La ojiverde tardó alrededor de nueve minutos bañándose, así que a Camila no le dió mucho tiempo de explorar toda la casa viendo las miles de fotos que habían en las paredes, sin embargo algo que si había tenido tiempo de ver era el enorme calendario que había pegado en el refrigerador de la cocina que casi le provoca un paro cardíaco.
De una u otra manera había viajado mágicamente cuatro años al futuro. Ya no tenía veintinueve años, ahora tenía treinta y tres, cosa que la hizo gritar internamente. ¿Cómo era posible que hubieran pasado cuatro años y ella no se hubiera dado cuenta? ¿Por qué aún se veía joven? ¿El deseo que pidió había sido tan poderoso como para hacer eso?
- Entonces, ¿de qué querías hablar, mi amor? - preguntó Lauren acomodándose en el sillón luego de convencerla de que sería más cómodo hablar si estaban sentadas
- Yo solo quiero reafirmar algunas cosas que están rondando por mi paranoica mente. - dijo sentándose con cuidado a lado de la pelinegra
- ¿Aún te sientes como en un sueño? - preguntó cautelosamente
- Sí. - admitió - Y-yo qu-quiero preguntarte muchas cosas.
- Bueno, estoy dispuesta a responder todas y cada una de ellas. - acarició con suavidad una de las mejillas de la morena, quien cerró los ojos disfrutando de su tacto
Toda su vida se la había pasado imaginando como sería sentir las caricias y cariños de Lauren sabiendo que jamás sucedería, y ahora que lo tenía se sentía llena de felicidad, todo era tan mágico y perfecto que si muriera al día siguiente se iría al cielo con su vida totalmente realizada.
- Con confianza, mi amor. - se acercó para depositar un beso rápido en sus labios y le sonrió
Las mariposas en el estómago de Camila volvieron a revolotear sin parar como lo habían hecho cuando la ojiverde la había besado antes de irse a tomar un baño. De nuevo tenía aquella sensación de que podía volar por las nubes sin necesidad de alas.
- ¿P-puedes volver a ... ? - se señaló los labios y luego señaló los de la pelinegra con timidez
- Hmmm, tengo curiosidad por lo que me quieres preguntar, así que hagamos esto. - se acomodó más cerca de la morena y tomó sus manos entre las suyas - Tú me haces una pregunta y yo te doy un beso después de responderte, ¿te parece?
- Sí, sí, sí, por favor. - habló con rapidez haciendo reír a la mujer de piel blanca
- Bien, inicia. - alentó
- Ok... aquí vamos. - murmuró en voz baja - ¿Qué día es hoy?
- Es sábado. - rió para después agacharse y dejarle un pico en los labios a la mayor
- No, no, me refiero a la fecha, el año, ¿en qué año estamos? - se sonrojó ligeramente después del beso
- Oh, bueno, estamos en el dos mil diecinueve. - se encogió de hombros - Veinticinco de diciembre del dos mil diecinueve. - dejó otro beso
- ¡¿Dos mil diecinueve?! - gritó sorprendida levantándose de golpe - Oh dios, oh dios, es el futuro.
- ¿El futuro? ¿De qué hablas? - preguntó confundida - Siéntate, mi amor, me preocupas.
- Lauren, no lo entiendes. - se puso de rodillas frente a ella y colocó sus manos en sus hombros - ¡Todo esto es el futuro! Yo no pertenezco aquí, sin embargo aquí estoy. El último recuerdo que tengo es de mi cumpleaños número veintiocho, y después de esa fecha tengo una laguna mental enorme.
- ¿Qué? - frunció el ceño
- Es una especie de futuro alternativo. - trató de explicar - Y es increíble, no puedo creer que hayas aceptado casarte conmigo, ¡es más!, no puedo creer que simplemente te haya confesado todo lo que sentía por ti, no creo haber sido tan valiente
- No se de que estas hablando, Camila. ¿Te golpeaste la cabeza anoche en la cabecera mientras hacíamos el amor? - preguntó acariciando el rostro sonrojado de la morena
- N-no. - negó con la cabeza
- Al parecer si lo hiciste. - aseguró con una sonrisa en el rostro - Mi amor, te recuerdo que tú no confesaste nunca tus sentimientos como tal.
- ¿No lo hice?
- No, fuí yo quien te acorraló un día saliendo de Gambore luego de que casi le sacarás los ojos a Giancarlo.
- ¿Qué? ¿Por qué?
- Él me insultó en la sala de juntas, me llamó puta. - contó Lauren con vergüenza al recordar aquel horroroso día - Todos reaccionaron de maneras diferentes, yo evidentemente me ofendí, sin embargo fuiste tú quien se levantó y se fue contra él.
- ¿Lo golpeé?
- Varias veces. - afirmó la ojiverde haciendo que Camila se diera tres palmaditas en la espalda mentalmente - Tuvieron que quitarte de encima, al final lo llevaron al hospital y tú saliste hecha una furia de la sala de juntas, me quedé helada por varios segundos pero Max me dijo que fuera por ti, que me amabas y que no debía dejarte ir, así que salí corriendo de la sala de juntas con la intensión de detenerte.
- ¿Y me alcanzaste?
- Obviamente. - sonrió - Estabas saliendo del edificio cuando te tomé del brazo haciendo que chocaras tu cuerpo contra el mío.
- ¿Y después que pasó?
- Te grité. - rió haciendo sonreír a la ojimarrón - Recuerdo haberte dicho que no podías transformar mi trabajo en un cuadrilátero y comportarte como una troglodita para después huir como siempre lo hacías.
- ¿En verdad?
- Sí, la cara que pusiste fue epica. Me dijiste que solo me estabas defendiendo y te grité nuevamente, entonces soltaste tu brazo del agarre en el que te tenía y te tomé de tu abrigo evitando que te alejaras de mi para después tomar la mejor decisión de toda mi vida.
- ¿Cuál?
- Besarte. - las mejillas de la castaña se volvieron a teñir de rojo - Tus mejillas se pusieron del mismo color cuando me empujaste suavemente para alejarme de ti. - contó con gracia
- ¿Te empuje?
- Sí, después me preguntaste que qué era lo que estaba haciendo.
- ¿Y qué respondiste?
- Hmmm, adivina. - se acercó a ella hasta juntar sus narices y rozar sus labios, pero Camila no logró emitir ninguna palabra y se limitó a negar - Te dije que solo estaba buscando la felicidad, entonces te volví a besar.
A este punto de la plática, Camila podía sentir claramente como su corazón pareciera querer salirse de su pecho y estallar de felicidad.
- ¿Puedo besarte? - preguntó Camila cerrando los ojos al sentir sus labios rozarse delicadamente con los de la ojiverde - Por favor. - suplicó
- Toda la vida, mi amor. - respondió antes de juntar sus labios y comenzar a besar a la morena
Los labios de la ojiverde eran suaves y tenían un sabor delicioso a frambuesa que hacía suspirar a Camila. El beso fue subiendo cada vez más de intensidad y llegó un punto en el que las manos de la más alta ya no pudieron controlarse.
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El deseo de Camila (camren)
Fiksi PenggemarEn sus veintiocho cumpleaños anteriores jamás había pedido aquel famoso deseo que se debía pedir al apagar las velas, pero todo eso estaba a punto de cambiar tan pronto viera como la mujer que amaba era cortejada por un hombre que parecía gustarle d...