Atelofobia: miedo a la imperfección.
-Esto no puede suceder de nuevo. Tú lo sabes muy bien.
-¿Por qué? Nos dices que podemos ser lo que queramos pero luego nos dices que no lo hagamos. Decídete. – dijo el joven saliendo de la habitación.
-Sabes que a eso no me refiero cuando lo digo, tú no eres ese, hijo estas confundido, aun eres joven, sé que conocerás a una chica que te vuele la cabeza como lo hizo tu madre conmigo.
-¿Y si no sucede? ¿Qué harás? Apuesto que me mandarías al psiquiatra como haces con Kaleb.
-No metas a tu hermano en esto, sabes muy bien que no es lo mismo.
-Déjame en paz papá, no quiero hablar más del tema.
-Ven aquí.- dijo mientras tomaba del brazo al joven que intentaba salir de allí.- Debemos hablar. Esto te está afectando, por eso con tu madre decidimos que no saldrás por el tiempo que sea necesario hasta que veamos que mejoras.- el joven se suelta de su padre.
-¿Mejorar? ¿Es enserio? No los soporto más, ustedes quieren aparentar la familia perfecta frente a todos sus amigos y vecinos, una pareja perfecta con hijos perfectos, los mejores de sus clases. Me pregunto si alguna vez se preguntaron porque Kal se ha intentado suicidar, yo creo que no, están tan sumergidos en su mundo perfecto que creen que él es así porque quiere, y ¿saben qué? Kal nunca hubiera querido quitarse la vida si ustedes hablaran con nosotros, nos escucharan, o aunque sea nos preguntaran como nos sentimos. Me largo de aquí. Púdranse. – dijo el joven mientras salía de la casa dejando a su padre completamente en shock.
Esa conversación sería una más de tantas peleas entre un padre y su hijo menor. Pero no lo fue, para el joven de 13 años sería una marca eterna que jamás podría olvidar, esa discusión que nunca lograría sacar de su cabeza, ni un solo día de su vida. Para el joven, siempre seria el culpable de esa muerte. Aunque no fue así, el hombre salió de la casa a plena noche para buscar a su hijo menor con quien había discutido pero el culpable del choque fue un alcohólico sin remedio que conducía a máxima velocidad.
Aun así a partir de ese momento el joven decidió cumplir con el último deseo de su padre, "mejorar, no volver a cometer ese mismo error".
Desde ese momento Dylan jamás fue el mismo.
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Sempiterno
Teen FictionNunca había sentido eso, mi mente recurría a cualquier tontería para estar unos segundo más cerca, y verlo a los ojos, sentir su perfume o simplemente hablar con él. Aunque jamás estábamos solos, siempre estaban ellas alrededor, revoloteando, acecha...