II

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Estuvo alrededor de treinta minutos en el suelo, sin hacer ningún movimiento, y, por suerte, el dolor había disminuido y ahora podía mantenerse en pie. Cuando intentó dar el primer paso sus piernas tambalearon, pero no iba a darse por vencido. De repente su celular comenzó a sonar, lentamente lo sacó de su mochila. Al desbloquearlo vio que eran un mensaje.

"Te necesito en casa para la cena ésta noche. Nos vemos".

Frunció el ceño, ¿Para qué lo quería su madre en casa? Seguramente ella ya estaba allí, apenas eran las 2pm, no quería verla aún. Negó con su cabeza, restándole importancia. Estaba caminando a duras penas cuando pudo escuchar el fuerte ruido de un trueno.

- Lo que faltaba. – las gotas de agua comenzaron a caer del cielo, golpeando su cuerpo, mojándolo completamente en diez segundos.

Caminaba lo más rápido posible aunque ya estaba empapado, no le quedaría otra opción que ir a casa. Lo bueno es que no estaba muy lejos de ella.

Las calles estaban completamente vacías a causa de la lluvia, y los pensamientos comenzaron a atacarlo. Su vida era terrible. Había perdido a su mejor amigo que le había prometido que nunca lo dejaría, su madre, que había estado desaparecida por años, ahora quería verlo y en la secundaria sabían que era gay, por lo que iba a ser una víctima de abusos constantes de sus compañeros de clase.

- ¿Qué hice para merecer esto? – susurró. - ¡Estoy harto! Odio a Jungkook, a mi madre, a los estúpidos de la clase, a mi padre. ¡Odio mi vida! – gritó. Sus piernas volvieron a tambalearse, pero ésta vez se dejó caer.

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La mujer entró a la casa cargada de bolsas que contenían comida y adornos. Rápidamente se dirigió a la cocina y comenzó a preparar la cena. Empezó cortando las verduras para las ensaladas y luego, mientras la carne estaba en el horno, ordenó la sala con las cosas que había comprado para que se vea decente. Al terminar con la decoración, se paró en el medio de la sala y la observó con satisfacción. Se dispuso a darse una ducha para luego prepararse. Una vez que estaba lista miró su reflejo en el gran espejo de su cuarto. Lucía un hermoso vestido azul de encaje, sus tacones altos y un maquillaje que era leve. Luego de ponerse unos aretes y un collar, ambos de perlas, se dirigió a la cocina nuevamente para ver la cocción de la carne. Sonrió ampliamente al ver que estaba en el punto perfecto. Arregló delicadamente la mesa del comedor y al ver que todo estaba listo asintió con una sonrisa, conforme por su trabajo. Miró la hora del reloj en la pared de la sala y daba las 7:40pm. Sus invitados estaban por llegar. Escuchó cómo la puerta principal era abierta y luego de unos segundos era cerrada por un portazo, seguido del ruido de unos pies correr. Supo inmediatamente de quién se trataba. Corrió difícilmente, a causa de los tacones, para alcanzarlo.

- ¡Jimin! – gritó la mujer, el rubio estaba a punto de subir las escaleras pero al oírla paró en seco, quedando de espaldas a ella. – Báñate y luego te llevaré ropa decente. Tenemos invitados. – el pequeño luchaba por tragarse sus lágrimas, mordió su labio inferior y asintió levemente para luego correr a su habitación.

Al llegar apoyó su espalda contra la puerta y cerró sus ojos. Había escuchado nuevamente la voz de su madre. Y aunque era un tono seco y sus palabras no fueran de ningún afecto él seguía escuchando la misma dulce voz que le cantaba todas las noches antes de dormir, cuando su padre aún no los había abandonado.

Abrió los ojos nuevamente y a pasos lentos se dirigió al baño para darse una ducha rápida, dónde pudo apreciar los moretones que adornaban su estómago. Al terminar se puso su bata de baño y se dirigió a su habitación. Cuando abrió la puerta pudo ver a su madre sentada en su cama con un conjunto de ropa en su regazo, ella abrió la boca de par en par al ver el rostro cubierto de moretones de Jimin. Dejó la ropa sobre la cama y se acercó al castaño rápidamente, lucía preocupada.

- ¿Qué paso, Jimin? ¿Quién te hizo eso? – levantó su mano para tocar suavemente el rostro del rubio, pero éste lo corrió para evitar el contacto. Ella bajó la mano lentamente. – Ven a mi cuarto. – dijo seria mientras se iba, Jimin frunció el ceño pero lentamente obedeció. Al llegar vio a su madre revolviendo su bolso, al parecer buscaba algo. – Aquí está. – sonrió mientras sostenía un pote de lo que parecía ser crema. Le indicó que se sentara y él así lo hizo. Su madre comenzó a esparcirle esa crema por todo su rostro suavemente. El rubio sintió que le ardía la cara pero no se quejó. – Listo. – levantó un espejo frente al rostro de Jimin. El pequeño frunció el ceño al ver su rostro sin rastro de golpes. Miró a su madre anonadado.

- ¿Me has ma-maquillado? – dijo tímidamente, la verdad era que no quería hablar con ella, pero sintió que debía preguntárselo.

- Es una crema que cura las heridas y a la vez tapa las imperfecciones. – dijo simplemente mientras volvía a guardar la crema en su bolso. – Ahora ve a vestirte.

Él asintió y se dispuso a ir a su habitación, pero al levantarse el dolor de estómago lo invadió y no pudo ocultar una mueca mientras llevaba sus manos a la zona nombrada y soltaba un gemido de dolor.

La mujer, al oírlo, centró su atención en él.

- ¿Jimin? – su tono de voz se notaba preocupado, vio que el rubio tenía ambas manos posadas en su estómago. – Muéstrame tu estómago, Jimin. – el pequeño al escucharla la miró sorprendido, ¿Acaso se estaba preocupando por él? Negó con su cabeza y salió de la habitación de su madre para luego encerrarse en la suya. Su madre lo siguió y comenzó a tocar la puerta y a decirle que le abriera. Estuvo un tiempo así, hasta que Jimin habló.

- Por favor, vete. – su voz se escuchó quebrada y ella sintió que un nudo se formaba en su garganta y decidió dejarlo.

¿Por qué su madre se portaba así? ¿Por qué ahora?

Shinhye veía al rubio dos días a la semana desde que su padre los había dejado hasta que el pequeño cumplió ocho años. Luego de eso paso a ser sólo una vez a la semana hasta cumplir los once años. Y a partir de entonces no veía a su madre, ella sólo dejaba las notas, comida y dinero cuando el rubio no estaba. La única persona que podía darle cariño a Jimin era su abuela, ella era cómo su verdadera madre. Lamentablemente falleció cuando él tenía catorce.

Pero ya no quería pensar en eso por lo que decidió que debía cambiarse. Se acercó a la cama y tomó las prendas que para su madre eran decentes y se las puso. Luego arregló su cabello y ya estaba listo para cenar con esos invitados, de los que no tenía idea de quiénes eran. Se acercó a su mochila para tomar su celular y al verlo notó que tenía un mensaje.

Número desconocido.
Espero que hayas aprendido la lección, marica. No sabes lo que te espera.

Su corazón comenzó a latir rápidamente y su respiración se agitó. El miedo lo invadió,  ¿Cómo fue que Namjoon consiguió su número?

- Jimin. - Shinhye tocó la puerta. – Ya llegaron los invitados. Te esperamos abajo. – y sin más que decir se fue.

El pequeño dejó su celular sobre la mesa de su habitación con su mano temblando. Se dispuso a bajar y cuando llegó a la plata baja pudo ver a su madre hablando animadamente en la sala con un hombre de su edad. Un chico que parecía unos años mayor que él se encontraba sentado a un lado del hombre, sin prestar atención a la conversación. El chico lucía unos jeans negros ajustados, unos zapatos color café, una remera normal blanca y una chaqueta de cuero negra. Jimin pudo observar su ropa ya que se había levantado de su lugar para poder sacarse la chaqueta. Los ojos del rubio se abrieron de par en par al reconocer aquellos brazos cubiertos de tatuajes.

- Oh, hijo. – habló su madre al verlo quieto en las escaleras, pálido, mirando fijamente al muchacho. - ¿Jimin? – el pequeño salió de su trance para ver a su madre, quién tenía el ceño fruncido al ver la reacción de su hijo. – Ven, acércate. – él tímidamente hizo lo pedido. Cuando llegó su madre y el hombre se levantaron de su lugar y el chico de los tatuajes estaba nuevamente sentado. – Hijo, él es Minho – su madre señaló al hombre y él lo saludó con un apretón de manos. – Y él. – señaló al chico, Minho le hizo un gesto diciéndole que se levantara, él rodó los ojos pero lo hizo. – Él es Yoongi, el hijo de Minho. – Yoongi le sonrió levemente por cortesía.

Y Jimin sólo podía pensar:
Hermosos ojos profundos, hermosos cabello negro, hermosa sonrisa, hermosos tatuajes.
Es hermoso.

Brothers? --> YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora