojo se había acabado de preparar, tenía la ropa lista, ordenada y limpia como siempre, en la cara no tenía rastros de las ojeras de anoche por quedarse leyendo hasta las tres y tantas, no pregunten cómo lo hace.

Bajó las escaleras con lentitud, sabiendo que no había necesidad de correr ya que el tiempo iba a su paso, viendo como algunas sirvientes ya estaban en la sala llevando alguna que otra comida para el desayuno.

Se esperaba ver a su padre; Akashi Masaomi, en la otra punta de la larga mesa que tenía una longitud algo demasiada exagerada, y así fue, tenía a su padre justo al otro lado ya sirviéndose la comida con su casual elegancia, el pelirrojo menor se sentó en su silla de siempre y comenzó a comer. Esa era la rutina de siempre, ni un saludo, ni un buenos días, solo con una mirada bastaba y no se despedían siquiera, parece muy triste que el único familiar que te queda cerca sea así, pero Akashi ya estaba más que acostumbrado y no le parecía extraño eso.

El desayuno no era nada extravagante comparado a la comida del resto del día, un bol de cristal de frutas como Kiwi, plátano, unas fresas y alguna que otra manzana cortada como postre, una pequeña cantidad de mermelada de cereza, que no hay que mencionar la calidad de esta, que acompañaba a la comida principal. Nada parecido a un desayuno típico japonés, pero así es la familia Akashi.

En casa del peliceleste era todo un caos, Kuroko, quien seguía en el baño viendo como su pelo ese día estaba más rebelde que usualmente, ya que llevaba cerca de veinticinco minutos delante del espejo y el agua de la ducha ya parecía más un baño que otra cosa. La madre del mismo llamando a gritos y el padre corriendo porque llegaba tarde al trabajo, la abuela seguía fuera alimentando a las pocas palomas que había en esa zona y nada más, sin contar que el desayuno ya estaba servido en la mesa; un plato de arroz y otro pequeño plato donde contenía un huevo semicocido, unos palillos típicos de madera y un pequeño vaso de batido de vainilla para Kuroko.

Al mismo tiempo, aunque parecían haber ido uno más rápido que el otro, salieron de casa. Uno se fue en el coche conducido por su chófer de confianza, y el otro se fue corriendo mientras que miraba la hora a cada segundo por temor a llegar tarde, aún sabiendo que siquiera sus compañeros notarían la falta de su presencia que era casi inexistente.

Solo una vez más - AkaKuro (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora